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ELLOS SON EL "MILAGRO"

Los emprendedores

Al economista Ludwig von Mises no le gustaban las referencias al “milagro” del mercado o la “magia” de la producción, ni cualquier otra sugerencia de que el sistema económico depende de algún poder más allá de la comprensión humana. Conviene más bien que la gente sea consciente de por qué los mercados logran niveles impresionantes de productividad, que permiten el crecimiento de la población y cada vez mayores niveles de vida.

Al economista Ludwig von Mises no le gustaban las referencias al “milagro” del mercado o la “magia” de la producción, ni cualquier otra sugerencia de que el sistema económico depende de algún poder más allá de la comprensión humana. Conviene más bien que la gente sea consciente de por qué los mercados logran niveles impresionantes de productividad, que permiten el crecimiento de la población y cada vez mayores niveles de vida.
Imagen tomada de www.revistafuturos.info.
No hubo un "milagro" alemán después de la Segunda Guerra Mundial. Mises sostenía que esa gloriosa recuperación fue el resultado de una lógica económica que operó a través de las fuerzas del mercado. Una vez que comprendemos la relación entre derechos de propiedad, precios de mercado y división del trabajo desaparece el misterio y vemos a la ciencia de la acción humana lograr extraordinarios avances.
 
Todos los que trabajan en el mundo de los negocios saben que se requiere prever el futuro para seguir operando. La realidad del mercado es que los clientes pueden cerrarte mañana. Lo único que tienen que hacer es dejar de comprar tus productos o servicios. Esto es así tanto para los negocios minúsculos como para las grandes empresas. No hay certeza en el mundo empresarial. Todas las empresas que operan en un mercado libre están a un paso de la quiebra. Nadie tiene el poder de hacer que la gente compre lo que vendemos, y todo éxito puede ser pasajero.
 
El éxito produce ganancias, pero eso no da seguridad a largo plazo. Toda ganancia distribuida entre los accionistas podría ser invertida en el futuro de la empresa. Pero esas inversiones tampoco son seguras. El éxito de hoy puede tornarse en el fracaso de mañana. Lo que aparenta ser una inversión sólida puede convertirse en una moda pasajera. Lo que las ventas de ayer parecen indicar puede convertirse mañana en un mercado saturado.
 
Aunque no hay mapas que nos digan por dónde debemos avanzar, el empresario tiene que dibujar el suyo. Tiene que emplear y pagar a sus colaboradores durante bastante tiempo antes de poder vender su producto, y mucho antes de percibir una ganancia. La maquinaria y los equipos deben ser adquiridos previamente y, luego, mantenidos apropiadamente, por lo cual el empresario tiene que pensar en sus costos de hoy, de mañana y de siempre.
 
La publicidad sigue siendo un arte más que una ciencia, y sólo tardíamente se llega a saber si se han estado malgastando en ella fondos requeridos en otra parte. No hay camino asegurado al éxito, porque jamás se podrán controlar todos los factores involucrados. Hasta las más exitosas empresas no llegan a estar totalmente seguras de qué es lo que le hace vender más que sus competidores: ¿el precio, la calidad, la situación geográfica, la publicidad, las promociones, las asociaciones psicológicas que establece el comprador con nuestro producto, o qué?
 
En los años 80 Coca Cola decidió cambiar su fórmula y promover una Nueva Coca Cola. Fue una catástrofe. Los consumidores le dieron la espalda, a pesar de que a la gente, supuestamente, le gustaba más el nuevo producto.
 
Si la experiencia histórica es tan difícil de descifrar, piense cuánto más difícil es predecir el futuro. Mises mantenía: "Lo que distingue a un empresario y promotor exitoso de los demás es precisamente el hecho de que no se deja guiar por lo que lo rodea, sino que actúa según su propia concepción del futuro. Ve el pasado y el presente igual que los demás, pero evalúa el futuro de manera diferente".
 
Por eso la mentalidad empresarial no se logra con entrenamiento; es algo que tienen y cultivan ciertos y determinados individuos. No existen comités de emprendedores, y mucho menos comités de planificación empresarial. La imposibilidad de que entes gubernamentales operen con espíritu empresarial es una de las muchas razones del fracaso del socialismo.
 
Los emprendedores son individuos que gozan de un juicio especulativo superior y están dispuestos a dar el salto en el vacío para comprobar que su percepción del futuro es correcta. Son esos saltos los que logran mejorar nuestro nivel de vida y el futuro de millones de personas.
 
Que Ludwig von Mises me perdone, pero ése es un "milagro".
 
 
© AIPE
 
Llewellyn H. Rockwell, Jr., presidente del Mises Institute.
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