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ASUNTOS EXTERIORES

Otro mito por los suelos

La BBC sabía que el juez Hutton no iba a darle la razón en su informe acerca de los hechos que llevaron al suicidio del doctor Kelly. Lo habían demostrado dos decisiones tomadas en los últimos meses: el nombramiento de una persona encargada de supervisar un nuevo procedimiento para las quejas y la redacción de un nuevo código, más estricto, para la redacción de noticias.

La BBC sabía que el juez Hutton no iba a darle la razón en su informe acerca de los hechos que llevaron al suicidio del doctor Kelly. Lo habían demostrado dos decisiones tomadas en los últimos meses: el nombramiento de una persona encargada de supervisar un nuevo procedimiento para las quejas y la redacción de un nuevo código, más estricto, para la redacción de noticias.
Los pasos dados hasta ahora se encaminaban por tanto a paliar lo que eran algunos defectos evidentes. Sustancialmente, en dos campos. El nuevo código iba encaminado a evitar que pudiera suceder de nuevo lo ya ocurrido: que un periodista mintiera de nuevo, como mintió Andrew Gilligan al afirmar que el Gobierno de Tony Blair sabía que sus acusaciones contra el régimen de Sadam Husein eran falsas. El que afectaba a las quejas era de índole un poco más política. La BBC abandonaba la arrogancia de quien siempre ha estado seguro de tener la razón de su parte y abría la puerta a una posible rectificación.
 
Lo que no se esperaba la BBC era una crítica tan dura como la recibida por parte del juez Hutton. Lord Hutton no ha criticado sólo la conducta de un individuo y la forma en que la BBC se ha empecinado en la defensa de un mentiroso. El dictamen presenta una crítica de fondo acerca de cómo una mentira puede llegar a ser difundida sin control alguno por parte de una cadena de televisión, en este caso pública.
 
Los fallos empiezan en las notas que Gilligan tomó el día en que se entrevistó con Kelly en un hotel de Londres, continúan en la redacción de la noticia, siguen con la ausencia de cualquier verificación en un asunto de la importancia del que se traía Gilligan entre manos y llegan al empecinamiento de los “gobernadores” de la BBC en defender a Gilligan. En otras palabras, lo que el juez Hutton describe no es sólo un error o una confusión entre información y opinión, sino una tergiversación sistemática de la verdad, amparada por toda la cadena de responsables de la BBC. De la lectura del informe se deduce que la BBC manipulaba conscientemente los hechos para perjudicar al Gobierno de Blair.
 
Por mucho que alguna asociación británica de periodistas se empeñe en protestar, acaba de derrumbarse otro gran mito del progresismo occidental. Uno más.
 
En el año 2006 se revisará el estatuto (“Royal Charter”, literalmente “fuero real”) de la BBC. Está por ver hasta qué punto el Gobierno británico intervendrá ahora, con esa fecha en el horizonte, en una reforma imprescindible tras la manipulación descrita por el juez Hutton. Es posible que se mantenga un poco al margen, pero está claro que dentro de la BBC ha empezado una larga travesía del desierto, con muchas vendettas por el camino.
 
 
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