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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Todos somos traidores

Hace unos días iba yo al quiosco vecino, rumiando un par de temas para estas crónicas que escribo, cuando el azar me lo puso todo en bandeja y postergué los previstos.

En efecto, el pasado miércoles 2 de marzo, Le Monde publicaba un artículo de Carlos Fuentes, traducido por François Maspero, y El País, sí El País, portavoz de la infamia socialburócrata, un magnífico artículo del magnífico Adam Michnik. Que no se preocupen los forofos del tan progresista Imperio Polanco (se tienen los imperios que se merecen), esto no representa un cambio en su línea editorial, ya que el jueves, en las mismas páginas de Opinión, Juan Goytisolo siguió haciéndose el sueco, o más bien ejerciendo de muezín.

Empezaré por lo peor, porque Carlos Fuentes, Artemio Cruz aparte, cuando escribe sobre política es de lo más imbécil que pueda imaginarse. Se me ha dicho varias veces que los insultos no engrandecen a los insultadores, pero cuando Fuentes trata a Donald Rumsfeld de “Drácula del Pentágono”, ustedes dirán si imbécil es realmente un insulto. A mí me recuerda aquello del “enano sangriento del Pardo”. Fuentes insulta a los norteamericanos y les trata de amnésicos, porque pretenden olvidar que sin Francia y las Galerias Lafayette (o el general, para el caso da lo mismo), no serían independientes. Apunta algunos muy discutibles datos históricos para convencerse –¿no pretenderá convencernos?– de que fue Francia quien liberó a los futuros Estados Unidos de la colonización británica. Termina así: “Los norteamericanos creen haber salvado Francia en las dos guerras mundiales, (pero) Francia no sólo ha salvado, sino ayudado de manera decisiva a crear los Estados Unidos de América”.

Estas absurdas exageraciones seudo históricas (porque si los USA “creen” los franceses “saben”, y yo, que estaba en París en 1944), sólo constituyen un demagógico ramillete de flores en honor a la política antiyanqui del Presidente Chirac. Pero como Fuentes es políticamente tonto, ni se ha dado cuenta de que esa política está cambiando, y que Chirac, como se dice en Francia a mis de l’eau dans son vin, es decir, ha suavizado muchísimo su oposición ante los USA, o sea, que su artículo, así ocurre con los yogures, ya no es comestible. Como cualquier Jack Lang de turno, Fuentes afirma que si Bill Clinton o Al Gore (¿quién es ese?) fueran presidentes, otro gallo nos cantara y los USA no estarían enzarzados en esa guerra criminal e imperialista contra el pobre y pacífico Irak. En la mente de esta miserable izquierda mundial (desgraciadamente miserable, y lo digo en serio), cuando los demócratas están en la Casa Blanca, EE.UU., es un país admirable, y cuando son los republicanos se convierte ipso facto en nazi. Y la inteligencia se esconde en el retrete.

Recordaré a nuestros progres que Kennedy, como el malvado Nixon, como otros presidentes, hicieron todos la misma guerra del Vietnam, sin que seriamente pueda calificarse dicha guerra de “justa”, cuando los demócratas están en la Casa Blanca, y de “injusta” cuando son los republicanos. Fue necesaria para frenar el expansionismo totalitario, cruento, perdida política y militarmente por los USA, pero ganada por el capitalismo. Además, Kennedy presidió la desastrosa operación de la Bahía de los Cochinos, en Cuba. Y es muy probable que muchos cubanos, hoy, lamenten que no fuera un éxito, ya que el nacionalcomunismo castrista continúa haciendo estragos. Las cosas como son, también fue Kennedy quien le plantó cara a Jruschov, y le amenazó con la guerra total si no retiraba sus cohetes nucleares, de esa magnífica y desagraciada Cuba. Y Jruschov se rajó.

Llegado a este punto, y harto de remover basuras, diré dos cositas sobre el soberbio artículo de Michnik: “Nosotros, los traidores”. Dos cositas, no porque no se merezca mucho más, sino porque habiéndose publicado en un diario de “gran circulación”, espero que muchos lo hayan leído, espero que muchos se hayan atragantado de ira, espero que algunos hayan pensado: “¡Por fin un artículo inteligente en El País!” No es cosa habitual. Por lo visto, un diario alemán, Die Tageszeitung ha tratado a Vaclav Havel, Györgi Konrad y al propio Adam Michnik de traidores, por ser “apologistas de los Estados Unidos”. Yo no conozco ese periódico, pero tratar al húngaro Konrad, al checo Havel y al polaco Michnick de traidores es muy sintomático.

Estos hombres, y muchos más, mientras vivieron en países sometidos al yugo totalitario, lucharon por la democracia, o sea, hablando claro, contra Moscú y no contra Washington, y fueron censurados y encarcelados por “la izquierda” durante años. No han cesado en su combate y saben mucho mejor que Javier Tusell, o Carlos Fuentes, lo que significa democracia y lo que significa totalitarismo, porque lo han vivido. Ahora se encuentran, ellos, y nosotros, en el campo de los radicales adversarios de la tiranía de Sadam Husein, sin ser “apologistas de los USA”, como se les acusa. “¿Qué he traicionado?”, se pregunta Michnik, puesto que su lucha es la misma, contra la tiranía “cualquiera que sea el color de su bandera”, y por la democracia.

Con su experiencia, paralela a la nuestra, a la mía, recuerda como se manifestó por “la paz en Vietnam”: “Apoyé las manifestaciones antinorteamericanas en 1968, pero precisamente por eso sentí luego horror cuando vi, después de la victoria de los comunistas, a miles y miles de vietnamitas huyendo de su país en minúsculas barcas, arriesgando su vida en el mar”. “Los magnates siempre huyen de las revoluciones”, dictaminó el premio Nobel García Márquez en aquella ocasión. (Si no se espabilan lo de Nobel se va a convertir en insulto). Sobre todos los temas candentes, sobre todo lo que hemos escrito, otros y yo, sobre la paz y la guerra, la democracia y el totalitarismo, Adam Michnik dice más o menos lo mismo, y lo dice bien. Con la diferencia de que está menos solo en Varsovia, que nosotros en Madrid (y yo, en París).

Recordaré, por si las moscas, que Adamn Mischnik, hoy director del diario Gazeta Wiboreza, fue uno de los responsables del movimiento Solidarnosc (Solidaridad) y, debido a ello, varias veces detenido. Le cito de nuevo: “Hoy el odio antinorteamericano adquiere dimensiones y formas absurdas. Hoy las manifestaciones y protestas dejan de ser el ejercicio en sí del derecho democrático a expresar una opinión, aunque muchos no lo quieran, son una defensa de dictaduras muy crueles y totalitarias. No he olvidado los movimientos pacifistas en los tiempos de la guerra fría, y sus marchas en las que se quemaban marionetas que representaban a los presidentes norteamericanos y se hacían reverencias ante los retratos de Stalin”. Y concluye: “El ataque terrorista del 11 de Septiembre fue un acto cometido en nombre de esa ideología (el integrismo islámico). El terrorismo declaró así la guerra al mundo democrático y nosotros queremos defender ese mundo, aunque conocemos de sobra sus defectos y pecados. Por esas razones nos hemos manifestado de manera firme y rotunda a favor de una lucha sin cuartel contra el régimen de Bagdad, un régimen terrorista, intolerante, corrupto y despótico. Es paradójico ver el peligro totalitario en las actuaciones de Bush y defender a la vez a Sadam Husein. Se trata de algo tan absurdo que no se puede aceptar”.

Quienes hayan leído este artículo de Michnik, que me disculpen por tanta cita. En realidad, me hubiera gustado reproducirlo íntegro. No tiene desperdicio. En este mundo de locos en el que apenas se ha dado un paso importante con la liquidación casi total del totalitarismo comunista, surgen otros totalitarismos terroristas y fanáticos religiosos, y resulta que los mismos progres que ayer defendían a Stalin, Mao, Hochi Min y Pol Pot, defienden hoy a Sadam Husein y Bin Laden. El cuento de nunca acabar.
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