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HOLLYWOOD

Cine y propaganda

Hollywood ha sido objeto de una amplia bibliografía. James Hirsen, conocido autor norteamericano y comentarista de prensa y televisión, acaba de publicar Hollywood Nation, un demoledor libro que desenmascara el activismo político de la Meca del Cine y su sectarismo anticonservador.

Hollywood ha sido objeto de una amplia bibliografía. James Hirsen, conocido autor norteamericano y comentarista de prensa y televisión, acaba de publicar Hollywood Nation, un demoledor libro que desenmascara el activismo político de la Meca del Cine y su sectarismo anticonservador.
Detalle de la portada de HOLLYWOOD NATION.
Hirsen abunda en algunas de las ideas sobre la politización de Hollywood que adelantó parcialmente en su anterior libro: Tales from the Left Coast, uno de los más vendidos en 2003. En su nueva obra analiza con detalle la radicalización de Hollywood y su incansable esfuerzo por adquirir influencia política, poder y capacidad de control sobre la ciudadanía y la cultura política norteamericanas. Esta recomendable lectura ofrece la cara sectariamente propagandística y manipuladora de una buena parte de los productores, directores y actores. Sus vidas, plagadas de narcisismo, lujos y escándalos, ejemplifican el relativismo moral de un cine diseñado muchas veces para desarbolar cualquier atisbo del ideario de la derecha liberal-conservadora.
 
Tras los ataques que recibió, por parte de la industria cinematrográfica norteamericana, a raíz de su primer libro, Hirsen da cuenta en estas nuevas páginas de un hecho incuestionable: la importante influencia que el cine de Hollywood tiene no sólo en la cultura popular, sino, sobre todo, en la particular y elitista visión que sobre la vida social y política estadounidense tienen sus integrantes. Los casos de Oliver Stone, Susan Sarandon, Sean Penn, Tim Robbins, Barbra Streisand, Jessica Lange o Michael Moore, entre otros, resultan representativos. Se trata de individuos (y grupos) que tergiversan realidades históricas o sociales. Lo hacen a través de documentales que se autoproclaman rigurosos o mediante películas con contenidos y mensajes de clara intención ideológica. Hirsen liga cine y propaganda sobre la base de que son muchos los grupos políticos y activistas que buscan apoyos entre las figuras del Séptimo Arte.
 
Hirsen sostiene abiertamente que en Hollywood existe, mayoritariamente, una agenda política disimulada bajo el manto del multiculturalismo y lo políticamente correcto. Es la agenda que ataca ferozmente el ideario de la derecha liberal-conservadora y que defiende hasta cotas no imaginables todas las posiciones de las izquierdas, en cualquiera de sus proyecciones y posturas: desde el aborto a la eutanasia, o desde la falsa presentación de hechos bélicos hasta la tergiversación de figuras o hechos históricos. Es por ello que, según Hirsen, la prensa y los comentaristas de Hollywood demonizan constantemente el término "conservador" y evitan mencionar el de "liberal" (que en EEUU es vocablo ligado a las izquierdas y entendido como lo opuesto a la derecha política conservadora).
 
Nuestro autor, que vive y escribe muy cerca de la célebre ciudad californiana, y que conoce los entresijos de la mencionada industria desde hace muchos años, describe en su documentada obra los argumentos y razones que ponen en solfa la supuesta objetividad e imparcialidad política del mercado hollywoodiense. En uno de los capítulos –acaso el más brillante de todos– se muestra cómo las noticias se han convertido en entretenimiento, y el entretenimiento en noticias. Sin ser el caso de todos los componentes de Hollywood, sí lo es el de una gran mayoría.
 
Ésta es, de algún modo, la clave del libro, y la constatación de que una buena parte de la propaganda de la sectaria progresía emplea esos circuitos de información para alinearse con Hollywood. Hirsen no tiene empacho alguno en mostrar página a página los modos en que la industria del cine va imponiendo subliminalmente sus ideas a través de películas políticamente adulteradas, panfletos que se anuncian como fehacientes documentales y otros dramas varios que aprovechan la emoción del espectador para inculcar una agenda contraria a los principios básicos de nuestra civilización occidental, y particularmente de la nación norteamericana.
 
Faltaría aquí espacio para enumerar los ejemplos de películas y situaciones planteadas por Hirsen como paradigmas de ese sesgo marcadamente ubicado en la oposición a los valores de la tradición judeocristiana. Se trata, en cualquier caso, de una forma de agenda política que lleva a confundir realidad con ficción, noticias con hechos reales, entretenimiento con noticias. El caso español y de su academia cinematográfica no anda muy alejado de cuanto Hirsen expone, tal y como apuntó Juan Orellana al comentar un caso particular. En Hollywood Nation se muestra cómo la llamada "New Media" está revolucionando las noticias y sacando a la luz la falsificación y el activismo de los estudios cinematográficos, así como su cambalache con las posiciones más antiliberales y anticonservadoras de los intocables del mundo de la información y el entretenimiento.
 
La conclusión del libro es que el debate cultural y político lo está ganando, afortunadamente, la nueva forma de hacer noticias, más acorde con la verdad y los valores del pueblo norteamericano. Son esos valores y principios de la democracia liberal-conservadora, validados en sus decisiones en las urnas y corroborados en el notable hecho de la espectacular caída de asistencia del público estadounidense a las salas de cine. El lector todavía incrédulo sobre el activismo de Hollywood puede leer las páginas que Hirsen incluye relacionadas con el debate originado por la película de Mel Gibson sobre la pasión de Cristo; puede también penetrar en la propaganda antinorteamericana y antioccidental de las más recientes producciones de Hollywood.
 
La lectura de Hollywood Nation permite ir al cine con nuevos ojos y precaución ante lo que se nos muestra, escena tras escena, en muchas películas. Sólo así es posible entender la sutileza de los mensajes políticos, disimulados muchas veces, abiertos y devastadores otras, pero casi siempre nacidos de un activismo que niega una y otra vez todos y cada uno de los valores de la derecha liberal-conservadora.
 
He aquí, pues, otra herramienta para combatir la arrogancia cultural de las izquierdas, el vacío intelectual y la bancarrota moral de estos figurones de la progresía que se enriquecen del mismo capitalismo y de la nación que insultan. No se olvide que son esos mismos progres los que han apoyado siempre –y siguen haciéndolo– a los más grandes tiranos de la historia.
 
 
James Hirsen: Hollywood Nation. Left Coast Lies, Old Media Spin, and the New Media Revolution. Crown Forum (Nueva York), 2005. 272 páginas.
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