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'ESCRITOS POLÍTICOS'

Guardini, la serena firmeza de la sensatez

Cuando estaba a punto de concluir sus estudios en el Gymnasium, Hannah Arendt fue expulsada del mismo por organizar una pequeña revuelta estudiantil contra un profesor por el que se sentía atacada. Por ello, el examen final para concluir los estudios de bachillerato y así poder acceder a la universidad, el Abitur, lo tuvo que realizar por libre.


	Cuando estaba a punto de concluir sus estudios en el Gymnasium, Hannah Arendt fue expulsada del mismo por organizar una pequeña revuelta estudiantil contra un profesor por el que se sentía atacada. Por ello, el examen final para concluir los estudios de bachillerato y así poder acceder a la universidad, el Abitur, lo tuvo que realizar por libre.

El no tener que acudir al instituto, junto a la ayuda económica de un tío, le posibilitó asistir dos semestres a algunos cursos de aquella extraordinaria Universidad de Berlín de los años 20. Uno de aquellos grandes maestros que enriquecían sus aulas y fascinaron a Arendt era Romano Guardini (1885-1968), uno de los pensadores católicos más importantes del s. XX, quien en los oscurísimos años del nazismo sería apartado de la enseñanza por aquel monstruoso régimen. Tras aquel tremendo drama que atormentó a Europa, volvería a impartir su humanísima enseñanza en la Universidad de Tubinga.

Recientemente Ediciones Palabra ha reunido en un volumen los Escritos políticos de Guardini. Son un total de 20 trabajos, entre artículos y ensayos, precedidos por un prólogo de Alfonso López Quintás. Como quiera que su procedencia y características son variadas, el editor los ha agrupado por temáticas, lo cual facilita la hilazón de unos con otros en la lectura: libertad, responsabilidad y salvación; tarea de Europa: crear una cultura del servicio y el respeto a la vida; libertad, obediencia y plenitud de vida; riesgos y posibilidades de la vida personal-comunitaria; la formación para el diálogo y la paz en democracia.

Pero además de por los asuntos tratados, se podrían concertar por la huella que en ellos se percibe del momento en que fueron escritos. En unos se palpa la insatisfacción de fondo de la república de Weimar; en otros, el sufrimiento y las grandes cuestiones abiertas por la Segunda Guerra Mundial; por último, un humanista que con serenidad mira a la construcción de Europa.

En todos estos escritos, sea cual fuere el tema tratado, sea cual fuere el tiempo en que fueran redactados, encontramos un elemento común: el realismo. Todos ellos parten de mirar al hombre tal como es, no el que se imaginaban aquellas sangrientas utopías enfrentadas en la política y en los campos de batalla, comunismo y nazismo. Ciertamente no hay que prescindir ni del deber ser ni del deber hacer en la teoría política, pero el conocimiento de éstos ha de partir del ser del hombre real y no del soñado.

De ahí que, a fuer de realista, lo originario, aquello donde centra la mirada Guardini, sea que el hombre no es una cosa, sino una persona, con todo lo que esto comporta. Este mirar al hombre lo lleva a ir afirmando página tras página su apertura a la trascendencia, su dignidad y su libertad. Ésta no es un añadido, una concesión graciosa de ninguna configuración política, sino algo esencial tanto en la dimensión individual del hombre como en la social. Lo cual hace que sea un elemento articulador fundamental del pensamiento político. Pero ella, precisamente porque lo es de alguien que no puede vivir sin otros, es responsable; es la libertad de alguien que responde libremente a las preguntas que constantemente le plantean el mundo, los demás y Dios, y responde de las respuestas dadas.

Se trata de una libertad responsable y razonable, nunca arbitraria. Y como lo es entre los demás, con ellos y ante ellos, en su reflexión ocupa un lugar importante el poder y la obediencia. Alguien que ha vivido las más extraordinarias distorsiones de lo que sea una sociedad, el poder y la obediencia, así como la negación de la dignidad humana y su libertad, ofrece una reflexión sobre estos temas que no nos lleva a la reacción pendular que nos lanza a lo diametralmente opuesto. Guardini, para defender la libertad y la dignidad, no necesita anular el poder ni la obediencia, sino que la visión de lo que sea la libertad debe estar asentada en la escucha de la verdad y en la confianza no en un poder meramente humano que se tenga a sí mismo como último sustento, sino en el fundamento último que da sentido a toda realidad y también al poder. Y, por ello, que descubre el sinsentido del poder deshumanizado y de todo tipo de falacias en la esfera política.

Son sumamente interesantes las páginas de "El salvador en el mito, la Revelación y la política". En ellas, se descubre la autodivinización del totalitarismo, la conversión en religión del poder humano, la justificación de lo más terrible en la inmersión de la realidad en un proceso de mitificación. Aunque fueran una lectura originalmente del nazismo, bien se pueden aplicar a toda realidad política presente y futura, son una alerta permanente que no se debería arrinconar en el olvido. Todos los salvadores acaban sumiéndonos en lo meramente natural y terminan mutilando lo más humano, ser más que naturaleza, ser persona.

 

ROMANO GUARDINI: ESCRITOS POLÍTICOS. Ediciones Palabra (Madrid), 2011.

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