Colabora


Los enigmas del 11M

Mi tío de América

Editorial del programa Sin Complejos del domingo 11/9/2011

Alain Resnais es, junto a Jean-Luc Godard y François Truffaut, uno de los máximos exponentes de lo que se dio en llamar la Nueva Ola del cine francés, surgida en la década de 1950. Quizá ustedes lo conozcan por películas como "Hiroshima Mon Amour", "El año pasado en Marienbad", "Te amo, te amo" o "Stavisky", para la que contó con guión de Jorge Semprún.

Sus películas cubren muy diversos estilos, desde el documental puro al cine romántico, aunque siempre con una manera de hacer muy peculiar, muy experimental.

Una obra no muy conocida de Resnais lleva por título "Mi tío de América". Debido a su carácter híbrido entre una película clásica y un documental, no fue precisamente un éxito de taquilla, a pesar de lo cual es un film que merece la pena ver. En la película, Resnais narra las historias de tres personajes (uno de ellos un joven Gerard Depardieu, que comenzaba por entonces a madurar como actor), tomando esas historias como pretexto para explicar las teorías de psicología evolutiva del médico y filósofo francés Henri Laborit, quien aparece en la película explicando sus experimentos sobre conducta animal.

Así presentado, el guión parece de lo más poco atractivo y la película suena al típico coñazo del cine de autor con pretensiones intelectuales. Pero se trata de una película interesante, en la que Resnais sabe analizar la influencia que sobre nuestro comportamiento tienen las convenciones sociales, nuestras experiencias pasadas e incluso las películas de cine que vemos, que contribuyen a moldear nuestros gestos y nuestras expresiones mucho más de lo que la gente se imagina.

Una de las pautas de conducta descritas en la película por Laborit, y que más generalizada está entre los seres humanos, es la resignación irracional ante situaciones que nos hacen infelices. "Todos nosotros" - viene a decir Laborit en la obra de Resnais - "nos pasamos la vida rodeados de problemas que nos angustian. Pero, en lugar de encararlos, en lugar de enfrentarnos a ellos, en lugar de tratar de forjar nuestro propio destino, nos pasamos la vida resignándonos ante esos problemas, confiando en que algún día se morirá nuestro tío de América y recibiremos esa herencia inesperada que nos arreglará la vida. Y entonces todos los problemas desaparecerán y podremos, al fin, ser felices". Es esa tesis de Laborit, precisamente, la que da título a la película.

Evidentemente, ese tío de América es tan solo una metáfora. Pero es verdad que casi todos nos pasamos la vida esperando que suceda algo inesperado y sorprendente, algo que arregle de manera milagrosa esos problemas a los que no queremos o no sabemos enfrentarnos.

Y, por supuesto, la vida va transcurriendo sin que esos problemas lleguen nunca a arreglarse. Por la sencilla razón de que nuestro tío de América no existe.

Basta con mirar a nuestro alrededor, basta con interrogarnos nosotros mismos, para ver hasta qué punto es acertada esa descripción de Laborit. España se cae a pedazos, arrastrada a la ruina por un gobierno que nosotros, los españoles, hemos elegido por dos veces. Y la angustia de muchos ciudadanos es cada vez mayor, ante una situación presente desesperada y ante un futuro cada vez más incierto.

Y frente a eso, ¿cuál es nuestra reacción? Pues esperar. Pues esperar a que cambie el gobierno un día de estos y arregle la situación. Esperar a que Europa nos intervenga una semana de estas y nos salve del desastre en el último minuto. Esperar a que la economía internacional se recupere un mes de estos y nos rescate de la miseria.

Todos nosotros volvemos cada mañana nuestra cara hacia el buzón de correos, esperando encontrar allí el telegrama que nos informe de que nuestro tío de América ha muerto, haciendo desaparecer con su herencia todas nuestras cuitas. Pero no es verdad que haya nadie que vaya a sacarnos las castañas del fuego. No es verdad que los políticos nos vayan a proteger de las adversidades. No es verdad que nuestros problemas vayan a esfumarse porque Europa acuda en nuestro rescate. No es verdad que ninguna inesperada recuperación internacional nos vaya a librar de tener que luchar para sobrevivir.

La situación es catastrófica y el mundo entero se enfrenta a gravísimos desafíos, que no hacen sino complicar aún más la situación de nuestro país. Y no hay nadie que vaya a solucionar los problemas por nosotros.

El mundo es conflictivo, sí. Y la situación actual parece no poder ir peor. Y no existe ninguna garantía de que los problemas no se nos lleven por delante, ni a cada uno de nosotros individualmente, ni a todos juntos como nación. Es perfectamente posible que nos decidamos a jugar la partida y que terminemos perdiendo.

Pero precisamente es eso lo que hace que el mundo sea también tan maravilloso: porque al menos tenemos la oportunidad de encararnos con todo aquello que nos angustia y tomar nuestro destino en nuestras propias manos. Manteniendo la esperanza, sí, pero sin utilizarla nunca como excusa para la inacción.

¿Estamos al borde del abismo? Por supuesto. Pero precisamente por eso es más necesario que nunca que nos remanguemos y que nos pongamos a hacer todo aquello que nadie va a hacer por nosotros.

Auque para eso es necesario que dejemos de creer de una vez en nuestro inexistente tío de América.

Lo más popular

  1. Un documento certifica que el hermano de Sánchez atesora dos millones con sólo 273.000 euros en ingresos por su enchufe
  2. La Audiencia Nacional planifica con Francia investigar el espionaje con Pegasus a Sánchez con información de Israel
  3. Luis Herrero se retira a reflexionar: "Me aposté pinchos de tortilla y caña por doquier a que Sánchez dimitía"
  4. El Gobierno de Ayuso carga contra el "nuevo ejercicio de oscurantismo y deslealtad" de Mónica García
  5. EXCLUSIVA: Iñaki Urdangarin viaja a Camboya con Ainhoa Armentia, país en el que reside su hija Irene

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario