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Luis Herrero

Madrid is different

Creer que Casado está en condiciones de reproducir en toda España los resultados de Ayuso no deja de ser, hoy por hoy, una lucubración insensata.

Creer que Casado está en condiciones de reproducir en toda España los resultados de Ayuso no deja de ser, hoy por hoy, una lucubración insensata.
EFE

En la encuesta que publicó el sábado La Razón sobre la intención de voto en Cataluña hay un dato demoledor: Ciudadanos está a una sola décima de convertirse, en su lugar de nacimiento, en un partido extraparlamentario. Si dentro de dos meses hubiera que repetir las elecciones por falta de acuerdo entre las tribus independentistas, lo más probable es que la lista de Carrizosa, o de quien le tomara el relevo, se quedara fuera del Parlament. El vértigo que produce esa caída, teniendo en cuenta que hace solo cuatro años llegó a ser la fuerza más votada de la región, da idea de lo profunda que es la crisis en la que Inés Arrimadas ha metido a los suyos. De una cima si no se sale con vida.

No tengo ninguna duda, por lo demás, de que ese augurio demoscópico no es más que el anticipo de lo que va a pasar en Madrid. Si en Cataluña su intención de voto es del 3,1 %, ¿por qué debería superar la barrera del 5 % en un lugar donde los otros dos miembros del bloque de la derecha son mucho más fuertes que el? Es una pena que el partido que desacomplejó la batalla contra el separatismo catalán, que le plantó cara cuando otros se ponían de perfil, que trasladó al resto de España la esperanza de no tener que seguir dependiendo de chantajes nacionalistas, y que incluso llegó a ser favorito para ganar las elecciones generales, haya acabado de esta manera súbita y desesperada. Pero la pena no cambiar la realidad. Ciudadanos ha muerto de una rápida enfermedad que empezó cuando Albert Rivera, obnubilado por el olor del laurel, se olvidó de su vocación de bisagra y jugó a ser presidente del gobierno. Estaba a un tiro de piedra del PP y no hizo nada para evitar un gobierno social comunista investido con la complicidad del independentismo catalán. Desde ese mismo instante dejó de ser útil y los votantes le dieron la espalda. Luego gestionó con torpeza las parcelas de poder que había conseguido, aprovechando su tirón en la época de vacas gordas, tras los pactos autonómicos con el PP. Nerviosa por el deterioro electoral del partido, Inés Arrimadas buscó la sombra de un PSOE que estaba deseoso de desplazarse hacia el centro y acabó por convencer a su electorado de que no era un socio de fiar. Lo de Murcia fue el acabose.

La política española, siempre bipolar, de inspiración cainita, maniquea y frentista, echará de menos al partido que pudo poner sordina a los desvaríos de las dos Españas, la roja y la azul, como hizo antes con el CDS o UPyD. Ciudadanos ha sido el tercer intento de buscar una implementación de carácter nacional a las mayorías relativas de gobierno. Y no será el último. Todo vacío tiende a llenarse antes o después. Pero entretanto volvemos a los duelos al sol. El bipartidismo ha dado lugar al bi-bloquismo, que es más de lo mismo, pero un poco peor: los apéndices de la izquierda y la derecha extreman el enfrentamiento clásico entre PSOE y PP. El equilibrio de fuerzas, sin embargo, no es el mismo en uno y otro lado. En su flanco, los socialistas no ven amenazada su hegemonía porque Podemos está a muchos pueblos de distancia y no deja de perder fuelle desde hace un lustro. Los populares, en cambio, sienten el aliento de Vox en la nuca. Los de Abascal siguen en fase creciente.

Pablo Casado ve en las elecciones de Madrid la gran oportunidad de cambiar la tendencia. Ayuso no solo absorbe más del 50 % de los votantes de ciudadanos (según la encuesta que publica El Mundo este domingo), sino el 34,5 % de los de Vox, que parece abocado no solo a aminorar su crecimiento, sino a caer un punto y medio respecto a las elecciones del 2019. La gran pregunta es si esa deriva se mantendrá más allá del 4 de mayo. El sondeo de La Razón sobre el voto en Cataluña indica que no. Ese es el segundo dato interesante del estudio. Es verdad que el PP crece más que Vox, porque recoge la mayor parte de los restos del naufragio de Ciudadanos, pero los de Abascal también incrementan su estimación electoral y siguen muy por delante —casi tres puntos— de los populares. Creer que Casado está en condiciones de reproducir en el conjunto de España los resultados de Ayuso no deja de ser, hoy por hoy, una lucubración insensata. Madrid is different. Eso es, al menos, lo que dicen los hígados de las ocas.

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