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Maite Nolla

Homenaje a Bacigalupo

El típico señor muy de derechas que entiende perfectamente que la carrera judicial (a nivel de cargos, me refiero) se hace por la izquierda, hizo méritos en público y se mofó de la situación de don Javier.

También es mala pata que apenas con unos días de diferencia se publicara en el Boletín Oficial del Estado el nombramiento de don Enrique Bacigalupo como magistrado emérito del Tribunal Supremo y se conociera la sentencia que condena al plurirreino de España por las andanzas poco imparciales del mismo señor. Es de suponer que en la edición actualizada de septiembre de 2008 del libro de homenaje a Bacigalupo se incluirá un comentario a la sentencia y una nota a pie de página con el estupefaciente editorial de El País, "Prevaricó, sí". La sentencia que declara sin lugar a dudas que don Javier Gómez de Liaño fue condenado injustamente es un verdadero homenaje a Bacigalupo. Aunque me alegro mucho por don Javier, me fastidia que al final quienes paguen los asuntos de Prisa y de don Jesús, que en paz descanse, sean los contribuyentes. Si el juez parcial fue Bacigalupo, sólo o en compañía de otro, lo debería pagar él, aunque eso es harina de otro costal.

La primera vez que oí hablar del caso de Javier Gómez de Liaño fue en mi universidad; allí el típico señor muy de derechas que entiende perfectamente que la carrera judicial (a nivel de cargos, me refiero) se hace por la izquierda, hizo méritos en público y se mofó de la situación de don Javier acusándole poco menos que de meterse él solito en la boca del lobo. Curiosa que es una, me informé del asunto, me agencié los libros de don Javier (Pasos perdidos, La Casa de los momos, etc.) y llegué a la conclusión de que a este señor le habían condenado injustamente unos señores puestos en el Supremo para casos como éste (todo presuntamente, que luego nos empapelan). Porque Bacigalupo no llegó al Supremo después de arrastrar la toga por el polvo del camino, sino por sus relaciones con Felipe González y con don Jesús.

A don Javier tuve la suerte de saludarle personalmente el día de la presentación de La ciudad que fue, de Federico Jiménez Losantos. Me presentó a su mujer y fueron muy amables conmigo; me preguntaron por mi profesión, por la política en Cataluña y por Lérida y tuvimos un rato de conversación. Pasados unos años, mi conclusión provisional sobre el tema se eleva a definitiva, con una sentencia que lo declara expresamente.

La sentencia llega tarde, aunque llega, y no va a tener ninguna repercusión para el gran público en este país narcotizado en el que los telediarios empiezan a hablar en el minuto tres del tráfico, de las medusas, dela calor que hacey de las precauciones que deben ser tenidas en cuenta en piscinas, playas y pantanos; además de donde deja las drogas Amy Winehouse. No puede ser que un asunto como el de don Javier quede sólo para las tertulias; es doblemente injusto.

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