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Max Boot

En Siria, Trump hace lo que Obama

El ‘mundo civilizado’ no hace nada para poner freno a la carnicería.

El ‘mundo civilizado’ no hace nada para poner freno a la carnicería.
Donald Trump | EFE

Nuestras rencillas políticas domésticas pueden parecer insignificantes y triviales cuando se comparan con el horror que se está viviendo en Siria. Amnistía Internacional acaba de publicar un estremecedor informe que sostiene que entre 2011 y 2015 nada menos que 13.000 sospechosos de ser miembros de la oposición al régimen de Bashar al Asad fueron ahorcados clandestinamente en sólo una cárcel del régimen, conocida como Saydnaya.

El informe señala: "Cada semana, a menudo dos veces por semana, entre veinte y cincuenta personas son sacadas de sus celdas para ser ahorcadas, en mitad de la noche". A la mayoría los matan después de "haberlos sometido a repetidas torturas y privado sistemáticamente de comida, agua, medicinas y atención médica". Los detalles de las torturas y palizas son muy duros incluso de leer. "Los cuerpos de los asesinados en Saydnaya", prosigue el informe, "son retirados por un camión y enterrados en fosas comunes. Es inconcebible que estas prácticas realizadas a gran escala y de manera sistemática no hayan sido autorizadas por los escalafones más altos del Gobierno sirio".

Esto no es historia antigua, sino barbarie contemporánea: "Hasta la fecha, los detenidos siguen siendo transferidos a Saydnaya, y continúan los juicios en las cortes militares de Al Qabún. No hay, por lo tanto, motivos para pensar que las ejecuciones hayan parado".

Y, por supuesto, lo que pasa en Saydnaya es sólo una pequeña parte de los crímenes de guerra que se están perpetrando en toda Siria. Tras el terrible bombardeo de Alepo, las fuerzas aéreas rusas han puesto ahora su atención en la ciudad de Idlib. Reuters informa de que

al menos treinta personas han muerto en los ataques aéreos del martes en la ciudad siria de Idlib, controlada por los rebeldes. Han sido algunos de los ataques más intensos de los últimos meses.

En total, al menos 400.000 sirios han muerto y 11 millones abandonado sus hogares desde 2011. La inmensa mayoría de las atrocidades las han cometido el régimen de Asad y sus facilitadores rusos e iraníes. A ellos les corresponde la mayor parte del oprobio por estas atroces violaciones de los derechos humanos.

Pero Estados Unidos y el resto del mundo civilizado debe cargar con una pequeña parte de culpa por su complicidad en esta sangría. Casi todo se debe a las vacilaciones de Barack Obama, que se llenó la boca hablando de evitar atrocidades pero, tras el fiasco de la intervención en Libia, rehusó implicarse en Siria. Como ya he dicho antes, la masacre en Siria es una mancha indeleble en la presidencia de Obama, en el mismo sentido en que Bosnia lo habría sido para Bill Clinton si no hubiese intervenido para ayudar a detener las matanzas.

Pero Obama ya no está en el cargo y ahora las matanzas se están produciendo con Trump al mando. Como Obama, Trump no demuestra la menor intención de frenar los asesinatos masivos. A diferencia de Obama, está agravando las cosas insinuando que Rusia, que está instigando y secundando los crímenes de Asad contra la Humanidad, no es más culpable de matar inocentes que Estados Unidos, que se toma enormes molestias para minimizar los daños colaterales en sus operaciones militares.

Los Talleyrand de la Administración Trump parecen hipnotizados por el mismo espejismo que sus predecesores: la esperanza de que, como informa Jay Solomon en The Wall Street Journal, puedan de algún modo persuadir a Putin para que deje de apoyar la agenda de Irán, incluido su respaldo a Bashar al Asad. Dado que el propio Asad es un viejo aliado de Rusia y le proporciona bases militares en Oriente Medio, y que Irán es un buen cliente –cada vez mejor– de la industria armamentística rusa, es difícil saber cómo se podría conseguir que Putin cambiara súbitamente de postura. Lo cierto es que Obama nunca pudo sobornar a Putin para que apoyara la agenda americana, ni siquiera retrasando un sistema de defensa antimisiles previsto para Europa Oriental.

¿Quizá Trump va a subir la apuesta ofreciendo levantar todas las sanciones y abandonar de facto Ucrania (y posiblemente otros Estados de la Europa oriental) para ablandar a Putin? Todo es posible, pero aunque no fuese inmoral, sería poco práctico. Tiene poco sentido sobornar a Rusia para que abandone Siria, ahora que su intervención ya ha inclinado decisivamente la balanza a favor de Asad. Aunque Rusia diera ahora marcha atrás, Asad seguiría en condiciones de permanecer en el poder y seguir con su reinado de crímenes masivos. Irán, por su parte, se está haciendo rico con la venta de petróleo, y si Rusia no le vende armas se las venderá China. La amenaza iraní no desaparecerá, al margen de lo que haga Rusia.

La Administración también ha hablado de crear "zonas seguras" en Siria para que los refugiados puedan llegar a su casa. El presidente Trump ha discutido la idea con, entre otros, el rey de Arabia Saudí y el príncipe heredero de Abu Dabi, que al parecer han expresado su apoyo. Pero Obama había tratado anteriormente de aplicar una versión de este esquema en el norte de Siria y no logró nada, por la simple razón de que no había soldados en el terreno que pudiesen proteger la zona segura. La oposición siria no tiene las fuerzas para hacerlo. Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos no van a poner sus soldados en Siria, y aunque lo hiciesen es probable que consiguieran aún menos de lo que han logrado en el vecino Yemen.

¿Va a comprometer EEUU sus propias tropas terrestres por lo que es esencialmente una intervención humanitaria desprovista de cualquier estrategia de salida obvia? Dada la filosofía del presidente Trump –"América primero"–, parece bastante dudoso. En su lugar, Trump parece inclinado a hacer causa común con Rusia para combatir al Estado Islámico, la misma excusa que ya utiliza Rusia para justificar sus terribles bombardeos contra civiles.

Así que, con toda probabilidad, tendremos otra Administración titubeante mientras las matanzas prosiguen en Siria.

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