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Miguel del Pino

El caos jurídico de la segunda dosis de Astrazeneca

Un dos de mayo sanitario.

Un dos de mayo sanitario.
Vacuna de AstraZeneca contra la covid-19 | EFE

Tremendo desequilibrio en las colas para recibir la segunda dosis de vacuna anti Covid por parte de los ciudadanos obligados a elegir entre Astrazeneca o Pfizer. Una vez más han demostrado tener las ideas bastante más claras que los políticos que prefieren mirar para otro lado en lugar de tomar decisiones y afrontar responsabilidades.

Utilizar vacunas diferentes cuando son necesarias dos dosis se denomina vacunación heteróloga. No cabe duda de que se trata de un mecanismo anómalo que viene a constituirse en intento de solucionar las contraindicaciones que puedan haberse descubierto tras inocular la primera.

Como todo el mundo sabe en el caso de vacuna de la marca Astrazeneca, procedente de las investigaciones de Oxford, las dudas han surgido a causa de la aparición de trombos en un porcentaje de vacunados realmente mínimo y registrable en términos de décimas de unidades por millón, pero en cualquier caso alarmante desde el punto de vista de la opinión pública.

Por pequeño que sea el porcentaje de afectados por la contraindicación, algunos temen que les afecte "precisamente a ellos": No es lógico desde el punto de vista estadístico pero es innegablemente humano.

Tanto la vacuna de Astrazeneca como el resto de las autorizadas por la Agencia Europea del Medicamento han superado una serie de pruebas, tanto de eficacia como de agresividad en la respuesta que la legislación plantea en tres diferentes fases. La necesidad de una respuesta inmediata por parte de los laboratorios ante la morbilidad demostrada por la pandemia ha precipitado los plazos necesarios para las autorizaciones, pero las tres fases de la experimentación cabe admitir que se han respetado.

España había apostado fuerte por la vacuna de Astrazeneca y la inversión en los millones de dosis que se han considerado necesarias para complementar las de las otras marcas adquiridas o comprometidas ha sido ingente, de manera que la aparición de los famosos trombos puede considerarse una muy desagradable circunstancia al tiempo que una buena ocasión para que el Gobierno gobierne, es decir, para que reafirme el plan establecido, que incluye Astrazeneca, o que lo modifique en toda regla asumiendo las correspondientes consecuencias económicas y sociales. Algo que no se ha hecho.

La "solución" que se le ha ocurrido a nuestro ¿Gobierno? es plantear un supuesto experimento para comprobar si Astrazeneca es peligrosa o no. experimento fulminante y sin precedentes.

Cuando en este momento Astrazeneca no solo cuenta con la comprobación previa en tres fases que motivó la autorización de la Agencia Europea del Medicamento, sino sobre todo con la experiencia de los millones de ciudadanos vacunados, nuestro experimento, propio de un monólogo de Gila se ha basado en seiscientos voluntarios: seiscientos contra millones, esta es la proporción en que nos hemos basado.

Sin embargo no pretendemos defender la opción Astrazeneca, ya que respetamos las objeciones de quienes no se sienten seguros ante los precedentes por mínimos que puedan constituir los accidentes ocurridos: lo que es necesario es desmontar por insuficiencia en el tamaño de la muestra las supuestas comprobaciones realizadas por nuestros dirigentes sanitarios.

Del caos al "Dos de mayo"

Si la supuesta investigación de nuestro Gobierno con su muestra de seiscientos voluntarios resulta ridícula, la decisión de pedir una autorización documentada a cada ciudadano que va a vacunarse alcanza la calificación de patética. ¿Se trata de desviar la responsabilidad de la decisión hacia ellos?

Más que de dejación de funciones por parte de la autoridad sanitaria habría que hablar simplemente de cobardía; se trata de un traslado de responsabilidades de indudable nulidad jurídica ya que los ciudadanos no tienen por obligación que ser expertos en la toma de decisión sobre tan delicado tema; las autoridades sanitarias sí tienen la obligación de informar correctamente.

Dando muestras de decisión, de querer colaborar con la salud, propia y pública, y tomando sobre sus espaldas la responsabilidad de aumentar cada uno la proporción de vacunados, protegiendo así a la colectividad, los ciudadanos han elegido de forma abrumadoramente mayoritaria la cola para vacunarse de la segunda toma con la misma marca de la recibida en la primera dosis. La inmensa mayoría está rechazando la vacunación heteróloga.

Estas personas, que asumen una responsabilidad que correspondería a sus gobernantes deberían hacer reflexionar a estos. Una vez más, y mira que viene siendo frecuente en la Historia de España, el pueblo ha superado a sus gobernantes; en las colas para elegir entre segunda de Astrazeneca o vacuna heteróloga "se ha armado el Dos de Mayo".

Es posible que para llegar a la decisión de ponerse en la cola que indica el sentido común sin responder al desconcierto de dudas creado por la información oficial, los ciudadanos han tenido que pasar por un largo calvario de informaciones "oficiales" confusas, contradictorias o equivocadas.

Algunas campañas oficiales de información sobre la Covid han llevado a confesar su desconcierto a algunos de los supuestos responsables, como es el reciente caso de las desalentadoras declaraciones del Licenciado Simón, cuya trayectoria durante la pandemia termina por pasarle factura.

Realmente es el español un pueblo admirable.

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