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Pablo Molina

Salvadora y su muchacha

Irene Montero debería abrir un expediente a la delegada del Gobierno en Ceuta por sus declaraciones clasistas, pero ella misma ha sido denunciada.

Irene Montero debería abrir un expediente a la delegada del Gobierno en Ceuta por sus declaraciones clasistas, pero ella misma ha sido denunciada.
Salvadora Mateos, delegada del Gobierno en Ceuta. | EFE

La Delegada del Gobierno en Ceuta, Salvadora Mateos, ha puesto el dedo en la llaga al analizar los problemas que suscita la utilización del sistema Schengen en la regulación de los flujos migratorios de la frontera sur de Europa. Es que Salvadora se ha quedado sin muchacha y, como ella, otras cuatro mil ciudadanas ceutíes que contratan los servicios de asistencia doméstica con mujeres marroquíes, la mitad de las cuales lo hace de manera ilegal. ¿Cumple la delegada socialista con la legislación laboral y de la Seguridad Social en relación con su empleada o se hace un Echenique, como acostumbra la gente de mucho progreso? No hay por qué dudar de que lo esté haciendo correctamente pero, en caso contrario, nos vamos a enterar en cuestión de unos días dado que estas cosas acaban saliendo aunque no tengan consecuencias, porque los progres están liberados de cumplir lo que exigen a los demás.

Pero no pasemos por alto el drama personal de Salvadora. "En Ceuta -resumió la Alta Carga socialista- , sobre todo las amas de casa estamos deseando que venga la muchacha; te lo digo empezando por mí, que estar trabajando aquí por la mañana y estar de limpieza por la tarde, la verdad es que cuesta".

La frase es terrible porque pone de manifiesto que la pareja de la Delegada del Gobierno no comparte las tareas del hogar, humillación heteropatriarcal intolerable que debería haber encendido ya todas las alarmas del Ministerio de Igualdad. Pero es que en los ambientes socialistas hay un machismo subyacente que si se detectara en otros círculos políticos abriría los telediarios de La Sexta durante varios días.

A Cándido Méndez, entonces al frente de la UGT, lo entrevistaron hace unos años con motivo del Día de la Mujer Trabajadora y, tras soltar una homilía sobre los derechos de las mujeres y la necesidad de compartir las tareas en el hogar, reconoció que él no entra a la cocina de su casa como no sea para abrir la nevera, porque es "un negado para las cosas de casa". Con un par.

Pero el verdadero precursor de la Salvadora fue un concejal socialista de Murcia, que en mitad de un pleno pidió acortar su duración para que "las compañeras puedan conciliar su vida laboral y familiar". Le faltó añadir "que las pobres deben tener mucha plancha", pero los abucheos de las concejalas de los grupos rivales le obligaron a bajar el micro y reflexionar.

Irene Montero debería abrir un expediente informativo a la delegada del Gobierno en Ceuta por sus declaraciones clasistas, pero ella misma ha sido denunciada por denigrar a sus empleadas, encargándoles tareas ajenas a su desempeño habitual.

La ninistra quiere tener a su servicio a muchachas como las que ayudan a Salvadora. No llegan a los extremos de aquellos anuncios de los años 50, donde las familias adineradas solicitaban en el ABC criadas "a poder ser, de nombre Rufina", pero todo se andará. Ténganlo en cuenta la próxima vez que los izquierdistas salgan en los medios denunciando que "este país" es una insufrible dictadura heteropatriarcal.

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