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Pablo Planas

Bulos separatas: fabricación y manejo

Lo que está ocurriendo en Ucrania es una bobada. A los independentistas catalanes les bombardean a base de spams.

Lo que está ocurriendo en Ucrania es una bobada. A los independentistas catalanes les bombardean a base de spams.
Ronan Farrow, el autor de los publirreportajes. | Flickr/CC/UN Women Gallery

El Estado español ha entrado a saco en la vida privada de sesenta dirigentes del separatismo catalán porque tiene acceso a todo el contenido almacenado en sus teléfonos móviles gracias a un programa informático desarrollado/urdido por exagentes del Mossad y vendido a España con el visto bueno de Israel. Hasta ahí la entradilla. El independentismo catalán ha sido víctima de la mayor operación de espionaje de la historia mundial. Un departamento de la Universidad de Toronto, una empresa de Tel Aviv, la revista The New Yorker, el hijo de Mía Farrow y Woody Allen y un informático independentista son los ingredientes de la última gran operación propagandística del separatismo financiada con dinero público. Si hay alguien en el Tribunal de Cuentas a quien aún le interese la malversación de fondos públicos a favor de la república catalana que siga leyendo, por favor.

La propaganda independentista ha pasado de pantalla y ya no tiene nada que ver con aquellos "Visite Cataluña" a dos páginas que pagaba Pujol en los periódicos ingleses y alemanes. Ahora se insertan publirreportajes en The New Yorker firmados por Ronan Farrow, niño prodigio enfrentado a su padre y ganador de un Pulitzer por el caso de Harvey Weinstein, el productor rijoso de Hollywood condenado a 23 años de prisión. Sin embargo, Ronan no goza de un gran crédito informativo. La Vanguardia se hacía eco hace un año de las dudas acerca del trabajo periodístico del célebre sujeto publicadas por The New York Times. Aludía el periódico del conde de Godó a informaciones suscritas por Ronan sobre supuestos seguimientos a las denunciantes del productor y que el matutino de Manhattan ponía en entredicho.

Tanto da The New Yorker (no confundir con The New York Times) publica una historia en la que se afirma que dirigentes catalanistas fueron espiados por malandrines agentes del Gobierno español desde 2015 y hasta ahora mismo. Se basa en las indagaciones de un "laboratorio informático" de la Universidad de Toronto con el que colabora un informático separatista. Y esa es la base de la mayor vulneración de los derechos humanos de la historia. ¿Los bombardeos de Ucrania? Una chorrada en comparación con el infierno digital de Cataluña.

Lo que está a punto de conseguir el separatismo es el mayor bulo de la historia, un pedazo de noticia fake. A tal efecto resulta recomendable leer con atención el reportaje de Farrow, que delata a su fuente principal, Elies Campo, es un exempleado de WhatsApp y Telegram independentista que tras hacer fortuna en Silicon Valley ha vuelto a Cataluña porque "siento que en cierto modo es una especie de deber". La historia va de asesinatos de periodistas y diplomáticos, de crímenes, abusos y atropellos facilitados por un programa informático de una empresa en quiebra denunciada por WhatsApp por haber descubierto sus entradas secretas.

Un directivo de Microsoft declara a Farrow que todo tipo de gobiernos han comparado esa tecnología. El jefe de la empresa aduce que solo venden el programa a Gobiernos serios. La competencia alega que se lo venden también a la 'Ndrangheta y el periodista aliña la estampa con el nacimiento de la empresa en el gallinero de un kibutz, versión israelí del garaje californiano.

Más cine. En Europa hasta la policía de Bélgica dispone del programa y un funcionario de ese país declaró al magazine que Pegasus "es como un arma... Siempre puede ocurrir que un individuo lo use de manera incorrecta". Israel habría prohibido la venta a Ucrania, según el reportaje. Se trataba de no ofender a Putin, al parecer. Y tras un par de párrafos más, entra en escena Pere Aragonès, que declara al avezado periodista que "no somos delincuentes" y que "lo que queremos de las autoridades españolas es transparencia".

Resulta que del reportaje se infiere que la empresa habría vendido el programa a España porque el responsable al que cita el hijo de Woody Allen dice que las autoridades españolas hacen un "uso legítimo" de Pegasus. Pues no hay más que hablar. España espía a Aragonès. Y a Torra y a Puigdemont también. Y que no falte Mas. Así se construyen los bulos, así se fabrican los infundios, así se hacen las fake news. Lo que está ocurriendo en Ucrania es una bobada. A los independentistas catalanes les bombardean a base de spams. Y si hacen clic les jaquean las fotos de la última butifarrada por la libertad. Vaya horror. Y el caso es que tras más de sesenta móviles intervenidos no ha trascendido ni una sola infidelidad. Es verdaderamente heroico.

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