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Pablo Planas

Colau, Torra y el 17-A

Para Torra más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña no deben ser catalanes. Los golpistas están crecidos desde que Sánchez les da cuartelillo.

Para Torra más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña no deben ser catalanes. Los golpistas están crecidos desde que Sánchez les da cuartelillo.
Colau y Torra tras una reunión el pasado mes de junio. | EFE

Los dirigentes separatistas no se cortan un pelo. Creen que Cataluña es suya y actúan en consecuencia. Que dicen que no han invitado al Rey al homenaje a las víctimas de los atentados islamistas de Barcelona y Cambrils, el 17 de agosto del año pasado. Para más inri organiza el ayuntamiento de Colau. La alcaldesa patrona de los manteros en funciones de maestra de ceremonias con la supervisión de la Generalidad republicana. Y al fondo, familiares y amigos de las 17 víctimas mortales más decenas de supervivientes y acompañantes.

Los muertos y heridos ya fueron lo de menos cuando la Generalidad le montó una encerrona al Rey en la manifestación posterior a los atentados. Repartieron carteles en los que se le acusaba de armar a los terroristas de las furgonetas y las bombonas y pusieron a los escuadrones de la ANC y Òmnium en las primeras filas para escupir su odio a las autoridades no catalanas. Ya eran Estado. Lo demostraban abatiendo terroristas. Más todo aquello de las familias de los asesinos en los atriles del duelo, la empatía con los "soldados" de la yihad, buenos muchachos descarriados, los llamamientos a no demonizar los velos. Las insidias contra el CNI, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Cualquier cosa menos palabras para las víctimas. Miraban todo aquello y sólo se les ocurría gritar "¡independencia!".

Dejó caer Colau antes de desaparecer por vacaciones que pretende un acto sobrio centrado en las víctimas. Será cualquier cosa menos eso porque Torra y los separatistas lo quieren convertir en una bronca monumental contra el Rey y contra España y Colau en alguna cosa multicultural que no ofenda la sensibilidad de los imanes. Y la van a liar mucho más gorda que en los Juegos del Mediterráneo o en la entrega de las becas Princesa de Gerona en un salón de bodas.

El presidente Torra ha decidido además que más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña no existen. No se dirige a ellos. Les ignora soberanamente. Para él no deben ser catalanes. Los golpistas están crecidos desde que Sánchez les da cuartelillo. Que el presidente del Gobierno dijera el viernes que no abrirá "ni una vía judicial más" contra ellos es una señal convenida. Manga ancha, vista gorda y paso atrás. Ese el plan Sánchez para Cataluña. Y los millones para desconectar.

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