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Pablo Planas

El "mal camino" de Arrimadas

Los separatistas catalanes denuncian sin que se les caiga la cara de vergüenza el supuesto retroceso de la democracia en España.

Los separatistas catalanes denuncian sin que se les caiga la cara de vergüenza el supuesto retroceso de la democracia en España.
Inés Arrimadas, en una imagen de archivo | EFE

Los separatistas catalanes denuncian sin que se les caiga la cara de vergüenza el supuesto retroceso de la democracia en España. Están en riesgo derechos y libertades fundamentales, alertan personajes como Torra, Puigdemont y Rufián. Ahora mismo no paran de dar la brasa por la prohibición de que en TV3 llamen "presos políticos" a los políticos presos por golpistas.

Pasa que en esta especie de régimen totalitario que dicen que es España, el separatismo manda en Cataluña, dispone de la Generalidad y del Parlamento regional para dar cobertura y apariencia de legitimidad democrática a su golpe de Estado continuado.

Todo lo que reivindican los nacionalistas es lo que pisotean a la primera oportunidad que se les presenta. ¿Libertad de expresión? No hay más que ver TV3, el sesgo informativo y el perfil de la inmensa mayoría de sus colaboradores para comprender lo que los separatistas entienden por libertad de expresión. ¿Democracia? Pero si han secuestrado el Parlament.

La última intervención de la dirigente de Ciudadanos Inés Arrimadas en la Cámara desvela el auténtico cariz del separatismo. El vicepresidente primero del Parlament, el ultranacionalista Josep Costa, debe creer que el presidente de la Generalidad es un semidiós al que se tiene que adorar y mostrar sumisión, o algo por el estilo. De otro modo no se explica que haya interrumpido a la diputada Arrimadas cuando recordaba aquellas palabras de Torra sobre las "bestias con forma humana" dirigidas a los españoles, catalanes incluidos, que no entienden catalán.

Al citado Costa se le ha visto nerviosito. Al menos en dos ocasiones ha cortado a Arrimadas para decir que el presidente de la Generalidad es sagrado. En medio de sus obtusos y confusos balbuceos se ha podido intuir que no toleraba que la diputada aludiera a la doctrina supremacista de Quim Torra porque cuando el susodicho escribía que los no nacionalistas son unas bestezuelas querulantes y descerebradas con interrupciones en el ADN no era presidente de la Generalidad sino un particular. Y que ahora que es presidente de la Generalidad, pues requiere un trato como de sultán en Brunei o comendador de los creyentes en Marruecos.

Costa, de la cuerda de Puigdemont, sustituía al presidente de la Cámara, Roger Torrent, de la Esquerra, que estaba siendo atendido por los servicios médicos a causa de un vahído y volvió raudo y veloz a su puesto al ser advertido del incendio que estaba causando el vicepresidente primero, pero el desastre ya no tenía remedio. Costa, de Junts per Catalunya, la Crida y el Consell per la República, pata negra del círculo Puigdemont, ya había enseñado de qué libertad y democracia hablan cuando hablan de democracia y libertad. "Va usted por mal camino", llegó a decirle a Arrimadas.

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