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Pablo Planas

Los jueces, el Rey y las cortinas de humo

De Torra cabe esperar cualquier cosa porque sólo hace caso a Puigdemont y no está claro que entienda las instrucciones. Sánchez no es mucho más fiable.

El Gobierno del doctor Sánchez depende del Gobierno regional de Chis Torra y ambos están en minoría. ¿Qué puede salir mal? Tanto Sánchez como su segundo, Pablo Iglesias, se muestran convencidos de que los separatistas votarán a favor de los Presupuestos Generales del Estado. Torra dice que no se plantean ni negociar mientras haya independentistas presos, pero el más notable de ellos, Oriol Junqueras, recibirá este viernes en prisión a Iglesias para negociar lo que sea menester.

El curso de la política catalana no pasa por el Parlamento y la Generalidad, reducidos a cenizas por los suplentes de Puigdemont y Junqueras, sino por la cárcel de Lledoners y una mansión en Waterloo que iba a ser la casa de la república catalana, pero ya no. La guerra intestina de los golpistas se ha llevado por delante el pinturero Gobierno paralelo de Puigdemont en Bélgica, la mayoría separatista en la Cámara catalana y la apariencia de unidad de un frente con dos líderes que no se hablan.

Salvo que surtan efecto las brutales presiones bajo mano del Gobierno a jueces y fiscales y decaiga el cargo de rebelión, ERC votará lo contrario que el PDeCAT y al revés. Es decir, que no habrá Presupuestos, ni en Madrid ni mucho menos en Barcelona, lo que no significa en absoluto que Sánchez o Torra tengan que convocar elecciones.

De Torra cabe esperar cualquier cosa porque sólo hace caso a Puigdemont y no está claro que entienda las instrucciones. Sánchez no es mucho más fiable. El recurso al Tribunal Constitucional por la reprobación al Rey es una cortina de humo, como las bravatas de Josep Borrell contra el presidente del Parlamento de Flandes, Jan Peumans, y el representante de esa región en Madrid por apoyar las tesis separatistas. Pura impostura cuando se han tolerado sin pestañear desaires más graves tanto en Bruselas como sobre todo en Berlín.

Puede parecer que con esos movimientos, o al asumir la defensa en Bélgica del juez Llarena, el PSOE no cede a las pretensiones golpistas, pero las declaraciones a favor de la puesta en libertad de los golpistas de varios ministros ya dejaron claro que el Gobierno no está con los jueces, sino por una "solución política" que pasa por dinamitar uno de los dos diques de contención con los que han topado los golpistas. El otro es el Rey, que no sólo ha sido reprobado. La Generalidad dijo hace meses haber roto relaciones con la Casa Real sin que ello suscitara la más leve reconvención por parte de Sánchez. Los jueces y fiscales, como el Rey, están solos frente a los golpistas.

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