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Presente y pasado

El toque carolingio-pujólico

Ponen en duda algunos la autenticidad de los personajes de la polémica inter-nacionalista y, la verdad, confieso que a veces también yo he sospechado si no serán invenciones de mi corresponsal de Reus, doña Mercè Riera. Espero que ella no se ofenda por esta duda que podríamos llamar metódica, porque la verdad es que a continuación he leído blogs, foros y textos varios de los nacionalistas, y no tengo más remedio que confiar en ella: Bofarull, Aixa, Brétemas y los demás solo pueden ser perfectamente reales, incluso mucho menos extremistas y más intelectuales que tantos otros que uno oye o lee cada día. Muchas gracias, doña Mercè, por sus envíos, y perdone unas dudas que por mi parte, como ya le indiqué, son puramente cartesianas; por lo demás, no se preocupe de escépticos y descreídos, que esos nunca han ido a ninguna parte.

Y he aquí lo que el señor Bofarull i Bofarull, de la Pompeu Fabra, ha replicado a doña Aixa Modrejón Cogolludo. Una respuesta que, a fuer de sincero, me ha dejado perplejo, pues me había parecido que doña Aixa tenía toda la razón del mundo en llamar la atención a unos polemistas que se estaban desmadrando un poco. Pero tras leer al señor Bofarull, la verdad, ya no sabe uno a qué carta quedarse. Porque el rigor carolingio también debe ser tenido en cuenta. Vamos, digo yo:

"He hecho polvo, materialmente, los argumentos del pretencioso pedante señor Carballeira O'Flanaghan, de la Universidad de Princeton –eso dice él, habría que ver qué hace en esa universidad–, el cual ni ha osado a replicarme. Aclarada la cuestión, me dedicaba yo, tan tranquilo, a mis tareas investigadoras, docentes y creativas, cuando unos alumnos me han mostrado las memeces vertidas por algunos individuos contra mí y, lo que es más grave, contra Cataluña. ¿Qué hacer? Pensé no gastar un minuto con gentes tan ineducadas e intolerantes, pero no podría callar sin hacerme cómplice de los desvaríos de unos personajillos grotescos, anticatalanes y anticientíficos, que siembran la confusión, dividen nuestras fuerzas y obran de hecho como agentes provocadores del nacionalismo español. Y me da igual si lo hacen pagados o gratis, y hasta con buena intención. Todo tiene un límite, y las buenas intenciones no pueden justificar la estupidez, la falsedad y la ignorancia.

Ha destacado por su falta absoluta de seny el señor Eguaraz Hernandorena, quien con inenarrable desvergüenza me exige reconozca, con el corazón en la mano, que los vascos bla-bla-blá, y los catalanes están muy por debajo de ellos en el hecho diferencial nacional. Muy bien, pues con el corazón en la mano dígame usted, lenguaraz Eguaraz: ¿Son los vascos tan europeos y civilizados como los catalanes, ein? ¿Tienen algo de carolingios, ein? Lea y medite, buen hombre, si se lo permiten sus cortas entendederas, estas frases simplemente iluminadoras del Molt Honorable Jordi Pujol, pronunciadas en una visita internacional a Aquisgrán, sede del gran Carlomagno: "Cataluña nació como pueblo y como nación hace mil doscientos años, como una marca fronteriza del Imperio de Carlomagno. Cataluña es el único pueblo del Estado español que nace ligado a Europa, y no, como los demás, como una reacción autóctona del legitimismo visigótico contra los musulmanes". ¿Se entera usted, buen hombre?

Si el orate Sabino Arana –sí, orate, aunque duela–, nos insultaba a los catalanes tratándonos de españoles, lo cual precisa una falta de pudor, de espíritu académico y de actitud dialogante difícilmente superable, si aquel orate, insisto, y si le pica se rasca, suelta tales dislates, nosotros, catalanes auténticos, esto es, nacionalistas, podemos afirmar sin faltar en lo más mínimo a la verdad histórica que ustedes, como los demás pueblos de la península, gústeles o no, a duras penas pueden llamarse europeos, y de carolingios, desde luego... ¡venga, hombre! A nosotros nos enorgullece nuestro carácter tolerante, nuestro seny, nuestro ese no sé qué tan difícil de definir, pero evidente para cualquier observador imparcial, que nos sitúa a otro nivel, ¿comprende usted? Y le dejo, pobre señor Eguaraz, por compasión no quiero pulverizarlo a usted, que tanta envidia demuestra ante la formación universitaria de otros. ¡Firma usted "Sin otro título que el de Buen Vasco"! Mire, muchacho, no quiero hacer sangre, pero créame que le vendría bien algún curso en la Pompeu Fabra, para quitarse algo del pelo de la dehesa.

En cuanto a las chillonas, indoctas e ignaras tiradas del señor Brétemas sobre nuestro héroe y mártir nacional, el inolvidable Rafael Casanova, a quien homenajeamos fervorosamente los auténticos catalanes cada 11 de septiembre, y su torpe intento de sustituirle por Villarroel, las pasaré por alto: él mismo se califica con tales sandeces.

Más lamentable me ha parecido que la oficiosa doña Aixa Modrejón Cogolludo dé a entender que Casanova pudiera ser un botifler, pero que lo que cuenta es que el pueblo crea otra cosa: mire usted, doña Aixa, eso podría valer para Andalucía, pero no para aquí. Aquí la gente no se deja engañar, porque el espíritu científico, racional y progresista está tan arraigado en la mente catalana, que no acepta cualquier bobada simplemente porque halague su fantasía. Si Casanova es nuestro héroe nacional se debe a que su heroísmo está perfectamente contrastado por las más rigurosas investigaciones históricas. No hay ahí mito, no hay capricho, no hay autoengaño, créame. En la Pompeu Fabra lo tenemos muy claro.

Usted, doña Aixa, es andaluza o andalusí, y como tal árabe-africana, como muy bien indicaba su buen líder Blas Infante. Pueden ustedes creerse, si quieren, el cuento ese de los "baños de rechupete" andalusíes mientras los catalanes no nos lavábamos, y no voy a poner en cuestión las excelsas cualidades de la civilización andalusí ni su derecho a mandar a paseo a la maldita España. Pero es indudable que ustedes, como africanos, cultivan más la fantasía que la razón, y no me llame racista por señalar esta evidencia. Cada pueblo tiene sus peculiaridades, para qué, si no, querríamos separarnos de la infame España, sin que ello entrañe ninguna superioridad o racismo. Bien al contrario, nosotros partimos de la tolerancia y la aceptación del "otro", ¿entendido?, de una postura auténticamente progresista, y por eso no vemos inconveniente en aceptar que a ustedes les distingue la fantasía como a nosotros el espíritu científico, a ustedes la cultura africana como a nosotros la europea; a ustedes el toque arábigo como a nosotros el carolingio. A cada cual lo suyo, y todos tan contentos y bien avenidos, ¿no le parece?

¡Ah!, y eso de que Modrejón Cogolludo significa en árabe "la doncella dorada bajo la fuente", mejor cuénteselo a sus compatriotas andaluces, pero, por favor, no lo diga en Cataluña, ¿eh?, porque puede que nos dé un ataque incontenible de risa y nos tengan que llevar a la UVI, sea usted caritativa. ¡Y lo del Colón islámico... verdaderamente su fantasía oriental me desborda, doña Aixa, cuando todo el mundo algo informado conoce su catalanidad indiscutible....En fin, y usted, señor Brétemas, no se haga ilusiones: jamás su Villarroel sustituirá a Casanova en el corazón de los auténticos catalanes, ya puede usted subirse por las paredes o cantarlo en flamenco. Siga con sus fantochadas sobre el rey Miro y déjenos en paz a los catalanes, ¿vale? Volviendo al lenguaraz Eguaraz, es verdad que conmemoramos una derrota, pero una derrota digna y heroica, no una derrota vergonzosa y traicionera como alguna no tan antigua y de la que ustedes saben mucho, ¿eh? En pro del buen entendimiento entre los nacionalismos catalán y vasco me abstendré de entrar en detalles, pero quizá la palabra Santoña le suene a usted a algo.

Con la esperanza de que hayan entrado ustedes en razón y no tenga yo que perder más tiempo en clarificar hechos tan elementales, les saluda con el más tolerante y pluralista espíritu carolingio

Francesc Bofarull i Bofarull, de la Universidad Pompeu Fabra y ex detective.

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**** "Escandalosa burla a los contribuyentes. Menos de veinte diputados acuden al pleno del Congreso".

Bueno, bueno, menos escándalo. Nuestros diputados son hedonistas y pluralistas, y tienen muchas más cosas en qué divertirse que el parlamento, donde no siempre están ocurrentes y se aburren. Han convertido las Cortes en una progresista peña de amigos de la trola, el choriceo y el puterío, y fíjense en lo bien que les va, lo orondos y sonrientes que salen en las fotos. Claro, tanta felicidad tiene que levantar mil envidias en este país de envidiosos y reprimidos.

**** Fíjense en la señora Cospedal: "Los críticos no son tantos, y además no están organizados". ¿A qué me suena esto? Ah, sí, a mis tiempos del centralismo democrático: nada de crítica, nada de democracia, los jefes (¡y las jefas!) son sagrados. Exige a los críticos que den la cara, pero los pobrecillos, ¿cómo van a osar tal? Están totalmente intimidados por la valentona. ¡Y cualquiera no se echa a temblar!"Es totalmente descabellado que la secretaria general de mi partido nos insulte", gime uno de ellos. Teme que la Cospedal le descabelle.

**** "Rodríguez Ibarra arremete contra "los medios de la derecha extrema digital". Al ex bellotari quien le va es el héroe de Paracuellos, a quien homenajeó calurosamente cuando su 90 cumpleaños. Después de todo, Carrillo fue jefe de las juventudes de su partido cuando lo del 34, uno de la casa, vamos, y ya aclaró Zapo que el PSOE nunca ha cambiado en sus valores y aspiraciones. Extrema derecha, dice el tío, como Carrillo decía "fascistas", un término hoy desgastado en exceso. Afinidades y reflejos que nunca se pierden.

**** http://lin1.hidehost.net/%7Econvivenci/images/stories/centinela_c_franceses.pdf

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"Una nieta de Juan Negrín denunciará a los jueces que paralizaron las exhumaciones"

Hace bien. Podrían empezar exhumando a las incontables víctimas y desaparecidos, tanto de derechas como de la propia izquierda, causadas durante el mandato de su abuelo por el SIM, organizado este a imitación de la policía política soviética.

Véase al respecto un artículo de 2004 (Ruego le den la máxima difusión):

Los auténticos olvidados

Por Pío Moa

El caso más publicitado es el del comunista no ortodoxo Andrés Nin, salvajemente torturado y luego asesinado por la policía política soviética en una de sus prisiones secretas en España, prisiones que escapaban al control del propio Frente Popular español. Sin embargo su caso es tan sólo un ejemplo entre muchos.

Sólo por mencionar algunos casos que podrían incitar a investigar a los de la "memoria", encontramos en el libro comunista Guerra y revolución en España, editado en Moscú, denuncias como éstas contra los anarquistas que habían conquistado la mitad de Aragón: "La violencia y el terror continuaron campando por sus respetos". "Se perseguía, y aun se ejecutaba a los campesinos que se resistían a entrar en las llamadas colectividades agrícolas o por simples venganzas personales. En la zona del Cinca, en una noche fueron asesinados 128 campesinos (...) En Esplús, en un solo día aparecieron muertos 23 afiliados a la UGT" (tomo III, pgs. 262 y 264). O bien: "Cuando [los anarquistas] fueron al campo llevando consigo la antorcha de la revolución, lo primero que hicieron fue arrebatar al campesino todo medio de defensa... y una vez conseguido, le robaron hasta la camisa" (II, p. 30). Aparte de los asesinatos directos, estos desmanes dejaban a muchos labriegos al borde de la muerte por inanición, y bastantes de ellos llegaron probablemente a tal extremo.

Por su parte, los anarquistas acusan a los comunistas en testimonios como los de José Peirats en su libro Los anarquistas en la crisis política española: "Nunca llegó el crimen a extremos de tanto refinamiento como a partir del 15 de mayo de 1937. Es decir, a partir de cuando el gobierno [del Frente Popular] se jactó de ser dueño de los resortes del poder. A partir de entonces se cometieron los crímenes más horrendos de nuestra historia política. Las mazmorras de la GPU se multiplicaron como infiernos de Dante (...) El 2 de julio se celebró en Tarragona el consejo de guerra contra los supervivientes de las masacres cometidas por los comunistas en aquella misma ciudad en ocasión de los hechos de mayo [se refiere a la pequeña guerra civil en Barcelona entre anarquistas y un sector marxista, por un lado, y los comunistas y los nacionalistas de Companys por otro, que causó cientos de muertos]. En mayo, 36 militantes de la CNT habían sido asesinados en Tarragona por los comunistas del PSUC" (p. 243).

El periódico cenetista Solidaridad Obrera mencionaba, sobre esos sucesos, "Los cadáveres espantosamente mutilados de 12 jóvenes de la CNT de San Andrés (barrio extremo de Barcelona)" o "Los 5 del rondín de Eroles, asesinados también", o de otros quince asesinados también en Tarragona, y otros en diversos puntos de Cataluña. Menciona también el caso del libertario italiano Camilo Berneri (p. 234).

La dirigente anarquista Federica Montseny denunció la práctica comunista de secuestrar a rivales políticos, "Meterles en una casa particular (...) sacarles por la noche y asesinarles" (p. 247).

Orwell también menciona "Las cosas más terribles. (...) Heridos arrastrados fuera del hospital y arrojados a la cárcel, gentes apretujadas en repugnantes mazmorras, presos golpeados y muertos de hambre", etc.

El citado Peirats retrata así al célebre SIM (Servicio de Información Militar), creado por Prieto, bajo el mandato de Negrín, a iniciativa de Orlof, jefe de la policía política de Stalin en España: "Era una red policíaca que se extendía por las pequeñas y grandes unidades del ejército y por el interior de los partidos y organizaciones, vigilando estrechamente las actividades de sus militantes (...) La táctica terrorista más inhumana era todo el secreto de sus éxitos. Pero este mismo sistema de tortura era aplicado a los elementos antifascistas no comunistas". Tenía también sus propios campos de concentración (p. 247-9).

Sobre los métodos del SIM cuenta de pasada Azaña: "Denuncias sin firma del SIM. Unos mozalbetes condenados a muerte por cantar un himno. El delator no sabía cuál era. Malos tratos: uno sordo, otro ciego" (Memorias de guerra, p. 387).

El anarquista Abad de Santillán escribe en Por qué perdimos la guerra: "Las torturas, los asesinatos, las cárceles clandestinas, la ferocidad con las víctimas culpables o inocentes, estaban a la orden del día (...) Lo ocurrido en las checas comunistas cuesta trabajo creerlo. En el Hotel Colón de Barcelona, en el casal Carlos Marx [menciona otros lugares] (...) se perpetraban crímenes que no tienen precedentes (...) El Ayuntamiento de Casteldefells tuvo que protestar por la serie de cadáveres que dejaba en la carretera todas las noches la cheka del castillo. Hubo días en que se encontraron 16 hombres asesinados, todos ellos antifascistas" (p. 266).

Y relata este suceso, que ya he reproducido en otras ocasiones: el XXIII Cuerpo de Ejército, de mando comunista, aprestó unos pelotones de "gente probada como antifascista" de distintos partidos de izquierda: "Se les dice que hay que eliminar a fascistas por el bien de la causa. Llegan a Turón (el de Granada, no el de Asturias) los designados y matan a 80 personas, entre las cuales la mayoría no tenía absolutamente por qué sufrir esa pena, pues no era desafecta y mucho menos peligrosa, dándose el caso de que elementos de la CNT, del partido socialista y de otros sectores mataron a compañeros de su propia organización ignorando que eran tales y creyendo que obraban en justicia, como les habían indicado sus superiores. También hay casos de violación de hijas [que se ofrecían] para evitar que sus padres fueran asesinados. Y lo más repugnante fue la forma de llevar a cabo dichos actos, en pleno día y ante todo el mundo, pasando una ola de terror trágico por toda aquella comarca" (p. 288). Nótese que la protesta viene por haber infligido, engañados, tales atrocidades a sus propios coreligionarios y no a los "fascistas". Asesinar a éstos o violar a sus hijas les parecía "obrar en justicia".

Abundan también los testimonios sobre izquierdistas asesinados en el frente por sus compañeros-rivales políticos. Así, el comisario socialista Piñuela denunciaba la imposición comunista de "un sistema de terror que no se detiene ni ante la eliminación de los elementos disconformes, que después figuran en los partes como culpables de haber intentado pasarse a las filas enemigas" (fondo de la Fundación Pablo Iglesias, archivo de Largo Caballero, XXV, p. 1116 y siguientes). Es muy difícil saber cuántas víctimas causaron estos crímenes, pero debió de ser un número crecido.

El mismo Piñuela escribe: "La responsabilidad por las derrotas se exige cada día más estrechamente al soldado, sobre el que se hace caer duramente el código de Justicia Militar, interpretado con excesiva rigidez por los Tribunales Permanentes. La responsabilidad, que debe ser mayor cuanto más alta es la jerarquía militar, va difuminándose hasta desaparecer por completo conforme ascendemos en la escala jerárquica". Los reglamentos de Prieto y de Negrín daban a los mandos facilidades extraordinarias para fusilar a los soldados que se considerase desafectos. ¿Cuántos de ellos cayeron en los intentos de imponer una disciplina férrea cuando la guerra estaba ya perdida para las izquierdas y crecía la desmoralización? El cálculo no es fácil pero, desde luego, no se trató de casos aislados.

Basten estos botones de muestra como motivo para iniciar una investigación a fondo, a fin de arrojar luz sobre aspectos hoy ocultados o disimulados de aquella guerra. Una argucia empleada por los recuperadores del odio –y no de la memoria– es que durante cuarenta años se estuvo homenajeando a los caídos o asesinados de uno de los bandos, y que ahora corresponde hacer lo mismo con los contrarios. En realidad desde la transición apenas se ha homenajeado y exaltado más que a estos últimos. El ejemplo más característico puede ser el de García Lorca, invocado sin cesar durante estos treinta años con olvido o desprecio hacia escritores como Ramiro de Maeztu o Muñoz Seca, asesinados por las izquierdas en circunstancias no menos trágicas. La derecha se ha sumado a los homenajes a García Lorca, pero todavía no hemos visto a las izquierdas hacer lo propio con autores como los dichos. Nadie puede percibir en tales actitudes, empezando por la del Nietísimo, un ánimo de reconciliación, sino, claramente, de recuperación de los viejos rencores.

Esta campaña permanente falsifica la historia al presentar como defensores de la libertad y la democracia a quienes luchaban, con más o menos convicción, bajo la tutela de Stalin y la dirección inmediata de partidos tan democráticos como el comunista, el socialista de entonces o los anarquistas. Y pretende meter en el mismo saco a los ejecutados por el bando nacional acusados de perpetrar crímenes horrendos (como García Atadell), y a los inocentes (como Peiró), víctimas estos últimos de unos odios cultivados de manera muy preferente por las izquierdas, según prueban documentos como los reproducidos en 1934. Empieza la guerra civil.

No apreciamos en la izquierda, por tanto, voluntad de recuperar la memoria de la guerra, la cual de ningún modo se limita al capítulo de las atrocidades, y menos aún a las cometidas sólo por las derechas. Puestos a eso, deben recordarse también las cometidas por las izquierdas contra las derechas y, sobre todo, entre las izquierdas mismas, cuyas víctimas, insisto, son los auténticos olvidados en esta campaña. La cual, según está planteada, no refresca la memoria ni enseña a evitar la repetición de aquel pasado. Al contrario, incita a repetirlo.

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