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Daniel Rodríguez Herrera

Un fichaje para el ridículo

Inexplicablemente, entre los “avances históricos” que tan pudorosamente ha presentado Moraleda en el haber del gobierno este año, no está la participación de la Armada en los combates en Irak.

Es hasta cierto punto natural que los distintos gobiernos que en España han sido procuren evitar la más leve crítica hacia su propia gestión a la hora de presentar balance. Dispararse en el pie no es plato de gusto de nadie. Pero quizá por eso, para evitar a los ciudadanos una innecesaria ración de alipori, no dejaría ser una buena idea que los políticos evitasen juzgarse a sí mismos en público. Aunque sería mucho pedir a un gobierno capaz de presentar, no como logro, sino como “avance histórico”, la asunción por parte de la ONU del fastuoso proyecto de la alianza de civilizaciones.

Entre las muchas tonterías que se han tenido que escuchar de boca del secretario de Estado de Comunicación resulta especialmente vergonzoso escuchar la calificación de los acuerdos con sectores como el del transporte no muestran debilidad sino fortaleza. El señor Moraleda pretende hacernos creer que ceder ante las demandas de unos grupos organizados de presión que pretendían –y consiguieron– obtener prebendas a costa del resto de los ciudadanos es un signo de lo fuerte que es el gobierno. Un gobierno débil es el que se baja los pantalones ante la actuación violenta de sindicalistas que, más que ser recibidos y atendidos, debían ingresar en un calabozo. Un gobierno es fuerte cuando hace cumplir la ley a quienes más acostumbrados están a violarla y más seguros se sientes de su impunidad. Un gobierno fuerte es aquel que desincentiva la violencia, negando ventajas a quien recurre a ella, sea ETA o un grupo de pescadores.

Inexplicablemente, entre los “avances históricos” que tan pudorosamente ha presentado Moraleda en el haber del gobierno este año, no está la participación de la Armada en los combates en Irak. Para quienes siempre hemos visto esta guerra como una batalla más en la lucha de Occidente contra el fundamentalismo islámico, es un orgullo ver por fin al ejército español formando parte de la misma. Es posible que la mayoría de los votantes del 13-M no acaben de verlo así, pero un gobierno tan fuerte como el de Zapatero debería asumir las consecuencias de sus decisiones con algo más de gallardía.

El secretario de Estado de Comunicación está haciendo su trabajo, no cabe duda. Su empleo consiste en hacer el ridículo delante de la prensa para evitar que el presidente y los ministros lo hagan personalmente. Y se emplea a fondo. No de otra manera puede interpretarse el que considere que se ha presentado una ley de educación con un amplio consenso. En contra.

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