El alcohol es una sustancia psicoactiva que actúa como depresor del sistema nervioso central. En España, su consumo está muy generalizado y hacerlo al volante aumenta gravemente el riesgo de sufrir un accidente de tráfico. Por ello, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha informado sobre cómo influyen las bebidas alcohólicas en la conducción, especificando los diferentes tipos de sanción que conlleva un consumo por encima del permitido.
Las tasas máximas permitidas
Pese a que se puede conducir tras un consumo de alcohol que no supere el límite legal, el riesgo puede verse igualmente incrementado, por lo que la DGT ha afirmado que la única tasa segura es 0,0 miligramos de alcohol por litro en aire espirado. La tasa máxima de alcohol permitida es de 0,25 mg/l y de 0,15 mg/l para conductores que no hayan cumplido todavía un año con el carnet de conducir. Para personas menores de edad que conduzcan otros vehículos como patinetes o bicicletas, la última reforma en la ley de tráfico establece que la única tasa permitida es de 0,0 mg/l.
Diferentes sanciones según el grado de alcoholemia
Las personas que presenten una tasa de alcohol entre 0,26 y 0,5 mg/l estarán entrando en la zona de riesgo. En este rango de consumo, aparecen algunas alteraciones perceptivas, aumenta el tiempo de reacción y el conductor tiene una mayor tolerancia al riesgo. Si tras realizar la prueba, el alcoholímetro marca entre estos niveles, supondrá una sanción económica de 500 euros y una pérdida de 4 puntos del carnet.
En caso de presentar una tasa de alcohol entre 0,5 y 0,6 mg/l el conductor se encontrará en la zona de alarma. Este nivel de consumo alterará notablemente la toma de decisiones del conductor, provocando una falsa sensación de seguridad y empeorando la percepción de las distancias. Estos niveles de alcohol tras la prueba supondrán una multa de 1000 euros y la pérdida de 6 puntos del carnet.
Por encima de 0,6 mg/l el conductor entrará en la zona de conducción peligrosa. Esta cantidad de alcohol en su cuerpo provocará graves alteraciones atencionales, en la toma de decisiones y en la percepción de luces y distancias. Superar este límite supone incurrir un delito penal y el conductor se estaría enfrentando a una condena de entre 3 y 6 meses de prisión, de 6 a 12 meses de multas o trabajos en beneficio de la comunidad y a una retirada del permiso de conducir durante un período de uno a cuatro años. En caso de reincidencia, se agravarán o prorrogarán las condenas anteriores.
En esta infografía, se muestran los efectos del alcohol en la conducción en función de un número más amplio de grados de alcoholemia.
Si bebes alcohol, tu cuerpo y tu mente se resienten, y es imposible que conduzcas con la misma lucidez. Ni tú, ni nadie. Pierdes reflejos, visión, coordinación motriz, capacidad para calcular distancias... Lo peor de todo, las consecuencias. #TenCabeza #CeroAlcoholAlVolante 👇 pic.twitter.com/B6PQ810JRw
— Dir. Gral. Tráfico (@DGTes) February 22, 2025
¿Se puede eludir un control de alcoholemia?
En caso de que un conductor se niegue a realizar la prueba de alcoholemia, estará cometiendo un delito tipificado en el artículo 383 del Código Penal y se enfrentaría a una pena de cárcel de entre 6 y 12 meses y a una retirada del permiso de conducir durante también un período de uno a cuatro años.
También, existen muchos mitos y falsos trucos para evitar dar positivo en una prueba tras haber consumido alcohol. Entre ellos, se puede destacar el hacer ejercicio, tomar chicles o caramelos con azúcar, consumir cantidades elevadas de agua o beber aceite. Sin embargo, ninguno de ellos eludirá este tipo de controles. Por ello, la DGT recomienda a los conductores que, si saben que van a conducir, no consuman alcohol, para no poner en peligro ni su vida ni la de los demás conductores, además de evitar cualquier tipo de sanción.