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RECONOCE QUE SE AVERGÜENZA DE SU EXIGENCIA

15-06-02 Miguel Ríos pide al Gobierno que lance a la Policía contra los “top-manta”

El cantante granadino Miguel Ríos, postulante de la libertad, la progresía y la solidaridad, quiere que el Gobierno lance a la Policía contra los “top-manta” que venden sus discos en la calle porque estos inmigrantes son los principales responsables del fin de la música en el mundo. Y los que los compran “están firmando el certificado de defunción del artista”.

P. D. (L D) Al rockero trasgresor , que en su juventud “vendía” valores humanos, aún le queda algo de vergüenza al decir que la piratería musical “es un problema absolutamente policial” y hacer una llamada al Gobierno para que las Fuerzas de Seguridad actúen contra los manteros “porque he estado todo el tiempo corriendo delante de la Policía y no llamándola".

En una charla en Málaga, Miguel Ríos, defendió sus pingües beneficios por derechos de autor con la misma pasión con que nos decía que “tenemos que reaccionar ciudadanos de la tierra si queremos solidaridad... si buscamos libertad amor y pan no más fronteras” (“En la frontera”) o que vivamos soñando “en que los hombres volverán a ser hermanos” (“Himno de la alegría”) o hacía versos sobre los pobres ilegales que “llegaron del mar empujados por el miedo y por el hambre...que no tienen dónde ir no hay hogar al que volver son apartidas.....sin nada que perder que hayan perdido” (“Libres”).

Para este defensor de los inmigrantes y la hermandad entre los hombres, la piratería de sus discos es ahora el mayor problema que existe en el país y tiene “un efecto pernicioso gravísimo a muchos niveles". “Si el Gobierno pusiera los medios suficientes no existiría” por lo que se está incurriendo en “una dejación terrible”, asegura Miguel Rios. Además hace distinción: hay una piratería "pedánea, la de pobres, el denominado top-manta, y la de ricos, en Internet".

Pero este ideólogo de referencia de los 80 insiste en su queja de que la Policía no actúe. "Si en vez de vender discos en la calle fueran filetes de vacuno robados sin controles sanitarios, la Policía actuaría", dice el músico, que no se sonroja al asegurar que "no me cabrea por mí, sino por personas muy cercanas a mí, como productores o autores, con emolumentos muy modestos", y por la "imposibilidad para los nuevos talentos para producir discos".

El autor no se contenta con azuzar a la Policía contra los ilegales que venden sus discos a bajo precio, sino que también arremete contra los consumidores subrayando que no considera "inmoral" que alguien compre un disco compacto en la calle, porque "en este país, si vemos un caramelo en el suelo, nos lo comemos" y advirtió a los posibles compradores de que "si compran en las mantas, están firmando el certificado de defunción del artista".

Menos mal que a las discográficas también les tocó algo. Esta industria tiene su parte de culpa por "haber dejado el cariño por hacer discos y haber buscado el beneficio inmediato". No habló de la usura manifiesta de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) en el cobro de los derechos de autor que probablemente también contribuirá algo en el encarecimiento del producto que con tanto ahínco defiende y en que los consumidores los compren, sin que les remuerda la conciencia por poner en peligro los suntuosos chalets en que viven algunos de los autores.


Algunas letras ilustrativas de la incoherencia de algunos

Libres

Mis amigos dónde estarán

A todo pulmón

En la frontera

Himno de la alegría



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