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El último delirio woke: corregir los exámenes en rojo es perjudicial para los alumnos

Este nuevo capítulo de victimismo pegagógico abre el eterno debate sobre si la educación debe preparar a los alumnos para la vida o protegerlos.

Este nuevo capítulo de victimismo pegagógico abre el eterno debate sobre si la educación debe preparar a los alumnos para la vida o protegerlos.
El último delirio woke: corregir los exámenes en rojo es perjudicial para los alumnos | LD/ Agencias

Desde hace años, se está dando un giro de guion en la educación española. Las ‘innovadoras’ metodologías woke impulsadas por el gobierno de Pedro Sánchez y los pedagogistas, han sustituido la autoridad, el esfuerzo y el conocimiento por la sensibilidad emocional, la cual, se sitúa en ocasiones por delante de la enseñanza rigurosa y tradicional. Ahora, la última polémica se centra en un nuevo enemigo: el bolígrafo rojo.

La orientadora escolar Nieves Argibay ha desatado la polémica al afirmar en La Voz de Galicia que corregir los exámenes con tinta roja "provoca ansiedad en los alumnos". En su opinión, los docentes deberían emplear colores más suaves para evitar este impacto emocional y, en lugar de señalar los errores, centrarse en reforzar lo positivo. "Lo adecuado es una corrección en la que el alumno vea la aportación del profesor como una recomendación para seguir creciendo y mejorando", ha explicado.

Estas afirmaciones van en línea con Cristina Martínez, doctora en psicología, quien ha afirmado en La Vanguardia que "señalar los errores disgusta al ego y hace que los alumnos se bloqueen y desconecten". Martínez también recomienda sustituir el rojo por verde, ya que este color "refuerza las conductas positivas" y ayuda a motivar a los estudiantes.

"No aceptar la correción es ser salvaje"

Pero este nuevo episodio de la pedagogía sentimental no ha quedado sin respuesta. El maestro y escritor Antoni Dalmases ha criticado también en La Vaguardia duramente estas teorías y ha cargado contra lo que considera un delirio psicopedagógico. "No aceptar la corrección es ser salvaje", ha sentenciado, denunciando que estas modas no son más que una maniobra para esquivar los problemas reales de la enseñanza. "Enseñar significa guiar a la gente a aprender cosas para el futuro", ha explicado.

Dalmases, jubilado tras décadas en la docencia, ha relatado cómo corregía sus exámenes: "Destacando cada punto, cada coma. Y después mostrando comentarios de cómo deberían hacerlo". Para él, la corrección minuciosa es esencial en el aprendizaje, y siempre ha utilizado "una pluma especial de color rojo". Además, ha rebatido la idea de que corregir sea un castigo: "Entender que corregir es castigar es aberrante", ha denunciado.

Este nuevo capítulo de victimismo pedagógico abre el eterno debate sobre si la educación debe preparar a los alumnos para la vida o protegerlos de cualquier frustración. Mientras los pedagogos hablan de "refuerzo positivo", la realidad es que el nivel académico sigue derrumbándose en España.

"Muchos se preguntan si, en esta línea educativa woke –que elimina el esfuerzo y la exigencia– y que lidera el Ministerio de Pilar Alegría, el próximo paso consistirá en eliminar las notas para que ningún alumno se sienta herido. Mientras tanto, el nivel académico se hunde, pero al menos, eso sí, sin el terrible trauma del bolígrafo rojo."

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