Picante a diario: lo bueno y lo malo de incorporarlo en tu dieta
La comida picante es una delicia para muchas personas y un horror para otras.... ¿Qué beneficios tiene para el organismo? ¿Cuándo no consumirla?
Comer picante es algo cada vez más habitual en la cultura europea, de hecho, se ha ganado corazones y estómagos por todo el mundo. Desde las salsas mexicanas al toque picante en los platos asiáticos... hoy en día hay gente que le pone picante a todos sus platos. No obstante, a pesar de que realmente es beneficiosa para el organismo, hay que recordar que el picante debe consumirse con moderación. También hay que recordar que en la gastronomía española son comunes productos que tienen ese efecto picante, como el ajo, la cebolla o el pimiento.
Se sabe que el efecto del picante es beneficioso para la salud ya que activa el metabolismo y ayuda a la salud cardiovascular, entre otras cosas. Sin embargo, también puede ser dañino, por ejemplo, provocando acidez e irritación. Y, además, algunos estudios realizados en la población asiática, con un consumo mucho más elevado que en occidente, han apuntado un posible aumento del riesgo de cáncer de estómago.
Ante estas premisas, no está de más hacerse la pregunta de si la comida picante es saludable o todo lo contrario. Y, por el momento, lo que se sabe es que es saludable pero con matices. De hecho, el picante es un buen sustituto de la sal para aportar más sabor a la comida, pero puede perjudicar a individuos que tienen problemas digestivos como una úlcera o reflujo gastroensofágico. Aún así, si se piensa en población sana, su consumo es recomendable, principalmente para disminuir la ingesta tan excesiva que hacemos en occidente de la sal.
Pero, ¿qué es realmente el picante? El picante, más que un sabor, es una sensación que se percibe a través de los nociceptores cuando se ingiere un alimento rico en determinados compuestos químicos, entre los que destacan la capsaicina, la piperina o la allicina, presentes en alimentos como la guindilla, los chiles, los pimientos, la pimienta o el ajo. Al estimularse el receptor de la capsaicina, éste responde enviando señales al cerebro que se traducen en la sensación de quemazón y picor en la mucosa oral. Al mismo tiempo y en bajas dosis, produce un aumento en la producción de endorfinas, moléculas responsables de la sensación de bienestar.
¿Por qué pica la comida?
La sensación de picante en la comida se debe a un compuesto llamado capsaicina, presente en los chiles y otros pimientos picantes. La capsaicina activa los receptores TRPV1 en la boca, que normalmente responden al calor y al dolor. Cuando estos receptores se estimulan, envían señales al cerebro que se interpretan como una sensación de ardor.
Aunque no hay daño real, el cerebro reacciona como si hubiera algo extremadamente caliente, lo que provoca la sensación de picor. Además, la capsaicina puede liberar endorfinas, que actúan como analgésicos naturales y pueden hacer que el ardor sea más tolerable o incluso placentero para algunas personas. Algunas personas toleran mejor el sabor picante que otras, algo que se explica por varios motivos como factores genéticos y, sobre todo, hábitos.
Alimentos y especies picantes
En España, los pimientos que contienen capsaicina se denominan también ají, guindilla, cayena o pimientos picantes, a partir de los cuales también se elabora el pimentón utilizado en múltiples recetas y como conservante en embutidos. También son propios de la gastronomía española alimentos como el ajo y la cebolla: ambos contienen una mezcla de compuestos volátiles azufrados (aliina en el caso del ajo e isoaliina en el caso de la cebolla) responsables del picor de ojos producido al cortar una cebolla.
Al margen de estas especias, también se pueden destacar dos alimentos picantes y propios de la gastronomía asiática: el wasabi y el jengibre. En el caso del wasabi, el componente que produce picor es el alil isocianato y, a diferencia de la capsaicina, su sensación de ardor se difunde hacia las fosas nasales, aunque su efecto es mucho más breve y menos irritante a nivel estomacal. Por su parte, los componentes del jengibre que otorgan su característico sabor picante son los gingeroles, shogaoles, zingerona y paradoles, que además ejercen un efecto antiséptico ya que ayudan a combatir bacterias resistentes a antibióticos.
Pros de la comida picante
Uno de los principales beneficios del picante es su impacto positivo en el metabolismo. La capsaicina, el compuesto responsable de la sensación de picor, puede aumentar el gasto energético y ayudar a quemar calorías, lo que favorece el control del peso. Además, este compuesto tiene propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que pueden reducir el riesgo de enfermedades crónicas, como enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
El consumo de picante también puede mejorar la circulación sanguínea al promover la dilatación de los vasos sanguíneos, pero también reduce los niveles de colesterol LDL y la presión arterial. En el ámbito gastrointestinal, en cantidades moderadas, estimula la producción de jugos gástricos, favoreciendo la digestión. También se le atribuyen beneficios para el sistema inmunológico, ya que los alimentos picantes suelen estar asociados con altos niveles de vitamina C y otros nutrientes esenciales. También tiene propiedades antimicrobianas que pueden combatir infecciones bacterianas en el sistema digestivo.
Pero no solo eso sino que, a nivel de salud mental, el picante promueve la liberación de endorfinas, neurotransmisores que generan sensaciones de bienestar y felicidad, mejorando el estado de ánimo y reduciendo el estrés. Pero además, según un reciente estudio, las personas que comen alimentos picantes de seis a siete días a la semana muestran una reducción del riesgo relativo del 14% en la mortalidad total. Es decir, una dieta con algo de capsaicina podría prolongar la vida.
Contras de la comida picante
Por otro lado, el consumo diario de picante puede tener efectos adversos, especialmente en personas con sensibilidad gástrica. El motivo es que puede irritar la mucosa del estómago, provocando molestias como acidez, gastritis o úlceras. Asimismo, en algunos casos puede exacerbar el síndrome de intestino irritable o causar diarrea.
El picante también puede afectar el gusto, ya que el consumo constante podría desensibilizar las papilas gustativas, haciendo que los alimentos parezcan menos sabrosos si no contienen especias fuertes. Incluso puede afectar al aliento ya que reduce la producción de saliva, favoreciendo la proliferación de bacterias en la boca. Además, en personas con condiciones preexistentes, como hemorroides, el picante puede agravar los síntomas.
¿Puede haber adaptación al picante?
Ante una elevada exposición a alimentos picantes se puede experimentar una resistencia de los receptores de la capsaicina, aumentando así la tolerancia a la sensación de picor como ocurre en países como México. Mientras que los europeos empiezan a sufrir ardores en alimentos con grados de 5.000 SHU como los pimientos del padrón picantes, los mexicanos son capaces de tolerar chiles de hasta 20.000 SHU. Por ello, adaptarse a la comida picante sí es posible, y este proceso puede ocurrir tanto a nivel fisiológico como psicológico. Algunos puntos clave sobre cómo adaptarse a la comida picante son los siguientes:
- Aumento gradual de la tolerancia: La exposición continua a comidas picantes puede aumentar la tolerancia al picante. Una idea es comenzar con pequeñas cantidades y aumentar gradualmente la cantidad de picante.
- Desensibilización de los receptores del dolor: La capsaicina, el componente activo del picante, actúa sobre los receptores del dolor en la boca. Con el tiempo y con la exposición repetida, estos receptores pueden volverse menos sensibles, haciendo que la comida picante parezca menos intensa.
- Acostumbramiento psicológico: Además del aspecto físico, hay una adaptación psicológica. Las personas pueden acostumbrarse a la sensación de ardor y aprender a disfrutar del sabor y de la experiencia global de comer alimentos picantes.
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