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¿Por qué ya nadie quiere hablar por teléfono? La "generación muda" lo explica

Cada vez más jóvenes evitan las llamadas telefónicas y optan por mensajes o audios, una tendencia ligada a la comodidad y la ansiedad.

Los jóvenes están más conectados que nunca, pero cada vez hacen menos llamadas. Prefieren enviar mensajes de texto, audios o incluso stickers antes que levantar el teléfono. A esta tendencia se la conoce como "generación muda".

No se trata de que no sepan comunicarse, sino de que lo hacen de otra manera. Las llamadas les parecen invasivas, incómodas o innecesarias. Según varios psicólogos, para muchos de ellos, hablar por teléfono les genera ansiedad porque no crecieron escuchando llamadas en casa: temen quedarse en blanco, decir algo inadecuado o no saber cómo cerrar la conversación.

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Lo que opinan los jóvenes

Desde Libertad Digital hemos salido a la calle para comprobar si esta etiqueta de "generación muda" representa realmente a los más jóvenes.

Rocío no se siente identificada con esa definición: "Pues la verdad es que no. Cuando es un número que no conozco, hay veces que no lo cojo, pero si no, me gusta hablar por teléfono". Eso sí, cuando sus padres la llaman y está en un momento de ocio, suele preguntar: "¿Es urgente?" y decide según la importancia.

Daniel asegura que se adapta sin problema: "Puedo mantener una llamada telefónica perfectamente. Si estoy en la biblioteca cuelgo y pongo un mensaje, pero porque no puedo hablar". Si está en un ambiente tranquilo, dice "lo cojo sin problema".

Elena es tajante: no le incomoda "nada" llamar por teléfono o recibir llamadas. De hecho, prefiere hablar si se trata de alguien cercano. Eso sí, si no puede atender, simplemente avisa: "Decidme luego".

Jorge también es defensor del teléfono: "La familia es lo primero", responde cuando le preguntamos si coge las llamadas de sus padres. No lo duda.

Una cuestión de comodidad

Pero también hay quienes se sienten más cómodos escribiendo. "Los mensajes los puedes responder cuando buenamente puedas y no te ves obligado a contestar", dice uno de los entrevistados. Aunque matiza que con los familiares "lo importante es la persona, no si es importante o no la llamada".

Álvaro lo tiene claro: "Los mensajes de texto son más cómodos porque respondes cuando quieres". Reconoce que, si está con amigos y sus padres lo llaman, "probablemente no se lo cogería en ese momento".

Miguel introduce una reflexión interesante: "Hay veces que te incomodan las llamadas", admite, pero le gusta hablar con las personas. Recuerda que tras la pandemia las videollamadas se normalizaron y "están muy bien". Sobre sus padres, añade: "Son muy estrictos y hay que contestar, aunque a veces moleste. Las llamadas tienen un sentido y hay que dárselo, es muy importante para mí".

¿Una herramienta generacional?

Esta actitud no es universal. Susana, de una generación anterior, apunta que "todo depende del momento" y que hay llamadas, como las de compañías de seguros, que pueden ser "un poco invasivas". Asegura que no conoce casos de jóvenes con "miedo" a llamar, pero señala que "personas con enfermedades mentales quizá sí se sienten incómodas recibiendo este tipo de llamadas".

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Ángel respeta todos los gustos, pero es claro: "Prefiero las llamadas telefónicas. Mandar mensajes de texto es un medio también, pero yo me quedo con lo de toda la vida".

Carlos coincide: "Es mucho más sencillo y terminas antes. Más que miedo, a muchos jóvenes les da pereza". Considera que es una cuestión de costumbre: "Es con lo que han nacido".

Maribel es rotunda: "Prefiero que me llamen y recibir lo mínimo de mensajes". Para los jóvenes que eligen escribir, lanza una advertencia: "No saben lo que se pierden al no escuchar las voces de los amigos o de las personas conocidas".

Y Eire, que encarna perfectamente la etiqueta de "generación muda", lo dice sin rodeos: "Prefiero mandar mensajes, es más cómodo que estar hablando por teléfono". Aunque, eso sí, cuando sus padres la llaman, "siempre se lo cojo porque no quiero que piensen que me ha pasado algo". Confiesa que siente "un montón de incertidumbre y miedo" y que prefiere que le escriban antes para avisarle: "Me da una pereza terrible".

¿Qué dicen los expertos?

Los psicólogos apuntan a varios motivos detrás de esta tendencia. Uno es la ansiedad social: las llamadas implican improvisación, algo que muchos jóvenes no practican. Otro, el control: escribir permite pensar con calma lo que se quiere decir.

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Este fenómeno también se relaciona con el entorno en el que han crecido. Al no estar acostumbrados a conversaciones por voz, muchos no tienen interiorizado este canal como una herramienta natural de comunicación.

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