
Al inicio del otoño, los paisajes cambian de forma visible: los árboles pierden sus hojas, los colores se tornan ocres, rojizos y amarillos, y la luz del día se vuelve más suave. Algunas plantas, como los crisantemos, las caléndulas o los ciclámenes, florecen en esta época y aportan color a jardines y espacios verdes. Mientras tanto, muchas especies entran en reposo, adaptándose a temperaturas más bajas y a la reducción de horas de luz. El entorno se prepara de forma natural para el cambio de estación.
En los huertos, octubre marca un momento clave para iniciar los cultivos que se desarrollarán durante el otoño y el invierno. Es una época ideal para preparar el terreno, mejorar la estructura del suelo, asegurar un buen drenaje y enriquecerlo con compost o materia orgánica. Además, es fundamental planificar adecuadamente las siembras, teniendo en cuenta la resistencia de las especies a las bajas temperaturas. Combinar diferentes tipos de cultivos y escalonar las siembras ayuda a mantener una producción continua y equilibrada durante los meses fríos.
Las hortalizas de octubre
- Acelga: destaca por su vigor y capacidad de rebrote. Su siembra en surcos poco profundos permite una emergencia rápida, mientras que el riego regular y el control de malezas garantizan una cosecha sostenida. Su porte generoso y la tolerancia al frío la convierten en una presencia habitual en los huertos invernales. Requiere suelos fértiles y bien drenados para expresar todo su potencial.
- Espinaca: se cultiva con facilidad cuando las temperaturas descienden. Se desarrolla mejor en suelos ricos en humus y con riegos ligeros pero constantes. La siembra escalonada asegura una producción continua, mientras que el sombreado parcial —en zonas de clima variable— puede evitar su floración precoz. Su ciclo corto permite aprovechar al máximo los espacios reducidos.
- Ajo: se planta diente por diente, con la yema hacia arriba y espaciado uniforme. Prefiere suelos ligeros y pobres en nitrógeno, desarrollándose con escasos requerimientos hídricos. La madurez se anuncia con el marchitamiento de la parte aérea.
- Haba: es típica en cultivos de otoño, ofrece una excelente resistencia al frío y mejora el suelo gracias a su capacidad de fijar nitrógeno. Se siembra directamente en hileras separadas, con un marco amplio que favorece la aireación. A medida que crece, exige tutores para sostener su porte vertical. Su floración temprana asegura una cosecha a fines del invierno.
- Rábano: se caracteriza por su rapidez y rusticidad. Germina con facilidad en suelos ligeros, siempre que se mantenga la humedad constante. Las siembras sucesivas permiten escalonar la producción sin grandes exigencias de espacio. Una cosecha precoz evita que las raíces se tornen fibrosas o desarrollen un sabor excesivamente picante.
- Cebolla: tiene un ciclo largo y se puede cultivar en semilleros o mediante siembra directa —según las condiciones climáticas—. Requiere suelos aireados y riegos controlados para favorecer la formación del bulbo. Su crecimiento lento contrasta con la resistencia que muestra ante heladas suaves. La recolección se realiza cuando el follaje se abate de forma natural.
- Zanahoria: de raíz profunda y crecimiento pausado, prospera en suelos sueltos y libres de piedras. La siembra directa y el posterior aclareo permiten un desarrollo equilibrado. Sensible al exceso de agua, necesita un riego uniforme que mantenga la humedad sin saturar. El frío acentúa el dulzor de su raíz, haciendo de su cosecha invernal una de las más valoradas.
Los alimentos ideales para comer este mes
Octubre introduce alimentos que responden a la caída de temperaturas con mayor densidad nutricional y capacidad de conservación. Predominan frutas ricas en antioxidantes, hortalizas de raíz y legumbres secas —granadas, membrillos, calabaza, zanahorias, lentejas, garbanzos—. Su composición favorece el aporte sostenido de energía y micronutrientes esenciales. Esta selección estacional refuerza el equilibrio alimentario propio del otoño.


