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"No existe ninguna evidencia de que el CO2 aumente la temperatura del planeta"

El profesor de ingeniería química de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) Geoffrey G. Duffy desmonta uno por uno los principales mitos sobre la responsabilidad del hombre en el calentamiento global. “No existe ninguna evidencia física de que el CO2 aumente la temperatura del planeta”. El vapor de agua “causa el 95% del efecto invernadero”, y el Sol es el “principal responsable” de las oscilaciones de temperatura que se han producido en la Tierra a lo largo de la historia. Tan sólo el 0,008% del CO2 presente en la atmósfera es generado por la actividad humana.

(Libertad Digital) “El clima siempre está cambiando”. De este modo, el profesor Geoffrey G. Duffy inicia su informe El cambio climático: las causas reales. La conclusión del trabajo no arroja ningún género de dudas para este experto en ingeniería química. La actividad del hombre mediante la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera carece de relevancia en las fluctuaciones que registra la temperatura media del planeta.
 
Es decir, el documental de Al Gore y los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC), así como el alarmismo procedente de los grupos ecologistas carecen de sentido. Y es que, según Duffy, el principal responsable del cambio climático es “el Sol”, al igual que del enfriamiento.
 
El aire (excluyendo el agua que contiene) se compone principalmente de nitrógeno (78,08%) y de oxígeno (20,94%). El dióxido de carbono (CO2) apenas supone el 0,04% de toda la atmósfera (en seco). Y, “sorprendentemente, menos de una quinta parte” de este volumen de CO2 es generado por el hombre. Es decir, el total de CO2 de origen antropogénico únicamente constituye el 0,008% del total de gas de la atmósfera seca."
 
“Sin embargo, la atmósfera no está seca. Uno de los principales componentes del aire, aparte del oxígeno y el nitrógeno, es el agua. La atmósfera está compuesta de aproximadamente entre un 1 y un 3% por vapor de agua. El vapor de agua se condensa para formar nubes y es, con mucho, el más abundante y significativo de los gases de efecto invernadero. El agua representa aproximadamente el 95% del efecto invernadero” del planeta, según el informe elaborado por Duffy.
 
De hecho, el principal “intermediario entre el Sol y la Tierra es agua, por lo que dicta el comportamiento del clima”, añade. “Si la energía del sol disminuye, entonces caerá la temperatura global, con o sin ningún tipo de efecto invernadero, y viceversa”. Mientras, el experto recuerda que “sin vapor de agua y otros gases de efecto invernadero, las temperaturas en la superficie del planeta se situarían muy por debajo del nivel de congelación”.
 
El Sol es la clave
 
Además, “el Sol ejerce claramente una influencia mucho mayor en las temperaturas globales que cualquiera de los gases de efecto invernadero, incluso más que el agua y el CO2. El dióxido de carbono representa aproximadamente 1 parte por cada 60 de agua en el aire”. Es decir, el CO2, “claramente no es el actor principal” del cambio climático, advierte.
 
Por lo tanto, “de todos los factores que pueden influir en el calentamiento o enfriamiento en la atmósfera y en la tierra, es evidente que el agua es el principal gas de efecto invernadero. Los otros GEI (CO2, metano, óxidos de nitrógeno, etc) apenas representan, tanto en cantidad como en efecto,  entre 1/60 a 1/30 parte de la influencia que ejerce en este ámbito el vapor de agua.
 
Así, contando todos los gases de efecto invernadero, incluido el vapor de agua, la actividad humana "sólo representa cantidades ínfimas”. En concreto, el 0,28% del total de GEI. Mientras que si se excluye el agua, apenas alcanza “el 5,53% del total de efecto invernadero”, según el documento, que recoge el blog desdeelexilio.
 
La influcencia del hombre es "ínfima"
 
Asimismo, las mediciones atmosféricas de temperatura han demostrado que la tendencia hacia el calentamiento del planeta terminó en 2001, añade el profesor. De hecho, la temperatura media global registró un descenso de 0,6 grados centígrados en 2007 en comparación con 1980, tal y como avanzó LD. Enfriamiento que, asimismo, continúa en 2008.
 
Es más. Las observaciones realizadas por el Centro Hadley de predicción y estudio del clima muestran que ”la temperatura global apenas ha variado en 0,05 grados centígrados durante la última década”, recuerda Duffy.
 
Duffy también desmonta uno de los principales argumentos presentes en el premiado documental de Al Gore Una Verdad Incómoda. “Si el CO2 fuera el principal  responsable del cambio climático, entonces la historia demostraría que un aumento de los niveles de CO2 preceden al aumento de la temperatura media en todo el mundo”. Sin embargo, “es justo lo contrario”, según dicho informe.
 
Primero sube la temperatura y luego el CO2
 
“El aumento de las emisiones de CO2 siempre ha quedado a la zaga del incremento de la temperatura”. Según los estudios científicos, se estima que existe un desfase de entre 400 y 800 años entre los aumentos que registran históricamente ambas variables, afirma. Además, el proceso se produce a la inversa. Es decir, primero sube la temperatura, y siglos después lo hace la concentración de CO2 en la atmósfera.
 
“Nunca ha habido un período en que el aumento del CO2 haya llegado antes de que se produjera un incremento de la temperatura mundial”. Así, “no existe ninguna evidencia física para apoyar” lo contrario, añade. En este sentido, Duffy destaca la “sorprendente” correlación que existe entre los ciclos solares (periodos con mayor o menor actividad solar) y la fluctuación de las temperaturas.
 
Si se llegara a triplicar el CO2, el impacto sería "escaso"
 
“El clima y la meteorología están siempre cambiando”. El experto en ingeniería química concluye el documento abogando por “reducir al mínimo la contaminación de nuestro aire y agua”, ya que el medio ambiente no debe ser tratado como una “cloaca”.
 
Sin embargo, advierte de que, incluso, si se llegara a duplicar o triplicar la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, dicho aumento tendría “poco impacto”, en comparación con la influencia que “siempre ha ejercido y ejercerá el vapor de agua y la condensación de partículas de agua en las nubes”.

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