L D (EFE)
La exposición, que estará abierta al público hasta el próximo 31 de enero del próximo año, cuando se celebre el 75 aniversario de Tintín, inaugura la nueva sala de exposiciones temporales de gran formato que acaba de estrenar el museo y que cuenta con 800 metros cuadrados. El visitante se sumerge en el universo de Tintín a través de un viaje por cinco escenarios imaginarios, con escenografías diferentes, que invitan al público a formar parte de las historietas y a observar las interioridades de cada viñeta, sea en la cubierta del Sirius o en una isla misteriosa.
En lugar de ordenar el material por criterios temáticos o cronológicos, el visitante se encuentra con una organización casi cartográfica, transversal, que huye de las visiones más clásicas como la ordenación por álbumes. El comisario de la exposición, Joan Manuel Soldevilla, ha explicado este jueves en la presentación que "más que como reportero o investigador, Tintín es universalmente recordado como viajero y sus viajes son esencialmente marineros y, vaya por tierra o mar, siempre va acompañado por un marino, el capitán Haddock".
Soldevilla ha recordado que "de los 125 personas nombrados en los 22 álbumes en color, 17 son marineros o que en las aventuras de Tintín se nombran más de sesenta puertos pertenecientes a los cinco continentes, además de otros diez puertos imaginarios que inventó Hergé".
En la exposición, el público va adentrándose sucesivamente en los mares de Oriente -el mar Rojo, el mar de Célebes, el Indico, el mar de China-, que resultan evocadores, pero que también esconden secretos extraordinarios, "terribles como la red de traficantes de esclavos de “Stock de coque”, o fascinantes como las muestras de vida extraterrestre en “Vuelo 714 para Sydney”".
En proyecciones interactivas se evocan los viajes de Tintín por los mares del Norte, en los que destaca de manera especial la portada de "La isla negra" en la que Tintín y su inseparable Milú navegan por los mares que circundan Escocia hacia el castillo de Ben More. En el siguiente apartado, "Del Atlántico al Pacífico", las referencias nos llevan a álbumes como "Tintín en el Congo", "las primeras páginas de Hergé plenamente marineras", subraya el comisario; o "Tintín en América", en el que el protagonista se marcha de Norteamérica con un sabor agridulce: "un país que le ha fascinado, pero que no ha entendido, una visión muy parecida a la de Kafka o García Lorca".
La abundante información interactiva permite acceder a documentos del archivo personal de Hergé que creaba paralelamente a su trabajo y así descubrir la metamorfosis que sufre esta realidad: las balas de heno que elevaron a Haddock en el puerto de Saint-Nazaire, los astilleros de Amberes convertidos en un puerto sudamericano o la frondosa selva que culmina en la playa de la isla del tesoro de Rackham el Rojo.
Otros documentos adicionales remiten a viñetas y croquis sobre diversos puertos del mundo como Saint-Nazaire, Callao o Puerto Said, así como a distintos barcos, también extraídos o inspirados de la realidad, como el carguero Aurora, el yate Sherezade o el Unicornio, y el navío del caballero de Hadoque.
En lugar de ordenar el material por criterios temáticos o cronológicos, el visitante se encuentra con una organización casi cartográfica, transversal, que huye de las visiones más clásicas como la ordenación por álbumes. El comisario de la exposición, Joan Manuel Soldevilla, ha explicado este jueves en la presentación que "más que como reportero o investigador, Tintín es universalmente recordado como viajero y sus viajes son esencialmente marineros y, vaya por tierra o mar, siempre va acompañado por un marino, el capitán Haddock".
Soldevilla ha recordado que "de los 125 personas nombrados en los 22 álbumes en color, 17 son marineros o que en las aventuras de Tintín se nombran más de sesenta puertos pertenecientes a los cinco continentes, además de otros diez puertos imaginarios que inventó Hergé".
En la exposición, el público va adentrándose sucesivamente en los mares de Oriente -el mar Rojo, el mar de Célebes, el Indico, el mar de China-, que resultan evocadores, pero que también esconden secretos extraordinarios, "terribles como la red de traficantes de esclavos de “Stock de coque”, o fascinantes como las muestras de vida extraterrestre en “Vuelo 714 para Sydney”".
En proyecciones interactivas se evocan los viajes de Tintín por los mares del Norte, en los que destaca de manera especial la portada de "La isla negra" en la que Tintín y su inseparable Milú navegan por los mares que circundan Escocia hacia el castillo de Ben More. En el siguiente apartado, "Del Atlántico al Pacífico", las referencias nos llevan a álbumes como "Tintín en el Congo", "las primeras páginas de Hergé plenamente marineras", subraya el comisario; o "Tintín en América", en el que el protagonista se marcha de Norteamérica con un sabor agridulce: "un país que le ha fascinado, pero que no ha entendido, una visión muy parecida a la de Kafka o García Lorca".
La abundante información interactiva permite acceder a documentos del archivo personal de Hergé que creaba paralelamente a su trabajo y así descubrir la metamorfosis que sufre esta realidad: las balas de heno que elevaron a Haddock en el puerto de Saint-Nazaire, los astilleros de Amberes convertidos en un puerto sudamericano o la frondosa selva que culmina en la playa de la isla del tesoro de Rackham el Rojo.
Otros documentos adicionales remiten a viñetas y croquis sobre diversos puertos del mundo como Saint-Nazaire, Callao o Puerto Said, así como a distintos barcos, también extraídos o inspirados de la realidad, como el carguero Aurora, el yate Sherezade o el Unicornio, y el navío del caballero de Hadoque.