
Matthew David Keirans, de 59 años, ha sido condenado a 12 años de prisión por un tribunal de Iowa tras suplantar la identidad de William Donald Woods durante más tres décadas. Usó sus datos para realizar todo tipo de trámites, llegando a lograr préstamos por valor de 250.000 dólares a su nombre. Para más INRI, sus mentiras provocaron el encarcelamiento y posterior internamiento psiquiátrico de su víctima.
Según ha informado la Fiscalía de los Estados de Unidos, los dos hombres se conocieron a finales de la década de los 80. Ambos trabajaban en un puesto de perritos calientes de Albuquerque, en Nuevo México. Desde entonces, Keirans se habría apropiado de la identidad de Woods. La pruebas presentadas durante el juicio demuestran que obtuvo varios documentos falsos a su nombre, entre ellos un certificado de nacimiento.
Keirans proporcionó el nombre de su excompañero incluso durante el proceso de selección por el que pasó para conseguir su empleo como administrador de un hospital de Iowa. Todo lo que proporcionó era falso, desde el número de seguro social a la fecha de nacimiento. Nadie lo detectó y fue contratado en 2013. Ocupó un puesto de relevancia en el centro. Su labor era "clave en los sistemas críticos", explica el comunicado del ministerio público.
El acusado también obtuvo diversos préstamos personales y créditos para la compra de vehículos (utilizando el nombre, el número de seguro social y la fecha de nacimiento de la víctima, como en tantas otras ocasiones) entre marzo de 2014 y mayo de 2022, por un valor total de más de 250.000 dólares. Cantidad a la que habría que sumar varias líneas de crédito con otras entidades.
Según una información publicada por el periódico Milwaukee Journal Sentinel, Keirans incluso se casó bajo la identidad de su víctima en 1994. El hijo que nació de ese matrimonio recibió por tanto el apellido de Woods y -recoge el medio- envió al tribunal que ha juzgado a su padre unas palabras en su defensa: "Desde que yo estoy vivo, ha trabajado mucho para sacar adelante a mi madre y a mí".
La víctima lo descubre
La falsa vida de Keirans empieza a desmoronarse en 2019 cuando Woods, que por aquel entonces se había quedado sin hogar, descubre que alguien estaba usando sus datos para obtener líneas de crédito y había acumulado una gran deuda a su nombre. Pero no fue fácil acabar con la gran mentira.
En el mes de agosto, la víctima se dirige a una sucursal del Banco Nacional en Los Ángeles para explicar lo sucedido e intentar buscar una solución a la situación que se había encontrado: cuentas bancarias con una gran deuda -que no le correspondía- y que -obviamente- no quería pagar. Su intención era la de cerrar esa cuentas, pero no era tan fácil.
Woods presentó todos los documentos (su verdadera tarjeta de seguridad social y su tarjeta de identificación auténtica, del estado de California), pero se encontró con que no podía responder a las preguntas de seguridad del banco y la entidad llamó al Departamento de Policía de Los Ángeles.
Acto seguido, los agentes hablaron por teléfono con Keirans (supuestamente Woods) en el número que él mismo había facilitado al banco en su momento. Y -lejos de reconocer los hechos denunciados por la víctima- declaró que vivía en Wisconsin y que no había dado permiso a nadie para acceder a sus cuentas en California.
Nadie le cree
A continuación, el suplantador envía por fax a los investigadores una serie de documentos de identificación falsos y -como consecuencia- los agentes arrestan a la víctima, que ingresa en la cárcel sin derecho a fianza. No contento con ello, Keirans se pone en contacto con la policía varias veces en los próximos meses para solicitar actualizaciones sobre su procesamiento.
Durante todo el proceso, la víctima intentó aclarar el asunto de la identidad y demostrar que él era Woods y no Keirans. El resultado: el juez determinó que no era mentalmente competente para ser juzgado y ordenó que fuera internado en un centro psiquiátrico de California y recibiera medicación psicotrópica.
No es hasta marzo de 2021 cuando sale en libertad. Había pasado 428 días en la cárcel del condado y 147 días en el hospital psiquiátrico. La situación era del todo dantesca. El tribunal estatal le ordenó además que utilizase "únicamente su verdadero nombre, Matthew Keirans" -la de su suplantador- en el futuro.
Los intentos por su parte para recuperar su identidad fueron fallidos. El ahora condenado siguió haciendo denuncias y declaraciones falsas durante mucho tiempo. Y el estado de California facturó a la víctima más de 118.000 dólares por los gastos de su "atención" en el centro psiquiátrico. Aun así, Woods no se rindió.
El ADN fue clave
Finalmente fue él mismo quien propició la caída de su suplantador. En enero de 2023, descubrió el hospital en el que trabajaba e informó a la dirección sobre lo sucedido. El centro remitió su denuncia a la policía, con la suerte de que -en esta ocasión- se asignó el caso a un detective experimentado, que confirmó el robo de identidad que Woods había sufrió por parte de Keirans.
Inicialmente, el suplantador insistía en que su víctima estaba "loca" y que necesitaba "ayuda". Pero el detective confió la investigación a las pruebas de ADN, que demostraron que el ahora condenado no era hijo del padre de Woods, con quien el perfil genético sí era coincidente. Llegados a ese punto, al acusado no le quedó más remedio que admitir su maquiavélico plan y confesar.
Keirans reconoció que había estado usando la identidad de su excompañero de trabajo durante 30 año y que incluso había proporcionado documentos fraudulentos a las autoridades de Los Ángeles desde su residencia en Wisconsin. El objetivo: conseguir que se produjese el arresto, procesamiento y encarcelamiento de la víctima (como sucedió), para él eludir la acción de la justicia.