El brasileño ha pasado de fichaje estrella hace dos veranos a pasar totalmente inadvertido. El último capítulo ha sido este domingo durante la Supercopa de España, donde el brasileño no disputó ni un solo minuto, ni siquiera calentó. Jugó antes José Callejón, recién fichado por el Real Madrid proveniente del Espanyol, que Kaká.
El lunes, el consejero delegado del Milan, Adriano Galliani, renunció a su contratación, cerrando así otra puerta para Kaká. Su fichaje costó, en el verano de 2009, 66 millones de euros. Desde entonces, muchas lesiones, un Mundial que jugó con molestias físicas engañando al Real Madrid y muy poco rendimiento en los terrenos de juego.
"Éste va a ser el año de Kaká". Esta era una de las frases más escuchadas al inicio de la pretemporada del Real Madrid. El brasileño jugó bien en el primer partido ante Los Ángeles Galaxy, pero ahí acabó su aportación. Desde entonces, su juego ha sido gris y la prensa comenzó a cebarse con el brasileño.
Y es que este año había fe en Kaká. Por primera vez desde que aterrizara en Chamartín, Kaká podría completar una pretemporada sin problemas físicos. Primero fue una pubalgia, después molestias en las rodillas y, finalmente, el paso por el quirófano tras el Mundial de Sudáfrica por problemas en el menisco.
Pero Mourinho confiaba en recuperarle desde el principio. Su vuelta a los terrenos de juego, la temporada pasada en el campo del Getafe, apuntaba al retorno de uno de los mejores jugadores del mundo. Sin embargo, su progresión se ha estancado y es un jugador totalmente prescindible en el esquema de Mourinho. Desde su llegada, Kaká ha visto cómo su importancia ha ido disminuyendo a medida que avanzaba la temporada.
El Real Madrid estaba dispuesto a escuchar ofertas por Kaká este verano. Sin embargo, los 66 millones de euros de su traspaso pesan como una losa. El jugador se ha devaluado. No hay nadie en el mercado que esté dispuesto a llegar a las cifras que querría Florentino. El Real Madrid tiene un problema llamado Kaká que será difícil de resolver.