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La Italia de siempre juega como nunca

La selección italiana no pierde su sello original, la competitividad, pero Prandelli le ha dado su toque personal.

La selección italiana no pierde su sello original, la competitividad, pero Prandelli le ha dado su toque personal.

Catenaccio es la palabra recurrente que se utiliza cuando juega Italia. Defensivos, cerrojazo, entregarán el balón, autobús. Todas estas palabras aparecían en los medios españoles en la previa del debut de nuestra selección. España tendría que derribar un muro defensivo ante un equipo que iba a ceder la iniciativa e iba a olvidarse del balón. Nada más lejos de la realidad.

Las circunstancias hicieron que la formación de Cesare Prandelli se tuviera que adaptar. Perdió a Criscito por el escándalo de apuestas y a Barzagli por lesión. El seleccionador decidió retrasar la posición de De Rossi, como Luis Enrique acostumbró a hacerlo en la Roma, e incrustarlo entre los centrales. La lectura que se hacía era que Italia iba a jugar atrás, encerrada, como ha hecho toda la vida.

Sin embargo, la Italia de Prandelli es diferente. Después del batacazo del Mundial de Sudáfrica a las órdenes de Marcelo Lippi, el extécnico de la Fiorentina revolucionó la azzurra con jugadores muy jóvenes y con un fútbol atractivo. Fruto de ello, Italia hizo una fase de clasificación sobresaliente ofensivamente y defensivamente. De hecho, sólo encajó dos tantos, el equipo menos goleado en su camino a la Eurocopa.

Los españoles ya conocíamos las virtudes de este equipo y, pese a ello, se obvió en la previa del encuentro. El pasado verano, en agosto, la campeona del mundo visitó a Italia en Bari. El conjunto transalpino fue superior durante muchos minutos a España guiados por Andrea Pirlo y acabó llevándose la victoria (2-1) al final y de rebote.

En el encuentro del domingo, Italia cedió el favoritismo a España, pero no así el balón. La defensa de cinco jugadores en realidad se tornó en un centro del campo poblado por cinco futbolistas. Giaccherini y Maggio, los carrileros, ayudaban en la destrucción y arropaban a Pirlo, el dueño del partido durante mucho minutos.

Italia, como en el amistoso de agosto, se negó a ceder el balón a España, como hacen la mayoría de los rivales, y no sólo le discutió la posesión, sino que se adueñó de ella durante largas fases del partido. Hasta la entrada del delantero centro en España, que hizo recular a los centrales italianos, Prandelli le ganó la partida a Del Bosque a su estilo, pero sin renunciar a la idiosincrasia del fútbol italiano.

Defensa organizada sí, pero también buen juego. Ese es el sello de Prandelli, un óptimo entrenador, que ha sabido imponer un estilo diferente en una selección salpicada por el escándalo. Italia siempre es un rival a tener en cuenta y al que España no ha ganado en un gran torneo desde los Juegos Olímpicos de Amberes 1920. Por ello, siempre hay que tenerla en cuenta, aunque no sea la mejor generación de la historia. Italia siempre es competitiva y, con un entrenador como Prandelli, además, intenta jugar bien al fútbol, incluso, ante la campeona del mundo.

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