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Amando de Miguel

Sobre el vascuence

Mi vaticinio se basa en que el vascuence se impone desde la esfera oficial. Eso es un error si se quiere que la lengua tenga vitalidad. Por la misma razón me opongo a que el español sea declarada la lengua oficial de los españoles en la Constitución.

Digo el vascuence, y no el eusquera o el euskara, porque es un idioma al que concedo una gran dignidad y una gran significación para todos los españoles. Por eso mismo, cuando escribo en castellano, digo el francés o el inglés. El vascuence es un idioma que me fascina, quizá porque sea un supérstite de los idiomas que hablaban nuestros antepasados prerromanos en Iberia y en el Norte de África. "Idioma" quiere decir precisamente lo nuestro. No puede ser casual el parentesco entre "ibero", "Ebro", "beréber" y "bárbaro". Lo que no admito es que se intente desplazar el español o el francés en las tierras donde todavía se habla el vascuence. El francés o el español son lenguas de comunicación internacional; el vascuence no lo es, pero eso no quita para que se deba cultivar sin subvenciones. Mis dos escritores favoritos, Pío Baroja y Miguel de Unamuno, fueron dos vascos que elevaron el castellano a una gran categoría literaria.

Ana Alfageme Gorostiaga me señala que en su familia de origen se perdió naturalmente el vascuence mucho antes de Franco. El abuelo Gorostiaga procede de un pueblo vizcaíno llamado Ereño. Doña Ana se alegra de que se haya conservado la <ñ>, una letra tan española. Mi opinión es que la mejor forma de que se conserve o se renueve el vascuence es no imponerlo políticamente.

Pedro Ugarte me riñe porque mi comentario sobre el vascuence "está lleno de prejuicios". Me precisa que la letra <ñ> se ha eliminado de los nombres comunes en vascuence, si bien se conserva en los nombres propios. Será un prejuicio, pero no entiendo esa discriminación.

Son varios los libertarios que me señalan que la letra <c> no ha desaparecido oficialmente del vascuence. Me alegro de mi error al creer que sí había sido eliminada. Aunque me siglo planteando cómo es que en los "modelos" educativos del País Vasco se dice que son el A, el B y el D. Es decir, no hay modelo C. Misterios.

Vuelve Pere Campos a su discurso insultante, despreciativo. Ahora me echa en cara mi ignorancia respecto al vascuence. La verdad es que no soy ni siquiera euskaldunberri. Mi ácido comunicante no se cree que mi investigación sobre el uso de la lengua vasca en Álava haya sido censurada por razones políticas. No creo mucho en las conspiraciones, pero sí en un clima político dominante que puede llevar a muchas formas de censura. Don Pere o don Pedro entiende que no debemos protestar contra la censura los que estamos a todas horas en los medios de comunicación. Sin embargo, no me verán ustedes salir en TVE o en El País y medios afines. Se ríe don Pere o don Pedro de mi predicción de que el vascuence va a perecer en pocos años. Pero mi vaticinio se basa en que el vascuence se impone desde la esfera oficial. Eso es un error si se quiere que la lengua tenga vitalidad. Por la misma razón me opongo a que el español o castellano sea declarada la lengua oficial de los españoles nada menos que en la Constitución. Las lenguas, como las comidas o las formas de vestir o de divertirse, deben ser opciones personales sin ningún tipo de imposición oficial. A mí me interesan las lenguas como siento curiosidad por las formas de comer o de vestir. Lo que me interesa es la vida cotidiana de mis compatriotas. Por eso mismo ahora escribo novelas. El final de una intervención suele ser lo que verdaderamente quería decir el interviniente. Este es el final del comentario de don Pere o don Pedro: "Y lo más gracioso de todo: que usted provoca envidia en los que le critican". No es cierto que yo diga eso. Lo que sostengo es que el tipo de personas que me insultan, como don Pere, lo que demuestran es envidia. Los que me critican son otro tipo de personas; son las que admiro porque me enseñan.  

Debo advertir que esta seccioncilla no me permite ampliar mis opiniones. Bastante tengo con replicar a algunos de los corresponsales. El espacio que me dan (o que me tomado) resulta limitadísimo. Es lógico que así sea. Si desean seguir mis opiniones al ritmo de la actualidad les sugiero que se asomen a mi Facebook o me escuchen y me lean en los medios que acogen gentilmente.

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