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Amando de Miguel

Totalmente

El uso de los adverbios terminados en –mente son el terror de la lengua española. Dichos con tino, son una gran ayuda para matizar las acciones, pero, si se reiteran, se hacen empalagosos. Un ejemplo puede ilustrar lo que digo. No hay más que recordar los últimos viajes en avión. Los avisos de la gentil azafata a través de los altavoces machacan el adverbio “totalmente”. Durante el vuelo los teléfonos y otros artilugios electrónicos deben estar “totalmente desconectados”. En las maniobras de despegue y aterrizaje “las mesitas deben estar totalmente plegadas”. Después de aterrizar, nadie debe levantarse “hasta que el avión haya parado totalmente sus motores”. ¿No sería más práctico prescindir de todos esos “totalmente”? En los partes de los accidentes suele decirse que “el vehículo quedó totalmente calcinado” ¿Seguro? ¿Convertido en cal, todas sus piezas? Ya se sabe que hablar es exagerar, pero ese enunciado es también una exageración.

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