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Antonio Golmar

De Bruselas a Madrid

El desalojo de ZP del poder no tiene por qué depender sólo de sus propios errores, sino también de los aciertos de la oposición, especialmente en las regiones y en las franjas de votantes donde muestra mayor debilidad.

Este partido se (la) juega en Europa. El eslogan del PSOE para la precampaña de las europeas demuestra el miedo de Rodríguez Zapatero a que su derrota electoral el 7 de junio desencadene un proceso de deterioro que lleve a la convocatoria de elecciones anticipadas, a no más tardar en la primavera de 2010. Aprovechando el terror de ZP a terminar peor que Felipe González, el Partido Popular está propagando en medios periodísticos de Madrid y Barcelona un rumor que en estos momentos suena entre descabellado y contraproducente: Mariano Rajoy necesita una gran victoria de su partido para cerrar un pacto con CiU y PNV que le permita presentar una moción de censura, o al menos tumbar los presupuestos generales del Estado de 2010. Por lo tanto, cualquier voto o apoyo explícito a UPyD nos aleja del necesario cambio de dirección en el Gobierno de España.

En vez de extender este tipo de intoxicaciones a través de personas de buena fe que en tan mal lugar dejan a los responsables de comunicación de Génova 13, el PP debería centrar su campaña de persuasión mediática en convencernos de que este partido representa una auténtica alternativa a socialistas y nacionalistas más allá de las protestas contra la liberalización de la píldora del día después, un asunto baladí que está adquiriendo tintes bastante preocupantes. A este paso, algunos terminarán exigiendo la confección de listas negras de consumidores de aspirinas y el ibuprofeno, culpables cada año de la muerte de miles de personas en Europa Occidental y los Estados Unidos.

En zonas como Cataluña, donde la última moda entre los intelectuales separatistas es hacer coincidir el segundo centenario de la nación argentina, el 25 de mayo de 2010, con un referéndum de independencia, el PP debería esforzarse por defender la libertad no sólo cuando oscurece o cuando nadie lo ve, como en el poema de Paul Eluard, sino también a pleno día, y de paso acabar con las patéticas y a veces desternillantes luchas intestinas entre diversas facciones de carácter personalista y religioso.

Tal vez el entusiasta regreso a Cataluña de políticos como el ex consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid Santiago Fisas, un político muy apreciado por las bases de su partido y que, debido a su posición en las lista del PP en las europeas, debe poner toda la carne en el asador para lograr ese puñado de votos que le aseguren su elección como parlamentario europeo (hasta ahora las encuestas lo sitúan en el límite) pueda marcar un punto de inflexión. Después de todo, un diputado raso no suele pasar más de una semana al mes fuera de su país, así que tiene tiempo de sobra para dedicarse a la política local, si es que le dejan.

O tal vez no, en cuyo caso el desembarco de UPyD en Cataluña de la mano de Antonio Robles y José Domingo, un secreto a voces desvelado de hecho en una entrevista publicada el domingo en El Mundo de Catalunya, podría asestar el golpe de gracia a un PPC que, como algunos de sus afiliados lamentan, últimamente anda más preocupado por el Botox que por los votos.

El desalojo de ZP del poder no tiene por qué depender sólo de sus propios errores, sino también de los aciertos de la oposición, especialmente en las regiones y en las franjas de votantes donde muestra mayor debilidad. A estas alturas, no sé qué podría costarnos más cara, la insensatez de Zapatero o la mezcla de frivolidad e incompetencia de algunos presidentes autonómicos del PP.

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