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EDITORIAL

El póquer del tesorero

Como un jugador de póquer con una mala mano de cartas, Bárcenas trata de burlar al resto de jugadores para que no adviertan su pésima fortuna.

La huida hacia delante de Luis Bárcenas, tesorero del Partido Popular, continúa; y lo hace con el ventilador encendido a toda marcha. Como un jugador de póquer con una mala mano de cartas, trata de burlar al resto de jugadores para que no adviertan su pésima fortuna. Tal vez por eso Esperanza Aguirre, que le ha visto el farol, le invita a que las muestre, y a que lo haga rápido, con "mucha claridad y mucha precisión", para así despejar la sombra de la duda que muchos pretenden extender sobre la presidenta de la Comunidad de Madrid en relación con el sucio asunto de las comisiones de Correa y asociados.

Lo más probable es que todo lo que Bárcenas pueda mostrar ya se sepa y, antes de las elecciones europeas, haya tenido el curso ordinario en la prensa adicta a Moncloa. Por eso Aguirre habla con tanta franqueza y pide "de rodillas" que Bárcenas hable ahora o calle para siempre. Poner el ventilador es un recurso que los políticos en apuros utilizan con frecuencia, pero ese ventilador ha de tener material que esparcir, si no funciona exactamente a la inversa y, pasada la sorpresa inicial, consigue el efecto contrario al que buscaba. Pasado el temporal Aguirre hasta podría salir fortalecida de todo este escándalo que, a pesar de los sucesivos intentos por implicarla, no la ha salpicado.

De cualquier modo, y ateniéndose a la actitud de Bárcenas, que parece dispuesto a defenderse como gato panza arriba tras verse implicado de lleno en el caso Gürtel, el que tiene un problema serio no es sólo el propio Bárcenas, sino Mariano Rajoy, presidente del partido y principal apoyo del tesorero. Si Bárcenas sabe tanto como dice saber y posee toda la "información delicada" que dice poseer es el propio Rajoy quien debería ponerse en guardia, especialmente porque bien podría debilitar aún más la unidad del PP y, de paso, dejar su credibilidad como candidato a la altura del betún.

Por ahora Bárcenas, con respecto a Aguirre, poco más puede hacer que emular a un jugador de póquer yendo de farol, con objeto de intimidar a quien tuviese la tentación de ponerse en su contra o de complicarle en el calvario judicial que se avecina para el gran tinglado de intereses creados por Francisco Correa. Pero en el póquer, como en la vida, la verdad siempre sale a la luz y el tiempo termina por poner a cada uno en su sitio. A Bárcenas el tiempo debería situarle en breve fuera de su cargo actual, pero no por lo que sabe sino por lo que presuntamente ha hecho al frente de la tesorería del PP. Para eso, claro, haría falta decisión y ganas de desembarazarse de un lastre que puede costar las próximas elecciones al Partido Popular. Y si no al tiempo.

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