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Encarna Jiménez

Deborah Ombres

Teniendo en cuenta que esta semana, previa a la entrega de los premios Goya, va a concluir con el encuentro entre Zapatero, Carmen Calvo y el mundo del cine en la ceremonia de entrega, que haya quien se manifieste crítica es casi un milagro.

Ha vuelto “Caiga quien caiga” a Telecinco con la única novedad de incluir en el equipo a Deborah Ombres, transexual interpretado por el actor vallisoletano Javier Díaz. Una falda y un carácter que anima un semanario gamberro que ha empezado repitiendo el mismo guión de temas que cuando estaba Wyoming al frente.
 
Los noticiarios humorísticos comienzan a ser una plaga en las cadenas de televisión, y no porque no estemos necesitados de risas, sino porque todos tienen el mismo registro: están anclados en la crítica al PP, como si estuviera todavía en el Gobierno. El nuevo “CQC”, que se emite los viernes por la noche buscando mayor tajada publicitaria, ya no lo produce Globomedia, sino “Cuatro Cabezas”, la empresa argentina creadora del formato. De ahí que en este primer programa persiguieran a Aznar y siguieran a Zapatero por tierras americanas y contáramos con la presencia de un reportero de los de allí, que son de los que han creado escuela en el estilo impertinente y pesado.
 
La edad de los presentadores se ha rebajado, pero tienen menos personalidad que los anteriores. El decorado es galáctico, con un insecto tecnológico, aunque siguen obsesionados con Ana Botella, Aznar y la guerra de Irak. Hay apartados nuevos, el “Top five” que saca partido a momentos de la televisión, un espacio algo privilegiado para Arturo Valls, el único miembro que queda del equipo anterior, y “La columna” del actor/actriz Deborah Ombres. Esta última fue la única que se salió del guión repitiendo sin parar: “el cine español me aburre”. Teniendo en cuenta que esta semana, previa a la entrega de los premios Goya, va a concluir con el encuentro entre Zapatero, Carmen Calvo y el mundo del cine en la ceremonia de entrega, que haya quien se manifieste crítica es casi un milagro en los programas de humor que circulan esta temporada.
 
Como suele ocurrir, los políticos tienen bastante paciencia con los molestos reporteros Juan Manuel Bonet, Christian Gálvez y Fernando González, y es difícil que alguien les plante cara como lo hizo Fernando Fernán-Gómez hace tiempo. Manel Fuentes no tiene el peso del Gran Wyoming, pero el “showman” madrileño tampoco pasa por sus mejores momentos en la “Azotea” que le ha puesto TVE. La audiencia le está dando la espalda y, hasta sus fieles, lo ven desmotivado y con propuestas envejecidas.
 
El principal problema de los noticiarios humorísticos es que no hay guionistas de refresco y siguen dándole caña a Urdaci, que una vez acabe la promoción de su libro dejará de ser objetivo principal de los dardos, metiéndose con Aznar y Bush e incordiando a Ana Botella. De momento no han reeditado “El rincón de Espe” para erosionar a Esperanza Aguirre, pero todo se andará si seguimos con el humor a piñón fijo.

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