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Encarna Jiménez

El cadáver de Frida

Frida Kahlo fue una pintora con cuatro cuadros sorprendentes –entre una producción tirando a regular- que tuvo una vida azarosa y poco envidiable. Sin embargo, como en EEUU hay un mercado para el arte que incluye la glorificación de todo lo que pueda tener cierto morbo sadomasoquista-feminista-revolucionario, sus pinturas empezaron a adquirir cotizaciones nunca vistas en autores de origen hispano. No digamos de autoras. La brasileña Tarsila do Amaral, que algo más que Frida significó en la vanguardia americana, no bate récords en las subastas. Tampoco conseguirá que su cadáver se lo disputen actrices y productores de cine.

Como ocurrió con Evita, que se la llevó al huerto Madonna en una película absolutamente prescindible en la que intervino el inevitable Antonio Banderas, ahora andan dos artistas de carácter, Salma Hayek y Jennifer López, intentado encarnar a la pintora mexicana para comulgar con la discutible gloria de Frida. Si estuviéramos hablando de cine y biografía, podríamos pensar que cualquier actriz menuda y blanquita con una gran ceja podría hacer de Frida con un buen guión, pero como de lo que se trata es de una guerra entre los pechos de la Hayek y el culo de Jennifer López, dejaremos que los fans elijan. Para mí que gana Jennifer.

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