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Ataque de importancia

Si Afganistán no puede alcanzar una mínima estabilidad hasta dentro de unos cuantos años, y si nuestras tropas son cada vez más hostigadas, cabe preguntarse si Chacón y Zapatero ha evaluado bien la medida de enviar más hombres.

No es necesario ser militar para saber que cuando el enemigo te embosca, se produce intercambio de fuego durante más de una hora y finalmente tienes que pedir apoyo aéreo para resolver la situación, es que el ataque no es marginal, con independencia de que no sufriésemos bajas ni heridos. Esto es lo que le ocurrió a una patrulla española que escoltaba a efectivos del Ejército Nacional Afgano el pasado 16 de diciembre en las proximidades de Sang Atesh, en la provincia de Badghis.

Este ataque sucede al producido el 4 de diciembre por nuestra Base de Apoyo Avanzado (FSB) en Herat, contra la que fueron lanzados tres cohetes que afortunadamente tampoco provocaron víctimas al caer en el perímetro exterior de sus instalaciones. Algo más atrás en el tiempo, el 4 de septiembre, se producía un ataque también con cohetes en la zona donde España construye su nueva base, en las afueras de Qala-i-Naw, ciudad donde España lidera un Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT). De nuevo sin víctimas, pero lo grave era que ese ataque era el tercero que se producía en tres días.

La proliferación de ataques contra nuestros efectivos no sólo es indicador de que la zona bajo nuestra responsabilidad cada vez es más problemática, sino también de que somos un objetivo cada vez más buscado por el enemigo. Con nuestra flamante nueva base de Qala-i-Naw capaz de albergar a 1.300 efectivos se consolidará nuestra misión afgana, y con ella la necesidad de poner al día nuestra actuación en términos de reglas de enfrentamiento y de coordinación con nuestros aliados. Porque si no, tarde o temprano volverán a cazarnos.

En esta nueva fase del conflicto hay algunas variables nuevas que pueden ser positivas a corto plazo. Junto a la aprobación estadounidense del envío de 30.000 efectivos más –escaso esfuerzo, pero qué se le va a hacer–, la apertura de vías de apoyo logístico en el norte del país –el denominado Northern Distribution Network (NDN)– es una buena noticia. Esto último se debe además a cierta nueva actitud del Kremlin hacia el conflicto, que anuncia ya una cada vez más visible presencia rusa en suelo afgano tras veinte años de ausencia, y que debemos valorar, como ya apuntamos a propósito de Irán.

Aunque el envío de más americanos, la NDN y la ayuda rusa puedan ser positivas a corto plazo si realmente ayudan a hacer frente al enemigo en mejores condiciones, ello no debe de llevarnos en absoluto al optimismo: el propio Karzai acaba de afirmar que evalúa que hasta el año 2024 el Ejército Nacional Afgano no será capaz de valerse por sí mismo, un horizonte ciertamente muy, muy lejano si tenemos en cuenta que Obama ha decidido abandonar el país en julio de 2011, esté o no garantizada la viabilidad institucional. ¿Quién se encargará de la seguridad entretanto?

Así las cosas, si Afganistán no puede alcanzar una mínima estabilidad hasta dentro de unos cuantos años, y si nuestras tropas son cada vez más hostigadas, cabe preguntarse si Chacón y Zapatero ha evaluado bien la medida de enviar más hombres, sobre todo si no responden a la pregunta acerca de qué hacemos exactamente en Afganistán, si misionar humanitariamente o luchar contra el terrorismo. Porque si es para contentar a Obama, no vemos clara la ventaja de poner en peligro a más hombres de los que actualmente ya lo están allí, máxime si en año y medio los americanos estarán de vuelta. Y si se trata de proseguir la lucha contra el terrorismo y a favor de la democracia afgana, el Gobierno debería mostrarnos sus planes para llevarla a cabo en un escenario en el que los americanos se retiran y entran en juego iraníes y rusos. En otros tiempos –adivinen a cuáles nos referimos– la presidencia española de la UE hubiese colocado a nuestro país a la cabeza de la lucha internacional contra el terrorismo, aunando esfuerzos entre los aliados occidentales. Pero ahora Zapatero, el hijo del viento, no está en condiciones ni de soñar con un liderazgo parecido. Mientras, los ataques serán cada vez de mayor importancia.

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