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El componente sirio del yihadismo

El que el sanguinario régimen sirio utilice la excusa del yihadismo para justificar su represión en lugares como Deraa no quiere decir que todo lo referido al desarrollo del yihadismo salafista en Siria sea propaganda.

El que el sanguinario régimen sirio utilice la excusa del yihadismo para justificar su represión en lugares como Deraa no quiere decir que todo lo referido al desarrollo del yihadismo salafista en Siria sea propaganda. Ocurre aquí lo mismo que con las afirmaciones de líderes como Gadafi hoy o Mubarak y Ben Alí ayer: encendían las alarmas sobre la existencia de grupos yihadistas en sus países, pero no sólo lo hacían para afianzarse en el poder sino que se referían a realidades existentes aunque luego las instrumentalizaran.

La referencia obligada ahora es a la represión por parte de Hafez El Assad, padre del actual presidente, Bashar, del levantamiento de los Hermanos Musulmanes, en Hama en febrero de 1982. Hafez era general de la Fuerza Aérea, como Hosni Mubarak, y utilizó con generosidad ese arma para laminar a sus objetivos: según las fuentes, allí murieron entre 10.000 y 30.000 personas. Entonces, como ahora, Siria era un país sumido en la dictadura y, por tanto, en el silencio, y si algo se supo entonces fue gracias a un viajero occidental que por su proximidad al lugar supo de la matanza y la dio a conocer al mundo.

Desde el punto de vista del régimen "laico" del Partido Baaz –el Renacimiento Socialista Árabe que fundara el cristiano Michel Aflaq en 1932, soporte ideológico tanto para Siria como para el Irak de Sadam Hussein, y ello aunque ambos fueran enemigos–, esta medida resolvió el problema de sus islamistas, dinamizados entonces por la victoria de la Revolución Islámica en Irán. Pero uno de los problemas que esto generó fue que, al agitar su refugio, los que consiguieron escapar se dispersaron por el mundo. En España, terroristas destacados como Abu Dahdah o Mustafá Setmarian Al Suri son ciudadanos de ese origen que encontraron aquí refugio.

Volviendo a Siria y a la actualidad, recordemos que cuando Maher El Assad, hermano del presidente, lanzaba los carros de la 4ª División Acorazada que él manda, el 25 de abril contra Deraa, quería evitar la proclamación de un Emirato Islámico. Denunciaba de paso a Fida Ad-Din Tarif as-Sayid y a su página Syrian Revolution 2011, como incitador a las revueltas desde su cómodo refugio en Suecia, y al líder de la Hermandad siria, Mohamed Riad Shaqfa, quien mostraba el 12 de abril su apoyo a las revueltas desde su exilio en Arabia Saudí. Estos tienen las ideas muy claras sobre quiénes son sus enemigos: en Siria, el enemigo principal es la élite minoritaria de los alauíes (12%), una escisión del chiismo que se distingue por considerar a Alí, primo de Mahoma, como el verdadero profeta del islam. Los Hermanos Musulmanes sirios pertenecen a la mayoría suní (75% de la población) pero entre sus objetivos están también los suníes dóciles –los que no se levantan en armas contra los gobernantes apóstatas, y que son la mayoría– y todas las demás comunidades religiosas (drusos y cristianos) y étnicas (kurdos) del país.

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