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En Babia

El Reino Unido no es el único objetivo. La directora del MI-5 cita cuatro estados como objetivos fundamentales de la Organización que son, por este orden, España, Francia, Canadá y Alemania.

La Directora del Servicio de Inteligencia Interior (MI-5) del Reino Unido, Eliza Manningham-Buller, aceptó una invitación del catedrático de Historia Contemporánea del Queen Mary College para participar en una sesión del Mile End Group, una unidad de investigación, y reflexionar junto con un grupo de profesores y jóvenes investigadores sobre la amenaza islamista. La directora es una funcionaria de la comunidad de inteligencia británica, con una experiencia de 32 años en este particular negocio. Nadie duda de su cualificación profesional, como tampoco está en duda que el MI-5 es una de las agencias de inteligencia más importantes del mundo.

En un ambiente académico la directora ha hecho una reflexión metódica y clara, que no deja dudas sobre la gravedad de la amenaza. Desde los atentados del 7 de julio el reclutamiento de islamistas dispuestos a realizar actos terroristas se ha incrementado. Los jóvenes son el objetivo, todo ello bajo la presión de familiares y amigos. En estos momentos en el Reino Unido están bajo observación unas doscientas redes, con la implicación de unas 1700 personas. Los continuos viajes de los miembros de la comunidad anglo-pakistaní a su país de origen proporciona a Al Qaeda una oportunidad para mantener la comunicación y para reclutar a jóvenes británicos durante su estancia en la tierra de sus mayores.

¿Cómo hacer frente a este incremento de candidatos a terroristas? La inteligencia británica ha apostado siempre por la inteligencia humana, a diferencia de sus "primos" norteamericanos. Se han preocupado por tener agentes preparados para trabajar en culturas y lenguas distintas. Su éxito en Irak ha sido evidente, sobre todo en contraste con otros servicios allí presentes. Sin embargo, la afuencia de islamistas desborda sus capacidades. Hasta la fecha, según ella misma reconoce, sólo el 6% de los agentes del MI-5 procede de minorías arraigadas en la sociedad británica. Se está intentando compensar esta situación, aunque estos cambios sólo tendrán efecto en el medio plazo. Este último año el 14% de los recién incorporados pertenece a estas minorías.

Mucho se ha hablado durante los últimos meses sobre la dependencia o no de las nuevas células en Europa, Estados Unidos y Canadá respecto al mando central de Al Qaeda. A menudo hemos encontrado referencias al sirio-español Setmarian, en la actualidad disfrutando de un merecido descanso en el enclave caribeño de Guantánamo, quien, en su condición de miembro del mando central del grupo terrorista, diseñó la estrategia de supervivencia para el caso en el que Ben Laden y sus colaboradores no pudieran ejercer plenamente el control de la organización. Ejemplos de esa estrategia fueron los atentados del 7-J en Londres, así como otros posteriores desarticulados tanto en el Reino Unido como en Canadá. A pesar de ello la Directora afirma que en el caso de la comunidad anglo-pakistaní nos encontramos con una dependencia directa del mando central de Al Qaeda, lo que no quita que se produzcan actos terroristas derivados de la acción de grupos islamistas inspirados por la propaganda de Al Qaeda.

Eliza Manningham-Buller ha destacado también el interés de las nuevas células por hacerse con armamento de destrucción masivo, en especial de los tres tipos más asequibles: químico, biológico y radiológico. No descarta, sino todo lo contrario, que en cierto tiempo un atentado de estas características se produzca en el Reino Unido. Como hiciera el políticamente difunto Rumsfeld tras los atentados del 11-S, la directora ha recordado a los académicos que la amenaza no sólo está creciendo, sino que permanecerá mucho tiempo con nosotros. Por último, subrayó algunas cosas que no por obvias conviene recordar ante las peculiares interpretaciones que podemos encontrar en los medios de comunicación. El primer atentado de Al Qaeda en el Reino Unido fue anterior a la Guerra de Irak, a la de Afganistán y al 11-S. El Reino Unido no es el único objetivo. La directora cita cuatro estados como objetivos fundamentales de la Organización que son, por este orden, España, Francia, Canadá y Alemania.

Mientras tanto, ¿qué ocurre en España? ¿Cómo estamos reaccionando ante una amenaza tan directa, por lo menos a los ojos de la jefa del MI-5? Ya sabemos que nuestro director de inteligencia no es profesional de la materia. Que por no saber no sabe ni inglés, lo que le imposibilita hablar cara a cara, sin intermediarios, con sus equivalentes, algo fundamental en ese mundo. Que lo suyo son los patos y el formar parte del clan Bono. También sabemos que la amenaza islamista no va con nosotros, porque como nos explicó Rubalcaba el 11-M se debía a la presencia de España en Irak. Ya no estamos en Irak, luego ya no tenemos de que preocuparnos. Sin embargo, no acabamos de entender porqué entonces un grupo de magrebíes quiso volar la Audiencia Nacional, ni la causa de que otro grupo, esta vez de paquistaníes, quisiera hacer lo mismo con algún edificio de la Ciudad Olímpica barcelonesa. Tampoco llegamos a comprender por qué otras células han llegado a formarse y, afortunadamente, han podido ser desactivadas en una fase inicial.

De lo que no tenemos duda es de la estrategia seguida por nuestro presidente de Gobierno. En compañía del islamista Erdogan pregona a los cuatro vientos que nosotros respetamos al Islam, que no somos un enemigo, que estamos dispuestos a realizar muchas concesiones, económicas y de todo tipo, y por ende, que lo lógico es que apunten en otra dirección. Es lo que tiene el antinorteamericanismo, y todo lo que ello implica: ceguera. Los islamistas no nos atacan por enviar soldados, sino por existir. Nuestra influencia, directa e indirecta, sobre el mundo musulmán resulta para ellos intolerable. Si a eso añadimos que estamos pisando tierra del Islam, al Andalus; que hemos mancillado sus templos; que nuestro modelo corrompe a los pueblos árabes vecinos; y que nuestra cultura es un pésimo ejemplo, cuando no una ofensa, para los musulmanes que voluntariamente se han instalado en España tendremos una panorámica más realista de cuál es la perspectiva que los islamistas tienen de nosotros y, por lo tanto, de cuál puede ser la efectividad real de la estrategia zapateril.

La presencia española en Líbano y Afganistán resulta inaceptable para Al Qaeda. Por muchas seguridades que la administración Zapatero les dé sobre nuestras intenciones allí, con ese tipo de manifestaciones sólo conseguiremos molestar aún más a nuestros aliados –si es que todavía podemos utilizar ese término– sin lograr como contrapartida una garantía de seguridad. La España del matrimonio homosexual, del multiculturalismo y del todo vale molesta a los islamistas tanto como la defensora de los valores judeo-cristianos, pero con una diferencia: a Zapatero lo perciben mucho más débil y manejable y por lo tanto como candidato a todo tipo de chantajes.

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