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Hambre en Somalia

Aunque la ONU lo esconda, el islamismo de Shabaab es causa necesaria para la grave crisis humanitaria. Y también el gran impedimento para tratar de paliarla.

Somalia es el Estado fallido por antonomasia de nuestros días, aunque supuestamente el Gobierno Federal de Transición (GFT) ejerce mal que bien como ejecutivo. Lo hace con un insuficiente apoyo de una comunidad internacional que juega a la ficción de que es un interlocutor real. Pero en la práctica sólo controla una pequeña porción en torno a Mogadiscio y otros dos enclaves más. En verdad, el país se encuentra partido en cuatro áreas, además de la que llamamos propiamente "Somalia". Al norte se encuentran dos regiones, Somalilandia y Putland, en la práctica Estados autónomos.

Es al sur donde Somalia es un infierno. Todo el país es ya árabe de un tiempo a esta parte, lo que significa que para el islamismo es "Dar al Islam". De ahí el interés preferente de Al Qaeda por controlarlo. Además está su situación privilegiada: en el Golfo de Adén, frente a Yemen, otro Estado en la práctica fallido; y cercano a Sudán, lo que antes de la partición de este mes de julio suponía un continuo musulmán hasta Jartum con Kenia y Etiopía de por medio. Y Uganda: contra éste país lanzaron los islamistas el cruel atentado el día de la victoria española en el Mundial de 2010.

El sur se caracteriza por el control desordenado y caótico de las milicias islamistas. En algunos lugares los clanes piratas actúan con total libertad (caso de Haradhere, base de operaciones de los secuestradores del Alakrana). Pese al rigorismo islamista, la piratería pervive, infectando también a grupos islamistas, que ven fácil fuente de dinero: la milicia Shabaab goza de buena salud, nutriendo sus filas y sus arcas con activistas y fondos procedentes también del exterior.

La incapacidad y el desinterés en crear unas instituciones mínimamente estables, la brutal represión y los enfrentamientos constantes en un clima de yihad, han convertido el sur en un infierno. El tejido económico y social, que aunque modesto se mantiene en otras áreas del país, ha saltado con los aires por la presencia islamista. Así que hacía falta sólo una sequía como la que afecta a la región para que el drama estuviese servido. A diferencia de la Somalia islamista, otras regiones afectadas por la carestía de lluvias, al norte, y en Kenia y Etiopía, han resistido mucho mejor, sin caer en la hambruna. Por otra parte, el goteo en los últimos años hacia estos países simplemente se ha agravado ahora.

Aunque la ONU lo esconda, el islamismo de Shabaab es causa necesaria para la grave crisis humanitaria. Y también el gran impedimento para tratar de paliarla. Años lleva la milicia chantajeando a las organizaciones humanitarias que tratan de llevar ayuda al país. Ahora, es el gran impedimento para que la ayuda internacional llegue a los somalíes.

Antes y ahora, el islamismo en Somalia es la causa de los problemas. Y como antes, ahora nadie se muestra capaz de reconocerlo.

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