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La sonrisa boba

el problema para España es tener un presidente que carece de esa voluntad y en vez de inteligencia sólo sabe exhibir una sonrisa boba

La próxima Cumbre europea puede costarnos 45 mil millones de euros a todos los españoles. Esa es la diferencia entre el dinero que consiguió Aznar en una dura negociación en Dublín en el año 2000 y el dinero que parecen dispuestos a conceder a Rodriguez Zapatero los líderes europeos para el periodo 2006-2013. Peor aún, si nuestro presidente acepta la exigencia de Tony Blair de renegociar la Política Agrícola Común en 2008, en contra del acuerdo logrado también hace tres años por Aznar de no tocarla hasta el 2013, habría que sumar otros muchos miles de millones de euros que nuestros agricultores dejarían de percibir a partir de ese año. Ante este panorama Rodríguez Zapatero se muestra confiado en poder llegar a un acuerdo.
 
Seamos honestos. La reciente ampliación de la Unión Europea a diez nuevos socios tiene un coste que todos los miembros anteriores debemos asumir. Nuestro país ha experimentado en los últimos siete años un fuerte crecimiento económico que reduce la cuantía de los fondos comunitarios. Pero lo que no puede admitirse es que España sea la gran perdedora de la ampliación y que las ayudas a los nuevos miembros se costeen en gran medida a costa de reducir las nuestras. Tampoco es asumible que cuando las regiones españolas dejan de reunir los requisitos para recibir ayudas no se les aplique el régimen transitorio que a otras regiones europeas se les ha aplicado en el pasado, especialmente cuando la pérdida de esos fondos es consecuencia en muchos casos del propio efecto estadístico de reducción de la renta media europea que provoca la ampliación.
 
El responsable del desastre financiero que puede constituir para nuestro país la próxima cumbre europea, en la que España puede pasar de ser la principal receptora neta de fondos de toda la Unión a ser contribuyente al final del periodo, no es un malvado Blair, ni la fracasada Merkel ni un Chiraq en fase política terminal. Todos ellos se limitan a defender con la más férrea voluntad y su mejor inteligencia los intereses de sus países. El problema para España es tener un presidente que carece de esa voluntad y en vez de inteligencia sólo sabe exhibir una sonrisa boba.
 
Es muy difícil que alguien que no tiene un concepto claro de la Nación que gobierna pueda defender con firmeza los intereses nacionales. Rodriguez Zapatero ha dado ya reiteradas muestras de su incapacidad para defender nuestros intereses en la negociación de la Constitución europea, en la negocación de las OCM del aceite, el algodón o el tabaco, en la aún más reciente reformar del mercado de la remolacha y el azucar. Con estos antecedentes es poco previsible que sepa, en esta trascendental ocasión, estar a la altura de las circunstancias.
 
En todo caso, la voluntad es condición imprescindible, pero no suficiente, en las siempre difíciles negociaciones europeas. Tan importante como que los demás vean firmeza en tus posiciones, algo políticamente imposible en Rodriguez Zapatero, es saber construir las alianzas necesarias para que tus posiciones sean finalmente respaldadas por la mayoría del Consejo.
 
España va a pagar muy caro los errores en la política de alianzas europeas diseñada por Rodriguez Zapatero desde su llegada a La Moncloa. El presidente español rindió desde el principio armas y bagajes al eje Shroeder-Chiraq con la vana esperanza de que fueran ellos quienes a cambio defendieran nuestros intereses. El primer problema de esa estrategia es que nuestros intereses no sólo no son siempre coincidentes con Francia y Alemania, sino que en muchas ocasiones son contradictorios. El segundo, y aún más grave error, es que ese dúo ya no existe. El ex canciller alemán fue derrotado por una fracasada llamada Ángela Merkel que hoy preside el Gobierno de la principal potencia europea y Chiraq ha quedado muy debilitado en la actual coyuntura política francesa.
 
En todo caso, deseamos la mejor de las suertes a nuestro presidente porque en el próximo Consejo de Bruselas nos jugamos mucho todos los españoles. Esperemos que Rodriguez Zapatero se caiga, camino de Bruselas, del caballo desbocado en el que va montado, recupere la fe en la Nación española y sepa defender nuestros intereses con la máxima eficacia. A su vuelta será el momento del análisis definitivo.          

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