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Noticias y malas

Ya ha quedado claro que Karzai no cree que los aliados puedan ganar la guerra y trata de posicionarse entre los futuros ganadores. Ha llegado incluso a sugerir que el ataque con cohetes y armas ligeras contra la jirga de paz fue llevado a cabo por EEUU.

Siguen sin llegar buenas noticias de Afganistán. La OTAN acaba de augurar que las tropas de la ISAF van a vivir momentos muy duros en los próximos doce meses. También reconoció que su estrategia en el país asiático está ofreciendo resultados moderados, por lo que ha pedido un poco más de paciencia. Mientras, los enemigos esperan nuestro progresivo desgaste y posterior abandono. Pero que vayan mejor o peor las cosas no va a impedir que a finales de año se decida el inicio de la transferencia de las responsabilidades de la seguridad a manos afganas. Y la esperada ofensiva aliada de Kandahar no sólo se retrasa –parece ser que a la espera de que tenga todo el necesario apoyo político y público– sino que el presidente afgano, Hamid Karzai, ha asegurado que será ejecutada por las aún inexpertas y escasas tropas afganas.

Karzai, por su lado, ha celebrado su asamblea (jirga) de paz para dar impulso a su proyecto de reconciliación con los talibanes. Allí ha pedido la liberación de prisioneros y la retirada de nombres de la "lista negra" de la ONU, entre ellos el del mulá Omar. Ya ha quedado claro que Karzai no cree que los aliados puedan ganar la guerra y trata de posicionarse entre los futuros ganadores. Ha llegado incluso a sugerir que el ataque con cohetes y armas ligeras contra la jirga de paz fue llevado a cabo por los norteamericanos. Un ataque que provocó la dimisión seguramente forzada del ministro del Interior y del jefe de los servicios secretos afganos, para algunos occidentales dos de los más competentes miembros del gobierno.

Más noticias desalentadoras llegan de la London School of Economics, que ha publicado una investigación que confirma algo que desde hace tiempo se sospechaba: que los servicios secretos paquistaníes ayudan a entrenar a los talibanes que combaten en Afganistán, que les financian e incluso participan en la toma de decisiones del movimiento. Y mientras, los talibanes confirman que pretendían derribar el helicóptero de David Cameron, que se atrevió a visitar Afganistán la semana pasada. El premier, que viajó por sorpresa, suspendió su desplazamiento a la base británica en Helmand después de que se interceptaran una serie de llamadas en las que se mencionaba un ataque contra el líder tory. Esta vez la suerte estuvo de su lado porque los talibanes se están especializando en derribar helicópteros, últimamente algún que otro Black Hawk norteamericano, Sea King y Chinooks británicos, y Mi-26.

Para compensar las malas nuevas, el New York Times, citando fuentes del gobierno de EEUU, acaba se publicar un artículo sobre el descubrimiento de grandes yacimientos minerales –como hierro, cobre, cobalto, o litio– sin explotar y cuyo valor de mercado podría alcanzar el billón de dólares. Está claro que la administración de Obama está deseosa de oír buenas noticias de Afganistán pero de ahí a afirmar, como cita el periódico, que esto podría cambiar por completo la situación del país –y por tanto de la guerra– es muy poco realista. No existe infraestructura alguna y se necesitarían muchos más estudios para atraer inversiones extranjeras. Es más: estos descubrimientos en vez de traer paz podría traer aún más enfrentamientos para controlar la nueva riqueza del país, o intensificar los niveles de corrupción en el país, si eso es posible. Y por qué no, también podría llamar la atención de la hambrienta China que ya se ha posicionado en el país con la compra millonaria de las minas de cobre Aynak. El futuro sigue siendo desalentador.

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