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PP ahumado

Es falso que las medidas a favor de la eutanasia, el aborto, o la cristofobia sean cortinas de humo. Más bien al contrario, da la sensación de que es parte de la derecha la que usa la economía como cortina de humo.

Lo advertimos aquí hace ya bastante tiempo: acabaremos la legislatura con un fortísimo giro a la izquierda de las instituciones del Estado en España, un giro que afectará a las costumbres y a la moral de la sociedad española, y que será muy difícil revertir en el futuro. Habrá más aborto, más eutanasia, más jóvenes alienados por el sexo y el Estado contra los padres, y menos libertad de conciencia y religiosa. Se trata de los cambios más importantes que va a sufrir la sociedad española en los últimos decenios, de un alcance histórico enorme, y que son anunciados por Zapatero sin esconderlos siquiera.

Mientras la derecha pierde el tiempo contando el número de parados, leyendo informes sobre nuestra economía, o recordando la enésima mentira de Zapatero en relación con la crisis, éste sigue adelante, de manera implacable, con las reformas necesarias para lograr sus objetivos. Esta semana hemos tenido dos importantes pasos adelante y la amenaza de otros dos. En cuanto a los primeros, se trata del aborto y la píldora del día después, dirigida ésta a acabar con la tutela de los padres sobre los hijos mediante su conversión en consumidores de sexo barato y subvencionado. Al mismo tiempo, ha recordado su intención de acorralar socialmente a la Iglesia mediante la ley de libertad religiosa, y del recorte de la libertad de expresión mediante la ley de igualdad de trato.

Mientras tanto, la derecha sigue repitiendo que estos proyectos revolucionarios de Zapatero son cortinas de humo destinadas a esconder la crisis. Grave error histórico que pagará España: la crisis pasará, ZP pasará, pero quedará una sociedad más abortista, mas eutanásica, más hedonizada, al tiempo que menos religiosa, menos moral, menos social y más estatista. La izquierda, ni en España ni en ningún otro país en el mundo, ha medido nunca su labor de gobierno en términos de gestión económica. Jamás ha ocultado el empobrecimiento de sus naciones y de sus ciudadanos, por lo demás constatable. Lo que ha hecho es situar por encima de él otro tipo de valores, que justificaban cualquier sacrificio económico.

Zapatero está haciendo política con mayúsculas: en estos cinco años, ha presentado y está llevando a cabo un proyecto de cambio de régimen y de construcción de un orden social nuevo. La economía es, para él, secundaria e instrumental. Si las cuentas van bien, le permitirán llevar a cabo la reforma institucional y social en los términos deseados. Cuando va mal, como ahora, se trata de controlar sus efectos para que no estropeen el camino iniciado. La ignorancia de Zapatero en economía no es casual, es voluntaria. Simplemente, no le interesa porque sabe –intuitivamente, puesto que no le da para más– que controlando las mentes se controlan los corazones y los bolsillos. El PP podrá reírse de lo poco que entiende Zapatero de economía; pero de cambio social es el presidente del Gobierno el que puede reírse, y mucho, de la derecha española. Porque hoy en día, él gana y los liberal-conservadores españoles pierden.

Es falso que las medidas a favor de la eutanasia, el aborto, o la cristofobia sean cortinas de humo. Más bien al contrario, da la sensación de que es parte de la derecha la que usa la economía como cortina de humo para no responder al reto de reconfiguración de la sociedad española que ha presentado Zapatero. Es el PP el que usa la economía como cortina de humo para no responder ni ofrecer alternativa al modelo de sociedad que Zapatero quiere para España. Es éste el que está haciendo apuestas enormes para España, y es el PP el que se refugia en la economía para no aceptarlas; cuando no puede, espera que otros decidan, y recurre al Tribunal Constitucional para no tener que ofrecer una alternativa que, o no la tiene, o tiene miedo de presentarla, lo que viene a ser lo mismo.

En consecuencia, el desamparo del mundo liberal-conservador empieza a alcanzar límites insoportables, con la derecha política taponando y cubriendo además cualquier reacción social a unas medidas que son de pesadilla y con las que colabora callando. Ante la fuerza de ZP, el PP es un partido moralmente ahumado, que extiende cortinas de humo para escapar de lo que es su responsabilidad ante la mayor ofensiva izquierdista en España en décadas, refugiándose en la economía. Lo malo es que no serán sus dirigentes los que lo paguen, sino sus votantes. Y caro. 

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