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Ignacio Villa

Después de Aznar, ¿qué?

Sin darnos cuenta y sin especiales solemnidades, nos hemos encontrado de repente al inicio del momento clave de la legislatura. Desde ahora y hasta finales del año próximo, se hará patente el cuerpo central de estos cuatro años de Gobierno popular. El lanzamiento al estrellato internacional de Aznar como presidente de la nueva Internacional de Centro, el Congreso del PP de enero, la Presidencia española de la Unión Europea y la anunciada rebaja de impuestos eran, en el diseño inicial, los cuatro grandes capítulos de la presente legislatura. Pues bien, ahora estamos en el pistoletazo de salida de lo que en principio tendrán que ser los meses de "gloria" del actual presidente del Gobierno.

Cerrado mal que bien el escándalo Gescartera, en los próximos meses se aclararán muchas dudas sobre el futuro del Gobierno y del PP, pero sobre todo se va a certificar que dentro del PP no hay alternativa al actual presidente de Gobierno. Todo está dispuesto para que, al final, todos tengan que volver su mirada hacia Aznar. El guión está escrito. No hay alternativa. Y si la hubiera, tampoco dejarán que aparezca. Todo ha ocurrido de forma sinuosa, sin bombos ni platillos. Después de meses de problemas, con críticas a varios ministros, con un Gobierno sin política informativa, con el primer escándalo de corrupción de un Ejecutivo popular y con la sucesión sobrevolando de forma permanente, finalmente desde el PP se ha presentado a Aznar como la única solución que ha servido para amortiguar los males, el único bálsamo para las luchas intestinas, el único remedio para la inoperancia del Ejecutivo.

Ahora que aparentemente ha pasado todo y que se observa la situación con un poco de perspectiva, se puede decir que lo que ha ocurrido estos últimos meses ha servido para reforzar el liderazgo de Aznar dentro del PP. A cambio, el resto ha desaparecido. Dos ejemplos: los ministros ya no son polémicos, sino que sencillamente han desaparecido; los sucesores ya no existen, la polémica actual es exclusivamente sobre la continuidad de Aznar.

Definitivamente, el PP ha tenido que echar mano de su último recurso estratégico de emergencia: José María Aznar. Un recurso peligroso, puesto que no permite sombras ni protagonismos alternativos. Un recurso que, además, anula otras posibilidades. Esta solución llamada Aznar, viene a confirmar que la petición de Álvarez Cascos sobre la continuidad del presidente es algo más que un "pronto". Es la manifestación de que, dentro del PP, muchos son conscientes de que no están preparados para la época "post-Aznar". Todo gira en torno al actual presidente. El PP ha demostrado que después de Aznar, por el momento, no hay nada. Ni nadie. Y eso es un verdadero problema.


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