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Ignacio Villa

Se acabó la sucesión

Desde este momento el nuevo presidente del Partido Popular tiene ante sí todas las responsabilidades. Se sabe con toda la responsabilidad y va a trabajar para no defraudar.

El Congreso nacional del Partido Popular ha terminado. Y sin tiempo todavía para un análisis de largo recorrido, lo que parece es que no ha defraudado a las previsiones. El tiempo lo dirá, pero desde luego el Congreso de los populares marca el camino de este partido de igual forma que aquel de Sevilla en que nació un partido refundado. Es todavía pronto para ver en perspectiva las conclusiones de futuro, pero ya en la misma jornada de cierre nos encontramos con tres evidencias irrefutables.

Primero. Alberto Ruiz Gallardón ha quedado en ridículo. Consumido por su propia ambición, el alcalde de Madrid ha vuelto a pasarse de frenada. Incapaz de controlar sus impulsos, Gallardón ha demostrado que no sabe medir los tiempos. Su obsesión por llegar a la Moncloa le puede, y aunque en las formas muestra su apoyo a Mariano Rajoy, en el fondo deja claro que está ahí y que siempre puede ser el repuesto adecuado para un momento de crisis. Alberto Ruiz Gallardón ha vuelto a perder otra oportunidad de demostrar fidelidad política de verdad. Ha caído en su propia trampa, y aunque las palabras dicen que quiere ser parte de un proyecto, sus intenciones anuncian que mantiene su gran ambición personal. El revuelo provocado por su discurso el primer día ha quedado, a la hora de hacer balance, como una más de Gallardón. Su deseo por ser diferente le ha vuelto a jugar una mala pasada.

Segundo. Jose María Aznar se ha ido de la política activa. El que fuera presidente del Gobierno durante ocho años no parece que tenga intención de interferir en la acción política de su sucesor. Pero esa prudencia no quiere decir que Aznar no esté dispuesto a defenderse. El ex presidente del Gobierno ha sido duro y contundente, especialmente en lo que concierne al Gobierno Zapatero y al grupo Prisa. Aznar ha recordado y ha pedido a los suyos que no sientan vergüenza por el pasado, es más, que se sepan defender con la claridad de la que siempre él ha hecho gala. Aznar, que ha mostrado su apoyo sin fisuras a Rajoy, ha marcado el camino que el Partido Popular debe desarrollar en la oposición. Un trabajo sin prudencias, con claridad en la críticas al PSOE y sin miedos a quemarse en la acción política. Un mensaje del que tendrán que tomar nota más de uno en la calle Génova. Aznar ha pedido a los suyos orgullo por ser quiénes son. Aznar con sus palabras reconoce el cambio de liderazgo, pero advierte que el PP no tiene que renunciar a nada.

Tercero. Mariano Rajoy se encuentra en el kilómetro cero de su trayectoria. Ha formado su equipo. Desde este momento el nuevo presidente del Partido Popular tiene ante sí todas las responsabilidades. Se sabe con toda la responsabilidad y va a trabajar para no defraudar. Es verdad que el estilo del nuevo presidente del PP es diferente en las formas al de Aznar; pero Rajoy sabe que sus militantes y simpatizantes esperan de él la misma fuerza que el anterior presidente del Gobiero a la hora de defender los principios. El Partido Popular ha terminado con este Congreso un año de sucesión y de cambio, desde ahora empieza el camino del PP de Rajoy. En la medida que sepa combinar la nueva situación de oposición con la irrenunciable herencia de Aznar, Mariano Rajoy tendrá el camino limpio.

El congreso del PP ha terminado. Ciertamente ha sido la escenificación del final de una etapa y el comienzo de otra. Pero sí la nueva dirección de los populares sabe mezclar la novedad con las formas de siempre habrán acertado. El PP no puede renunciar a sus señas de identidad. No puede renunciar a su pasado. Pero sobre todo tiene que saber mantener un discurso sobre la unidad de España, la prosperidad económica y la lucha contra el terrorismo nítido y unico. MIentras otros se quedan con los talantes, el PP debería conservar como un tesoro propio su estílo de hacer política. Esa es la clave.

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