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Pablo Molina

Balan, luego cabalgamos

Sabemos que no está bien visto hablar en libertad y que el medio que lo hace tiene que pagar el precio correspondiente, pero lo asumimos con toda naturalidad y estamos dispuestos a seguir en la misma línea.

La casualidad ha querido que mientras se conmemoraban las dos primeras décadas del derrumbe del Muro de Berlín, unos cuantos cascotes hayan golpeado a esRadio en la región de Murcia. No vamos a dramatizar porque ya contábamos con la hostilidad de todo el mundo político y mediático, también en esta modesta región, aunque debemos reconocer que los atentados para impedir el funcionamiento de un medio de comunicación era algo que considerábamos más propio de otras latitudes.

Estamos sólos, como lo hemos estado siempre, y la verdad es que no echamos a nadie de menos, ni siquiera añoramos alguna llamada de solidaridad de otros medios regionales que han conocido el suceso, que ni se ha producido ni se producirá, cosa que también sabíamos de antemano. En cuanto a los poderes públicos, garantes del ejercicio de las libertades civiles y entre ellas las de expresión y de información, tampoco hemos recibido siquiera "el más sentido pésame por lo ocurrido", y eso que, hasta la fecha, los ataques premeditados a las instalaciones de la emisora asociada a esRadio para la región de Murcia son un suceso inédito por estos pagos.

Si hubiera sido la antena de la cadena SER, pongamos por caso, la que hubiera recibido tan sólo un rasguño, es seguro que habría habido declaraciones de condena unánime por parte de todos los partidos políticos, encabezados por el PP, y millares de "abajofirmantes", yo el primero, solidarizándose con los damnificados y condenando esta agresión intolerable a la libertad de información. A esRadio no le han rozado la antena precisamente, sino que le han destrozado instalaciones por importe de varios miles de euros obligándonos a interrumpir las emisiones durante dos días, pero como somos muy incómodos, los poderosos y los trabajadores de la competencia prefieren mirar para otro lado, no sea que alguien crea que se significan demasiado con nosotros y acaben expulsados del partido o sancionados en su puesto de trabajo. Es el peaje lanar que los miembros del rebaño tienen que tributar a quienes les pastorean, pero cada uno es libre de degradarse en la forma que estime oportuna, faltaría más.

En todas las emisoras que colaboran con esRadio vamos a seguir haciendo lo mismo que hasta ahora, tratar de que la voz de nuestra radio llegue al mayor número de oyentes posible y completar las franjas locales y regionales con programas que sigan la línea editorial de nuestra empresa. Sabemos que no está bien visto hablar en libertad y que el medio que lo hace tiene que pagar el precio correspondiente, pero lo asumimos con toda naturalidad y estamos dispuestos a seguir en la misma línea mientras la audiencia, que es mucha, y los anunciantes, que a bandadas abandonan a la competencia para unirse a nosotros, nos permitan seguir funcionando. El día que no podamos decir lo que nos dé la gana cerraremos el chiringuito, pero mientras tanto, en lugar de una ración informativa estamos dispuestos a dar dos tazas y media diarias. Chulos que somos, qué le vamos a hacer.

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