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Pío Moa

¿Respetar lo irrespetable?

En democracia conviene el respeto político. Pero cuando se traspasan ciertos límites, y Rodríguez los ha traspasado brutalmente, el respeto es negativo.

Me han llegado mensajes de gentes de izquierda escandalizadas de mi "odio" a Rodríguez y mi falta de un elemental respeto, al haberle tachado de "mamarracho indecente". Hagamos algunas puntualizaciones.

  1. Yo no odio personalmente al personaje, empezando porque no lo conozco ni lo deseo. Hablo de él como político, uno de tantos de ahora, empezando por Rajoy. O como los republicanos que tan bien describe Azaña: idiotas o botarates irresponsables y al mismo tiempo listillos, hábiles en las tretas de la demagogia barata. Con la peculiaridad de que Rodríguez es un iluminado que se cree el salvador de las mujeres, un perturbado capaz de preguntar a su madre en el lecho de muerte: "Mamá, ¿crees que seré presidente?". Y de contarlo.
  2. Yo odio, aunque tampoco es la palabra, su obra, la siniestra herencia que deja: casi cinco millones de personas en paro, un separatismo rampante cada vez más audaz, unos premios a la ETA que han corroído la democracia, el estado de derecho y la unidad nacional; una salud social (índices de delincuencia, fracaso escolar, fracaso familiar, droga, población penal, prostitución, aborto, etc.), mayores que nunca; supeditación a la política francesa contra nuestros intereses; belicismo contra un país como Libia, que no nos perjudicaba en nada, en contraste con su apoyo a un genocida e invasor como Sadam, y luego al terrorismo islámico en Irak; un resurgir deliberado y subvencionado de los odios rancios que sepultaron a la república, y de un anticristianismo cuyo carácter genocida quedó bien de relieve en la guerra civil; un retroceso de las libertades y sobre todo de la independencia judicial, etc.
  3. Decía Cambó con respecto a la situación creada al final de la Restauración por unos politicastros semejantes a los de ahora: "Nadie sentía respeto por un gobierno que, evidentemente, no era respetable". El respeto es un bien económico, es decir, escaso: si usted respeta lo que o a quien no es respetable, como ahora Rodríguez (o Rajoy), pierde inevitablemente el respeto a lo que y a quienes sí lo son.
  4. En democracia conviene el respeto político. Pero cuando se traspasan ciertos límites, y Rodríguez los ha traspasado brutalmente, el respeto es negativo.
  5. Cabe destacar la inmensa hipocresía de la izquierda, que impuso desde Alfonso Guerra un lenguaje insultante, soez y calumnioso contra la derecha (¿damos un repaso a sus bellaquerías?), y ahora se hace la damisela ofendida porque se le aplica algo de su propia medicina. En fin, esa hipocresía es también una herencia del mamarracho indecente.

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