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Richard W. Rahn

Control y seguridad

Si cada procedimiento, regla y regulación tuviese que pasar un análisis de coste-beneficio, como también respetar nuestras libertades civiles, gozaríamos de mayor seguridad a menos costo y con menos desagrados e inconvenientes

Para un sádico que odia a la humanidad, el trabajo ideal sería ser jefe de seguridad de los aeropuertos y así:
 
- Contrataría a gente que le gusta estar siempre dando órdenes.
- Exigiría mostrar la identificación cuatro veces antes de subir al avión, aún sabiendo que esos documentos pueden ser fácilmente falsificados.
- Exigiría a la gente a pasar horas haciendo cola, aunque de antemano se sabe cuántas personas viajarán por cada aeropuerto y a qué horas.
- Obligaría a personas en sillas de ruedas, con implantes y marcapasos a pasar inspecciones físicas incómodas y degradantes.
- Confiscaría objetos personales relativamente inofensivos, tales como pinzas, alfileres, tijeras, cortaúñas y permitiría el paso de instrumentos peligrosos en manos de terroristas entrenados.
- Acosaría a los niños, a señoras mayores, a gente enferma y a mujeres atractivas, manoseando a la gente y obligándolos a hacer movimientos difíciles.
- Y finalmente, desperdiciaría el dinero de los contribuyentes con la contratación de personal excesivo que merodea sin hacer nada.
 
Uno pensaría que tales cosas no suceden en sociedades consideradas libres y democráticas, pero cada día millones de personas sufren lo arriba descrito en los aeropuertos de Estados Unidos. Los agentes del gobierno abusan porque no saben distinguir entre seguridad y control, siendo además insensibles de las libertades civiles. En una sociedad libre, el gobierno no debe inspeccionar los movimientos de ciudadanos inocentes ni exigir identificación.
 
El gobierno sí que debe hacer seguimiento a delincuentes y terroristas, pero todas las identificaciones hoy exigidas pueden ser fácilmente falsificadas. Exigir identificación no desanima a los terroristas, pero sí es una molestia innecesaria para los viajeros.
 
Los agentes de seguridad exigen que los viajeros lleguen a los aeropuertos con dos horas de anticipación porque las colas son muy largas, pero ellos saben de antemano cuántas personas van a viajar a qué horas y podrían tener suficiente personal para que la gente no sea incomodada por más de pocos minutos. Si 2000 personas tienen que esperar un promedio de media hora para ser procesados por agentes de seguridad y el valor promedio de su tiempo es de 10 dólares la hora, el costo de la cola es de 10 mil dólares, mientras que el costo de ofrecer más puertas y más personal sería menor.
 
Cuando vuelo en un avión no me preocupa que el de la silla de al lado tenga una navaja en su bolsillo, pero sí me preocupa que alguien traiga una bomba plástica que no es detectada por los detectores de metales.
 
Si cada procedimiento, regla y regulación tuviese que pasar un análisis de coste-beneficio, como también respetar nuestras libertades civiles, gozaríamos de mayor seguridad a menos costo y con menos desagrados e inconvenientes.

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