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Thomas Sowell

¿Qué es la inteligencia?

Algunos incluso afirmaron que la ciencia había demostrado la igualdad de inteligencia entre las razas. Pero en realidad la ciencia no había demostrado nada en lo que a la capacidad mental de las razas se refiere, ni en un sentido ni en otro.

Una de las controversias de más rancio abolengo de la historia es la que tiene lugar entre quienes consideran que la inteligencia se hereda y aquellos que creen que el entorno la determina. Si bien el tiempo no ha resuelto la cuestión, por lo menos ha servido para llegar a definiciones más precisas de la misma y una reducción del dogmatismo en ambos bandos.

El movimiento de la eugenesia de principios del siglo XX se basó en el miedo a que, puesto que las personas de menor capacidad mental tendían a tener más hijos que los de capacidad intelectual más elevada, el nivel promedio de la inteligencia de la nación tendería a decaer a lo largo del tiempo. Es difícil evadir la lógica de ese argumento. Pero esa misma lógica podría ser su refutación.

Las investigaciones del profesor James R. Flynn, un expatriado norteamericano residente en Nueva Zelanda, han revelado que el número de preguntas contestadas correctamente en los tests de coeficiente intelectual se han elevado de forma sustancial en más de una docena de naciones en sólo una generación. Algo semejante no debería haber ocurrido según las premisas y la lógica de los eugenesistas.

Históricamente, aquellos que enfatizaban el papel del entorno en la inteligencia se pasaron un poco en la dirección contraria. Hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, el fanatismo racial de los nazis había desacreditado el papel de la herencia. Algunos incluso afirmaron que la ciencia había demostrado la igualdad de inteligencia entre las razas. Pero en realidad la ciencia no había demostrado nada en lo que a la capacidad mental de las razas se refiere, ni en un sentido ni en otro.

Un conocido artículo publicado en 1969 por el profesor Arthur Jensen, de la Universidad de California en Berkeley, puso en evidencia la debilidad de los argumentos imperantes en favor del entorno, del mismo modo que las investigaciones del profesor Flynn expusieron más tarde las debilidades de los argumentos favorables a la explicación hereditaria.

A diferencia de otros que en el debate también estaban en el lado de la herencia, el profesor Jensen no vio necesidad alguna en descartar posibles factores ambientales o afirmar que algunas razas estaban hechas para cortar madera o acarrear agua. Una de las ironías de su artículo era que sostenía que los resultados educativos de los niños procedentes de grupos raciales desfavorecidos podían mejorarse enormemente, incluso aunque eso no provocara su correspondiente mejora en los índices de inteligencia.

Toda esta sutileza se pasó por alto ante las furiosas reacciones al desafío del profesor Jensen a la ortodoxia ambiental imperante. Fue acusado de racismo, y sus intentos de hablar en distintas universidades fueron interrumpidos o directamente cancelados. Todo lo que la campaña de insultos y el matonismo consiguieron fue que el argumento de la herencia pareciera no tener respuesta.

La investigación de Flynn proporciona hoy la contestación más contundente. El grado en que los resultados en las pruebas de coeficiente intelectual han mejorado en países enteros supera la diferencia de los coeficientes intelectuales entre negros y blancos en los Estados Unidos o entre otros grupos raciales en distintos países.

Sin embargo, pese a que el trabajo de Flynn es ampliamente conocido entre los especialistas, sigue siendo desconocido en gran medida para el público en general. Es una pérdida especialmente dolorosa no sólo para nuestra comprensión del complejo tema del coeficiente intelectual, sino para nuestro entendimiento de la necesidad de ser capaces de debatir materias controvertidas de manera racional en lugar de hacerlo emocional y violentamente.

Jim Flynn debatió el año pasado con Charles Murray en el American Enterprise Institute en Washington. Fue un modelo de cómo dos personas decentes y honorables deben hacer frente a sus diferencias de forma racional en asuntos importantes. En su resumen final, Flynn mencionó por primera vez en todo el debate a Arthur Jensen, diciendo lo vergonzoso que era que se le atacara personalmente en lugar de enfrentarse a sus argumentos; argumentos que Flynn ha hecho más por rebatir que ningún otro.

Jim Flynn ha vuelto a Estados Unidos, el país donde nació, como parte de una gira internacional para promover su último libro, ¿Qué es la inteligencia? Ha hablado en Harvard, Berkeley, la Universidad de Chicago y otras instituciones académicas. Pero su mensaje no ha llegado al público a través de los medios de comunicación. Es una vergüenza. Necesitamos sus conocimientos tanto como su ejemplo.

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