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Agapito Maestre

Inmoralidad sin límites

En ese pozo negro del salvajismo residen los motivos fundamentales que conducen a Rodríguez Zapatero antes a estigmatizar a Regina Otaola que a solidarizarse con su defensa de la ley.

¿Por qué Rodríguez Zapatero no se solidariza con Regina Otaola? ¿Por qué la ministra Elena Salgado no condena la conducta criminal de los independentistas catalanes con los dirigentes del PP? ¿Por qué, en vez de la perplejidad del presidente de Gobierno, éste no reconoce que la conducta de Imaz tenía una pizca de moralidad respecto a su partido que le lleva la dimisión? Sencillamente, porque estamos ante un Gobierno que pasa de cualquier opción que tenga alguna relación con la moralidad.

En efecto, su única preocupación es prometer pisos gratis, dentistas gratis, colegios gratis, salud gratis, ropas gratis... Todo gratis es el eslogan socialista desde aquí hasta las elecciones. En otros términos, nada interesa más al Gobierno de Rodríguez Zapatero que no sea extender la infamia contenida en la famosa frase de que "primero es comer y luego la moral". Esta expresión pertenece a una obra de Bertold Brecht. Es un texto de su etapa nihilista y anarquista, o sea, premarxista, titulada La opera de los tres centavos, pero será la síntesis de la campaña socialista. Todo quedará supeditado a esa terrorífica expresión, que negará cualquier tipo de política entendida como diálogo y persuasión, como la posibilidad de alcanzar consensos sobre cualquier tema, entre los partidos políticos que compiten en el espacio público.

Aunque la frase es pronunciada en la obra de Brecht por una prostituta, que en el esquema de clases marxistas pertenece al lumpen-proletariado, o sea, a alguien que no contaba para hacer la revolución, sacada de contexto sirve para que la negra socialdemocracia española pueda rendir culto a su principal causa: satisfacer la "gran barriga" a la que es reducida la pobrísima "sociedad civil" española. Esa frase, en realidad, toda una política populista, resumida en que a través del socialismo Papá Estado llenará todas nuestras andorgas hasta hacernos felices, inunda la vida pública española, que muy pronto se convertirá en un estercolero.

Por eso, de acuerdo con la prostituta de Brecht, el Gobierno niega un día sí y otro también cualquier posibilidad de comportamiento moral. No entro ahora en calificar de inmoral el comportamiento del Gobierno, sino en la imposibilidad de tratarlo como una conducta susceptible de ser calificada de moral. Terrible. Sí, sin duda alguna, la acción de este Gobierno no es posible calificarla de inmoral, porque es sencillamente amoral. Su "salvajismo" es paralelo al de las masas de nacionalistas que increpan, agraden y amenazan de muerte a la alcaldesa de Lizarza y a los dirigentes del PP catalán el día de la Díada.

En ese pozo negro del salvajismo residen los motivos fundamentales que conducen a Rodríguez Zapatero antes a estigmatizar a Regina Otaola que a solidarizarse con su defensa de la ley. Es el mismo pozo negro que sirve de escondite a la ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, para matar civilmente a las víctimas amenazadas de muerte por los independentistas catalanes. Por lo tanto, desde ahora hasta las elecciones, este Gobierno no sólo no hará política, sino que todo lo manchará de amoralidad. Contribuirán de modo decisivo a este objetivo todas las televisiones, empezando por la primera de TVE y sus programitas de "debate político".

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