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John Stossel

Con el dinero del Estado vienen las condiciones

La educación es demasiado importante para dejarse en manos del Estado. Cuanto más libres sean padres y empresarios, mayor innovación habrá en la enseñanza norteamericana y más aprenderán los alumnos.

Les pido perdón. La semana pasada escribí entusiasmado sobre la posibilidad de Utah de tener vales de educación. A estas alturas ya sabemos que los votantes dijeron no. Pero aunque hubieran hecho lo contrario, y pese a que el experimento de los cheques escolares es buena cosa, en todo caso muy superior a un monopolio dirigido por el Gobierno, me pregunto si no fui demasiado entusiasta.

En palabras de Sheldon Richman, editor de la revista The Freeman y autor de Separar a la escuela del Estado: "Que el dinero 'público' vaya a escuelas privadas no es un buen presagio para el futuro de esos centros. Observe que la ley de Utah exige que los centros privados celebren un examen homologado a nivel nacional y aprobado por el establishment educativo. Pero quien controla el examen controla el plan de estudios. Los centros tendrán que preparar a sus alumnos para ese examen. Eso reduce las posibilidades de innovar y hace que los centros privados se parezcan más a las escuelas públicas."

Es posible que el Estado realmente no pueda facilitar la elección. Sabemos que su dinero viene con condiciones. Los fondos federales para construir carreteras incluyeron como requisito leyes que obligaran a ponerse el cinturón de seguridad y la imposición de límites de velocidad de 55 millas por hora.

En los años 70, al Grove City College de Pennsylvania se le exigió por ley certificar que cumplía con el Título IX, que prohíbe la discriminación por sexos. La universidad privada de humanidades no estaba acusada de discriminación, pero no obstante planteó objeciones a la orden porque no recibía dinero federal. Los federales insistieron, diciendo que, puesto que algunos estudiantes recibían ayudas federales, eso suponía un subsidio indirecto procedente del Estado. El Grove City llevó el caso al Tribunal Supremo norteamericano y perdió.

Sería asombroso si el Estado no pusiera condiciones a sus becas. De hecho, no hacerlo parecería irresponsable. Es un buen motivo para no pedirle dinero.

Pero incluso sin condiciones directas, el dinero público corrompe a quienes lo reciben. El especialista en educación Charles Glenn escribió en 1989:

Aquellos que creen firmemente en la educación religiosa y temen que la influencia del Estado llegue con la financiación pública tienen motivos para preocuparse. Los centros católicos y protestantes en Francia, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña, Canadá y Alemania Occidental han sido asimilados cada vez más por las premisas y los valores de la enseñanza pública. Este proceso no parece siquiera el resultado de un esfuerzo deliberados (...), sino de la dificultad de mantener distancias con las premisas y valores del sistema imperante por parte de un centro privado que juega según las normas públicas.

Una vez que el sistema de cheques se extienda, podemos contar con que el establishment educativo, especialmente los sindicatos de profesores, encontrará la forma de darle la vuelta para que funcione a su favor. No tendrá que buscar ideas muy lejos. Hace varios años, el New Democrat, publicado por el Democratic Leadership Council (los demócratas "moderados" a los que Bill Clinton lleva asociado desde hace tiempo) y el Progressive Policy Institute (una organización fundada por mi cuñado), recomendó que cualquier programa de cheques escolares obligase a los centros privados a admitir a todos los niños y "cumplir o superar ciertos estándares de funcionamiento para seguir recibiendo fondos del contribuyente".

El editorial, titulado Contraatacando a los cheques, afirmaba: "Una enmienda semejante convertiría en la práctica a los centros privados que recibieran cheques en Charter Schools públicas. Un centro público no se define por quién 'lo posee', sino por sus características: acceso universal y transparencia de resultados frente al público". En otras palabras, el dinero de los cheques es un obstáculo que los "edúcratas" pueden sortear.

Por supuesto, para nosotros los liberales la mejor idea es separar la escuela del Estado de un solo golpe. ¿Cómo se podrían permitir los padres la matricula? Bueno, para empezar tendrían más dinero si no tuvieran que pagar tan altos impuestos para pagar escuelas públicas gestionadas con la incompetencia que les caracteriza. Muchos centros privados hacen ya un trabajo mejor que los públicos por la mitad del coste. Por toda África, padres mucho más pobres que los norteamericanos pagan por enviar a sus hijos a colegios privados con ánimo de lucro. Las organizaciones privadas de caridad ayudarían a quienes realmente no tienen dinero para pagar la matricula, como hago yo a través de la maravillosa Student Sponsor Partners.

La educación es demasiado importante para dejarse en manos del Estado. Cuanto más libres sean padres y empresarios, mayor innovación habrá en la enseñanza norteamericana y más aprenderán los alumnos.

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