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EDITORIAL

¿Trasvase? ¿Qué trasvase?

Una causa tan defendible, tan útil y tan entendible por la ciudadanía como los trasvases de la España húmeda a la España seca no merece tener como único homenaje el que parcialmente le brinda la hipocresía de Zapatero.

La desfachatez del Gobierno de Zapatero al negar que el trasvase del Ebro a Barcelona sea eso, un trasvase, recuerda a la del personaje bizco y jorobado de El jovencito Frankenstein, cuando, al ser preguntado por su joroba, respondía sorprendido: "¿Joroba? ¿Qué joroba?". Y es que la absoluta y patética, al tiempo que surrealista, negativa del Gobierno a aceptar la realidad del trasvase, junto al intento de encubrirlo con una creativa y cursi distorsión del lenguaje, ha sido lo más característico de una jornada en la que la dirección nacional del PP parece, por fin, dispuesta a dejar en evidencia la desfachatez de este Gobierno.

Y decimos "parece", porque el PP tiene mucho más que hacer que pedir con retraso la comparecencia urgente de Zapatero para que olvidemos la lamentable y vergonzante actitud que, en este punto, hizo gala Rajoy en los debates televisados, cuando el candidato popular se negó primero, y aceptó a regañadientes después, manifestar su otrora orgulloso apoyo al trasvase del Ebro, eje fundamental del Plan Hidrológico Nacional. Eso de que el PP en Madrid reivindique el PHN, pero sin atreverse a mentar el trasvase del Ebro, es como cuando Rajoy no se atreve a mentar a los nacionalistas cuando critica las alianzas de Zapatero.

El hecho es que la derogación de aquel plan fue un disparate colosal que, tal y como dijimos en su día, "ilustra como pocos la insolidaridad, el cainismo y la falta de cohesión que genera la nula idea que Zapatero tiene de España como nación". Que ahora Zapatero acepte trasvasar –o transferir o transportar– agua a Cataluña, pero que siga negándosela a zonas tanto o más necesitadas como la Comunidad Valenciana, Murcia o Almería, es buena muestra tanto de la desfachatez de este Gobierno como de su permanente entrega a los nacionalistas.

Por mucho que el Rey haya destacado la necesidad de cohesión en España y por mucho que Bono haya reivindicado la igualdad de todos los españoles en la solemne apertura de la IX legislatura, a la vista está que la única igualdad que cabe esperar de este Gobierno, empezando por su orwelliano ministerio de la Igualdad, es esa que trata de hacer a unos "más iguales" que a otros.

Esperemos que el PP defienda con orgullo y convicción sus principios –en este caso tan elementales y lógicos que deberían ser patrimonio de todos–, al tiempo que deje en evidencia la hipocresía y las mentiras de Zapatero. Una causa tan defendible, tan útil y tan entendible por la ciudadanía como los trasvases de la España húmeda a la España seca no merece tener como único homenaje el que parcialmente le brinda la hipocresía de Zapatero.

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